jueves, 17 de diciembre de 2015

J. Strauss (II): Bajo rayos y truenos, polca rápida, Op. 324

Diana Damrau, soprano y co-directora
Orquesta Filarmónica de Viena
Zubin Mehta, director

La soprano Diana Damrau y el director de orquesta Zubin Mehta protagonizan en el Carnegie Hall de Nueva York un momento para la diversión y el humor. Se trata de un concierto de la Filarmónica de Viena, que como propina ofrece una polka de Johann Strauss, «Unter Donner und Blitz».

Mientras toca la orquesta, la soprano no duda en contonearse y reír al son de la música, a la vez que anima al público a dar palmas. El mejor momento llega cuando Mehta le cede la batuta a Damrau y también el podio para ponerse al frente de una de las formaciones más prestigiosas del mundo, mientras le explica a qué secciones tiene que dar entrada. Divertido momento en el que disfrutan todos: orquesta, cantante, director de orquesta ¡y también el público!

miércoles, 16 de diciembre de 2015

Escena de danza de "Las vacaciones de Mr. Bean", film de 2007

Dirección: Steve Bendelack.
País: Reino Unido.
Año: 2007.
Duración: 90 min.
Género: Comedia.
Intérpretes: Rowan Atkinson (Mr. Bean), Max Baldry (Stepan), Emma de Caunes (Sabine), Willem Dafoe (Carson Clay), Karel Roden (Emil), Jean Rochefort (maître).
Guion: Robin Driscoll y Hamish McColl; basado en un argumento de Simon McBurney.
Producción: Peter Bennett Jones, Tim Bevan y Eric Fellner.
Música: Howard Goodall.
Fotografía: Baz Irvine.
Montaje: Tony Cranstoun.
Diseño de producción: Michael Carlin.
Vestuario: Pierre-Yves Gayraud.
Estreno en España: 30 Marzo 2007.

Mr. Bean (Rowan Atkinson) tiene la grata sorpresa de descubrir que es el ganador de un viaje al sur de Francia. Estará en Cannes durante el famoso festival de cine. Su viaje no tarda en convertirse en un auténtico caos, causando auténticos estragos allí por donde pasa.
La historia comienza en una iglesia de Londres, donde se celebra un concurso en el que Mr. Bean gana un viaje a Cannes (con escala en París), y una cámara de vídeo.
Cuando llega a la estación, a Bean se le queda la corbata enganchada en una máquina expendedora, así que pierde el tren, y como el siguiente sale una hora después, decide esperar comiendo algo en un restaurante. Una vez sale del restaurante (deprisa y corriendo) y antes de subir al tren le pide a un hombre (que luego resulta ser el director de cine ruso Emil Duchevsky, jurado para el festival de Cannes e interpretado por Karel Roden) que lo filme saludando mientras sube ese tren. Tras muchas tomas, Bean se mete en el vagón pero en ese momento se cierran las puertas y el director de cine se queda fuera. Cuando el tren arranca, Bean ve como este hombre da voces a un niño del vagón, que es su hijo Stephan (Max Baldry). Duchevsky alcanza a decirle a Stephan que se baje en la siguiente estación. Sintiéndose culpable por lo ocurrido, y mientras toda la gente del vagón le mira mal, Bean trata de hacer cambiar de humor al chico haciendo muecas, pero solo logra ser golpeado por el chico.
En la siguiente estación, como lo había propuesto el padre del niño, éste se baja. Mr Bean que siente cariño por él lo vigila desde adentro del tren. En ese momento un ebrio se acerca al niño, provocando el enojo de Bean, que se baja del tren y lo echa. Asegurada la protección del niño, vuelve a subir pero descubre que el niño tiene su cámara, que había ganado junto con el viaje. Sale precipitadamente del tren y atrás se cierra la puerta. Intenta volver al tren pero las puertas no se abren, quedando las valijas de éste adentro. Bean se queda con Stephan, pero enojado, se sienta un poco alejado del chico, pero éste se le acerca y empieza a bromear con él. Justo después aparece Duchevsky en otro tren, pero como éste no paraba en la estación, coloca un papel sobre la ventanilla con su número de teléfono, el cual Bean alcanza a grabar. Sin embargo se ve en el vídeo que está tapando con su dedo las dos últimas cifras del número.

Así comienza lo que será una odisea por Francia para encontrar al padre del niño, aunque Mr. Bean lo que quiere es estar en la playa, de vacaciones. Así, en cada oportunidad que se le presente, Bean y el niño probarán números del 00 al 99, para poder contactar con Duchevsky. Peró poco a poco surgirán más problemas para Bean, los cuales no tardarán en empeorar.

D. Shostakóvich: Galop de "Cheryomushki"

The Wordl Orchestra
Josep Vicent, director

En la zona suroeste de Moscú se levanta un proyecto de unidades habitacionales, de las muchísimas que se construyeron en la era soviética, conocida como Cheryomushki. Se trata de unidades que, en su tiempo, fueron relativamente baratas, ya que eran subsidiadas por el gobierno. Por diversas razones (incluso musicales), Cheryomushki se volvió tan emblemática de todos los proyectos habitacionales similares, que todos son conocidos en general con ese nombre. Como en todo edificio, vecindad o unidad habitacional, las vidas y las historias de sus habitantes se cruzan y se entretejen, en muchas ocasiones debido a su problemática común. Es precisamente este entrecruzamiento de historias individuales lo que los libretistas Vladimir Mass y Mikhail Cervinsky tomaron como sustento para escribir el libreto de Moscú, Cheryomushki, una de las obras escénicas más ligeras del catálogo de Dmitri Shostakovich.

¿Qué es, precisamente Moscú, Cheryomushki? Según la fuente que se consulte, es una ópera ligera, una opereta o una comedia musical. De hecho, con un poco de flexibilidad, es posible aplicarle también la etiqueta de Singspiel, debido a que la obra contiene una buena cantidad de diálogos hablados. El tono festivo y jocoso de la obra está cimentado en el hecho de que Mass y Cervinsky eran dos de los humoristas más conocidos de su tiempo, y aprovecharon su experiencia en esos asuntos para construir un texto ingenioso y a la vez ligero en el que se valen de una colección de personajes estereotípicos para explorar y hasta cierto punto satirizar los problemas de escasez de vivienda y de nivel de vida que solían ser cotidianos en la Unión Soviética.

Z. de Abreu: Tico, tico

Orquesta Sinfónica de Goteborg
Gustavo Dudamel, director

Tico-Tico no Fubá, más conocida como Tico Tico, es una canción brasileña con ritmo de choro compuesta en 1917 por Zequinha de Abreu (1880 – 1935) que pronto llegó a ser muy famosa internacionalmente. La canción hace referencia al chincol, conocido en Brasil como el "Tico-Tico".

Ha sido objeto de atención de numerosos y variopintos intérpretes, como Carmen Miranda, Ray Conniff, Daniela Mercury, Xavier Cugat, Paco de Lucía, Charlie Parker, Pérez Prado, João Gilberto, Lou Bega… Últimamente el director venezolano Gustavo Dudamel también suele ofrecerle como divertida propina en sus conciertos.

Tosca en el Trampolín, comedia documental de Otto Schenk




Tosca auf dem Trampolin (1984) comedia-documental de Otto Schenk.


El mundo de la ópera visto en clave de humor. Otto Schenk, gran director escénico,  conoce y ama el género operístico y muestra en este documental de 1984 aspectos insólitos de las representaciones de El trovador, Lohengrin, SigfridoTosca, etc. que van de lo sublime a lo ridículo.

N. Paganini: Variaciones sobre "El Carnaval de Venecia"

Orquesta Filarmónica de Radio France
Vadim Repin, violín

El Carnaval ha sido fuente de inspiración de bastantes compositores a lo largo de la historia. Estas obras estaban compuestas sobre melodías populares que evocaban la fiesta pagana, como el Carnaval de Schumann (obra para piano de 1835), la obertura de concierto Carnaval, op. 92, de Dvořák (compuesta en 1891), El carnaval de los animales (fantasía escrita por Saint-Saëns en 1886, para divertir a sus amigos), la obertura El Carnaval romano, op. 9, de Héctor Berlioz (compuesta en 1843),  o el Carnaval de Venecia obra firmada en 1817 por Niccolò Paganini, que son unas variaciones para violín y orquesta de un tema popular en las celebraciones venecianas.
Paganini fue un violinista, violista, guitarrista y compositor, considerado entre los más virtuosos músicos de su tiempo, reconocido como uno de los mejores violinistas que hayan existido, con oído absoluto y entonación perfecta, técnicas de arco expresivas y nuevos usos de técnicas de staccato y pizzicato.

Anónimo: Ciaccona del Paradiso e dell'Inferno


Philippe Jaroussky, L'Arpeggiata-Christina Pluhar

Concierto en Ambronay, 18.09.2008 «Iconos del Seicento»

Philippe Jaroussky Contratenor

L'Arpeggiata
Christina Pluhar, tiorba & dirección
Alessandro Tampieri, violón
Doron Sherwin, cornetto
Eero Palviainen, guitarra barroca


Charles Edouard Fantin, guitarra barroca
Margit Übellacker, salterio
Haru Kitamika, clavecín
Richard Myron, violón
Michèle Claude, percusión


La Ciaccona del Paradiso e dell'Inferno es una obra anónima del siglo XVI. El original es el núm. 5 de Canzonette Spirituali e Morali (Milano, 1675). Se ha convertido recientemente en una obra conocida por la interpretación de L'Arpeggiata y Philippe Jaroussky. Es una obra para dos violines y bajo continuo (el violín II puede ser reemplazado por una de viola, los dos tienen la misma parte), o cualquier otra combinación de dos instrumentos agudos y un contrabajo. Philippe Jaroussky canta la parte del paraíso, mientras que dos componentes de L'Arpeggiata, hacen una divertida versión del infierno:

O che bel stare è stare in Paradiso
Dove si vive sempre in fest’e riso
Vedendosi di Dio svelato il viso
O che bel stare è star in Paradiso.

Ohimè che orribil star qui nell’inferno
Ove si vive in pianto e foco eterno
Senza veder mai Dio in sempiterno
Ahi, ahi, che orribil star giù nell’inferno.

Là non vi regna giel, vento, calore,
Che il tempo è temperato a tutte l’hore
Pioggia non v’è, tempesta, nè baleno,
Che il Ciel là sempre si vede sereno.

Il fuoco e ‘l ghiaccio là, o che stupore

Le brine, le tempeste, e il sommo ardore
Stanno in un loco tutte l’intemperie
Si radunan laggiù, o che miserie.

Havrai insomma là quanto vorrai

E quanto non vorrai non haverai
E questo è quanto, o Musa, posso dire
Però fa pausa il canto e fin l’ardire.

Quel ch’aborrisce qua, là tutto havrai
Quel te diletta e piace mai havrai
E pieno d’ogni male tu sarai
Disperato d’uscirne mai, mai, mai!

O che bel stare è star in Paradiso

Dove si vive sempr’in fest’e riso
Vedendosi di Dio svelato il viso
O che bel stare è star in Paradiso.

O qué agradable estar en el Paraíso,
Donde siempre se vive entre fiestas y risas,
Viéndose revelado el rostro de Dios.
O qué agradable estar en el Paraíso.

Ay de mí, qué horrible estar en el infierno,
Donde se vive el llanto y el fuego eterno
Sin ver nunca más al Dios eterno.
Ay, qué horrible estar abajo en el infierno.

Allí no reina en el viento, ni el calor,
El clima siempre es templado
No hay lluvias, tormentas, ni rayos,
El cielo siempre está tranquilo.

El fuego y el hielo allí, o maravilla
Las heladas, las tormentas y el calor
Se concentran allí, o miseria.
Siempre hace mal tiempo.

Allí tendrás cuanto quieras
Lo que no desees no lo verás
Es, oh Musa, todo lo que puedo decir
Paro no romper con la audacia y el canto.

Aquel que aborrezca aquello, todo lo tendrá
Aquel que disfrute nunca lo tendrá
Y lleno de todos los males estará
¡Desesperado por no escapar nunca más!

O qué agradable estar en el Paraíso,
Donde siempre se vive entre fiestas y risas,
Viéndose revelado el rostro de Dios.
O qué agradable estar en el Paraíso.


viernes, 11 de diciembre de 2015

T. Bretón: La verbena de La Paloma

Dirección musical: Cristóbal Soler
Dirección de escena: José Carlos Plaza
Escenografía e iluminación: Paco Leal
Vestuario: Pedro Moreno
Coreografía: Natalia Ferrándiz

Reparto:

Enrique Baquerizo, Emilio Sánchez, Damián del Castillo, María Rodríguez, María Rey-Joly, Mar Abascal, Amelia Font, Sara Salado, María Mezcle, Santos Ariño, Ricardo García, Graciela Moncloa, Didier Otaola, Sebastiá Peris, Gerardo Bullón, Xavi Montesinos, Ana Goya, Encarna Piedrabuena, Carolina Rocha, Irene Caja, Joseba Pinela, Alicia Martínez, Montse Peidro, Lorenzo Jiménez, Pepa Gracia y Juan Carlos Martín.

La Verbena de la Paloma, pleno agosto madrileño, calor sofocante, escarceos amorosos, un viejo boticario que sueña juveniles conquistas, "una morena y una rubia...", modistillas que se dejan querer y celos, muchos celos, de Julián con Susana... "¿Dónde vas con mantón de Manila...?"
Todo el tipismo de un Madrid castizo, real o soñado, con un escenario que nos hace sentirnos en pleno barrio de Lavapiés, o de La Latina... Un vestuario mimado, ciñendo las cinturas femeninas, y estilizando a los varoniles chulapos que silabean para darse importancia, como diciendo, ¡Aquí estoy yo! Para esta obra cumbre del "Género Chico", esa luz que ilumina una partida de cartas, a la puerta de la taberna, y esos faroles madrileños que pintan una noche de Verbena de La Paloma.
No hay número musical de esta obra que no sea inmediatamente reconocido por el público, desde el preludio, hasta el famoso dúo de Julián y Susana, pasando por las coplas de Don Hilarión y el concertante "Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad...".

Argumento
Es la noche del 14 de agosto en Madrid y se celebra la verbena de la Virgen de La Paloma. La señá Rita está preocupada por Julián, un joven que tiene problemas amorosos pues esa misma mañana ha visto a su novia en un coche con otro hombre. Don Hilarión se dispone a ir a la verbena con dos muchachas que conoce: Casta y su hermana Susana, la novia de Julián. Por las calles de La Latina y tras varios incidentes entre Julián y D. Hilarión por culpa de la muchacha, el inspector tiene que intervenir para restablecer finalmente el orden y reanudar el baile de la verbena.

lunes, 30 de noviembre de 2015

F. Mendelssohn: Salmo 42, "Wie der Hirsch schreit", Op. 42

Coro y Orquesta Filarmónica de la Radio de Holanda
Philipp Herreweghe, director

De los siete salmos que Mendelssohn compuso, el Salmo 42 "Wie der Hirsch Schreit" es sin duda el más conocido. Su matrimonio con Cécile Jeanrenaud le llenó de alegría y fue durante su luna de miel en 1837 en Roma cuando compuso algunas de sus obras más importantes, entre ellas gran parte del Salmo 42, aunque no se publicó hasta 1839.

El Salmo 42 de Mendelssohn es, en palabras de Schumann, “su mejor obra religiosa”. El texto está extraído del Libro de los Salmos y sigue la traducción que del mismo efectuara Martin Lutero. Ferdinand Hiller, compositor y amigo de la infancia de Mendelssohn destacó de la obra, cuando se la mostró por primera vez, el profundo sentimiento reinante a través de toda ella, fruto de sus profundas creencias religiosas y su absoluta sumisión a los designios de Dios.

La obra está dividida en siete movimientos. Tras el Coro inicial “Wie der Hirsch schreit”, llega el Aria “Meine Seele dürstet nach Gott” de la soprano, en diálogo con el oboe, un dúo que recuerda a la obra vocal de Bach, que con frecuencia hacía uso de esta combinación. El Recitativo sirve como puente hacia la segunda Aria de la soprano, acompañada en esta ocasión por las sopranos del coro. El carácter agitado del Recitativo/Aria en el cuarto tiempo contrasta con la entrada de las voces masculinas con la pregunta “Was betrübst du dich, meine Seele?” y la posterior respuesta del coro “Harre auf Gott!”. Este breve momento de afirmación, sin embargo, es pronto interrumpido por la soprano, quién, en un segundo recitativo expresa una vez más la desesperación, la duda y el anhelo de Dios. El texto del Quinteto de voces “Der Herr hat des Tages verhei_en seine Güte” hace hincapié en la misericordia de Dios mientras que la soprano continúa expresando el temor y la duda. Al final del movimiento las voces masculinas y la soprano aúnan fuerzas, lo que implica la aceptación del alma turbada. El último Coro recupera el texto del cuarto movimiento, ahora en una extensa y afirmativa fuga.

J. Brahms: Nänie, Op. 82


Nänie, obra compuesta entre 1880 y 1881, es un profundo y reposado lamento sobre un texto de Friedrich Schiller (1759-1808), que junto con Goethe, fue el máximo representante de la poesía alemana y uno de los más destacados miembros del romanticismo literario. Brahms compuso la obra en memoria de su amigo Anselmo Feuerbach, pintor neoclásico fallecido en enero de 1880. Sin embargo, y a pesar del motivo sombrío que le indujo a componerla, Brahms trata el texto, que evoca los Noeniae de la Antigua Roma –procesiones cantadas por los parientes de los difuntos- en un tono lírico y vital, cargando la composición de una visión serena de la muerte próxima a la de Un Réquiem Alemán.

Nänie está dividida en tres movimientos: andantepiù sostenuto y tempo I. Comienza con un radiante Re mayor que introduce la orquesta, y da paso al coro que, utilizando un compás de 6/4, convierte los hexámetros de Schiller en un canon ágil y conmovedor. La obra se desarrolla dentro de un sobrio estilo polifónico con breves pasajes fugados.

J. Brahms: Canción del Destino, Op. 54

Orquesta Sinfónica de la Radio de Hesse
Collegium Vocale de Gante
Philipp Herreweghe, director

Brahms comenzó a bosquejar la Canción del destino en el verano de 1868 durante una visita a su buen amigo Albert Dietrich en Wilhelmshaven. En la biblioteca personal de Dietrich, Brahms descubrió el fragmento Hyperions Schicksalslied en la inacabada novela de Hӧlderlin, Hiperión. Dietrich decía que Brahms había recibido la inspiración para su obra al haber leído los poemas mientras contemplaba el mar.

El tema poético opone la condición humana a la felicidad celeste de los dioses. En sus estrofas, se describe la dicha de los dioses y el sufrimiento de la humanidad. Brahms completó un esbozo inicial de dos versos de Hӧlderlin en forma ternaria con el tercer movimiento como una reformulación completa del primero. Sin embargo, no quedó satisfecho con esta re-expresión del primer movimiento para cerrar la obra, ya que pensaba que anularía la dura realidad representada en el segundo movimiento. Este conflicto no llegó a resolverlo y dejó provisionalmente la obra para centrar su atención en la Rapsodia para contralto.

La Canción del destino se terminó cuando Hermann Levi le sugirió que para concluirla hiciese una re introducción de un preludio exclusivamente orquestal, en vez de un retorno total del primer movimiento. Brahms compuso finalmente el tercer movimiento como una vuelta del preludio orquestal del primer tiempo, aunque ahora en la tonalidad de do mayor y con una instrumentación más elaborada.


Brahms era reacio a romper la desesperación y la futilidad del segundo movimiento mediante el feliz retorno del primero. La vuelta del preludio orquestal parece ser "un deseo por parte del compositor para aliviar la penumbra de la idea con que concluye el texto por el derramamiento de un rayo de luz sobre el todo, dejando una impresión de esperanza".

viernes, 27 de noviembre de 2015

A. Borodin: En las estepas de Asia Central

Orquesta de la Academia Nacional de Santa Cecilia de Roma
Tugan Sokhiev, director

Alexander Borodin (1833 - 1887) se unió a las celebraciones por el XXV aniversario de la proclamación de Alejandro II como zar de Rusia con un breve poema sinfónico que tituló En el Asia Central, estrenado en San Petersburgo en abril de 1880 bajo la dirección de Rimski-Kórsakoff. La obra se hizo célebre por derecho propio casi inmediatamente, en Rusia y también en el resto de Europa, donde se hizo conocida con el título En las estepas del Asia Central.

La obra está dedicada "con veneración" al maestro del poema sinfónico, Franz Liszt, a quien Borodin había conocido años antes, en Weimar, hasta donde se desplazó durante una visita profesional a Jena en su carácter de hombre de ciencias.

Abiertamente programática, En las estepas del Asia Central ilustra la travesía de una caravana de soldados, imagen frecuente tras la expansión hacia el Este del Imperio Ruso propiciada por el zar homenajeado.

Borodin describió el ambiente que evoca la partitura, escenario señalado por una colaboración idílica entre conquistados y conquistadores:

"Es pleno día. En la estepa arenosa del Asia Central resuena un dulce canto ruso. Sobre el fondo se divisa una caravana de caballos y camellos y nos llega el eco de una melodía oriental. La caravana se aproxima y prosigue hacia el inmenso desierto escoltada por una patrulla de soldados rusos. La caravana avanza siempre hacia el sol. El canto de los conquistadores y la melodía de los conquistados se funden en una única armonía, y finalmente todo desaparece en el silencio de la estepa".

domingo, 22 de noviembre de 2015

A. Borodin: Sinfonía nº 2 en si menor, Op. 5

Allegro
Scherzo: Prestissimo. Allegretto
Andante
Finale: Allegro

Real Orquesta del Concertgebouw de Ámsterdam
Karek Mark Chichon, director

La imagen soberana de la Gran Rusia de la segunda mitad del siglo XIX y los aspectos positivos del Estado se ven reflejados perfectamente en la ópera de Alexander Borodin El príncipe Ígor. Los musicólogos destacan las huellas de la épica rusa en esta obra: los héroes tradicionales, los rasgos idealizados del país y el sello terrible y hasta amenazante de la potencia como ecos de la futura dictadura imperial.


En general, a Borodin se le considera creador de un mundo artístico singular, una especie de “épica musical”. En su Sinfonía nº 2 (“Bogatírskaya”) presenta una escrupulosa pintura de la vida de los héroes rusos legendarios, incluyendo sus batallas, festines y exultaciones.

Borodin comenzó a bosquejar su Segunda sinfonía en el año 1869, al tiempo en que trabajó en una de sus partituras más representativas: la ópera épica El príncipe Ígor. Borodin pasó los seis años siguientes componiendo y revisando con especial cuidado la partitura de su Sinfonía, y no sólo tuvo que parar el proceso creativo por sus responsabilidades como científico, sino que algunos proyectos paralelos con sus compañeros del Grupo de los Cinco distrajeron varias veces la atención en su Opus 5.

En muchos sentidos tanto El príncipe Ígor como la Segunda sinfonía resultaban ser muy próximas, pues en ambas Borodin echó mano de algunos aspectos que siempre lo caracterizaron tanto en relación con el grupo artístico al que pertenecía como en todo el movimiento nacionalista ruso en general. Dichos factores incluían su gusto manifiesto por la música venida de Oriente, con sus exuberantes y casi hipnóticos colores, además de dar cabida a melodías de corte folclórico ruso en varias partituras; todo lo cual se halla presente en las obras antes citadas, dando como resultado en la Segunda sinfonía una música de alcances épicos, de enorme sentimiento heroico y con una coloración típicamente oriental de su orquestación.

En un texto de Louis Biancolli encontramos la siguiente referencia:

“Borodin comunicó a (su amigo) Stasov, que la aspereza de ánimo vigoroso y bárbaro, en el primer movimiento retrataba un encuentro entre antiguos príncipes rusos; que el Andante miraba hacia atrás, intentando remontarse a las canciones de los primeros ministriles (o trovadores) eslavos llamados bayani y que el final intentaba evocar un banquete de héroes legendarios, en medio del regocijo popular …Stasov le dio como sobrenombre ‘Sinfonía del Paladín’ (Bogatyr en ruso).”

Borodin visitó a Liszt en Weimar en 1877 y durante una de sus charlas el ruso llevó bajo el brazo una transcripción para piano de su Segunda sinfonía, que ambos tocaron de principio a fin. Liszt le hizo algunas observaciones a Borodin; especialmente le pidió que ni se le ocurriera hacer cambio alguno en la partitura pues ésta era perfecta, además de (según Biancolli):

“…habló de su perfecta lógica de construcción, (y) lo que más le impactó fue su osadía, audacia sin cortapisas. ‘Es vano decir que no hay nada nuevo bajo el sol; esto es bastante nuevo’ le dijo a Borodin, quien se quedó sin poder articular palabra de la sorpresa.”

Tan grande era el interés de Liszt que al conocer la Segunda sinfonía de Borodin mandó un telegrama a su editor para que le enviara de inmediato partitura y materiales de orquesta. Su pasión llegó al grado de dirigirla en Weimar al día siguiente de llegar la partitura a sus manos. Y gracias a ello, los centros musicales más destacados de Europa vieron pronto programada la nueva obra de Borodin, llegando -según se informa- hasta Cincinnati en los Estados Unidos para los conciertos de la temporada 1898-99.

jueves, 19 de noviembre de 2015

H. Berlioz: Lélio, ou Le Retour à la Vie, op. 14b

Jean Topart (Narrador)
Charles Burles (Tenor)
Jean Van Gorp (Barítono)
Nicolai Gedda (Tenor)
Michel Sendrez (Piano)
Marie Claire Jamet (Arpa)
Coro y Orquesta Nacional de la Radiodifusión Francesa

00:00          El Pescador - Sobre una traducción de la balada de Goethe El pescador.
10:37           Coro de Sombras - Evocación de la atmósfera fantasmagórica de Hamlet de Shakespeare. Esta pieza reutiliza fragmentos de la cantata de Berlioz La mort de Cléopâtre.
20:02             Coro de Bandoleros – Celebración de la libertad por parte de los bandidos en Calabria.
25:39              Canto de Felicidad - Recuerdos - La música proviene de la cantata La mort d’Orphée.
El Arpa Eólica - Fragmento orquestal. La música procede asimismo de la cantata La mort d’Orphée. En el Romanticismo, el arpa eólica es un símbolo destacado de la inspiración artística.
39:00             Fantasía sobre « La Tempestad », de Shakespeare – Fragmento para coro y orquesta cantado en italiano. 

Lélio, ou le retour a la vie es un monodrama lírico que refleja la intimidad de Berlioz. Podría definirse como un melólogo, es decir un subgénero teatral protagonizado por una sola persona, que consiste en el desarrollo de un monólogo en el que los pasajes culminantes o emotivos son subrayados por un acompañamiento musical.
La obra ofrece al oyente-espectador un paseo emocional por la intimidad del propio Berlioz. Así, dado que la Sinfonía fantástica nos presenta la música programática del suicidio por sobredosis de opio de un compositor, entre terribles visiones, en Lélio se asiste al despertar del infructuoso suicidio. Apenas una suerte de ensueño, en el que las tristezas de una vida y la ausencia del amor por la mujer perdida, irán tomando forma en una sucesión de momentos de declamación, canto y música orquestal -tan del gusto romántico-, con la omnipresente idée fixe figurando ubicuamente a la amante desaparecida en esta nueva vida a la que Lélio-Berlioz regresa, no sin evidente disgusto, y a la que sólo la esperanza en la literatura, el arte y la belleza podrán devolverle su razón de ser.
Esta obra supone el primer uso del piano como instrumento de la orquesta. Berlioz, que rara vez se repite, no volverá a utilizar este recurso.

martes, 17 de noviembre de 2015

H. Berlioz: Sinfonía Fantástica, H 48

Orquesta Sinfónica de Chicago
Stéphane Deneuve, director

Sinfonía fantástica, H 48. Episodio de la vida de un artista 

Movimientos:
1. Sueños. Pasiones
2. Un baile
3. Escena en el campo
4. Marcha al suplicio
5. Sueño de una noche de aquelarre

La música del Romanticismo surgió como una reivindicación del papel determinante de las emociones del individuo en la configuración de la obra, en detrimento del equilibrio formal entre armonía y melodía, llevado por el Clasicismo a sus más elaboradas manifestaciones. Como fruto de esta apertura formal, la creación musical se aventuró en caminos inexplorados y de tan diversos estilos como múltiples eran las fuentes emocionales de cada uno de los compositores. Si en la época clásica el “contenido” se vertía sobre la “forma” ya establecida, en la época romántica el contenido desvirtúa los medios consensuados de expresión y determina ahora la forma misma de la composición.
 
En este contexto, la Sinfonía fantástica, H 48, Episodio de la vida de un artista, del compositor francés Hector Berlioz, adquiere un papel fundacional, pues transgrede las normas clásicas de la sinfonía y reconstruye su estructura hasta el punto de modelarla según los movimientos antojadizos de un alma dominada por la pasión amorosa. La configuración instrumental de la obra se articula con base en un texto literario esbozado por el propio autor, en donde se narran los encuentros y desencuentros de un artista con su amor ideal, una mujer típicamente romántica que es motivo de constante desesperación; en exacerbadas visiones él la asesina y la encuentra después en el infierno, reducida a una aparición grotesca, tras ser juzgado y ejecutado por su crimen.
 
La Sinfonía fantástica consta de cinco movimientos, en oposición a la división en cuatro propia de la sinfonía clásica, denominados y constituidos de la siguiente manera:
 
I. “Sueños. Pasiones”: Introduce una “idea fija”, concepto empleado por Berlioz para referir un tema instrumental que representa un motivo recurrente de la composición, y en este caso particular, a la mujer amada.
 
II. “Un baile”: El movimiento ternario recurrente en la sinfonía clásica representa aquí un baile de vals, donde el artista contempla el movimiento gracioso de su amada y la encuentra dotada de una brillantez que ensombrece la totalidad del recinto en que se halla.
 
III. “Escena en el campo”: El componente bucólico, común a la evocación romántica, hace su aparición en un diálogo de instrumentos pastoriles, momentáneamente eclipsado por los timbales, que anuncian el trueno y el relámpago, en una clara asociación entre paisaje y subjetividad humana.
 
IV. “Marcha al suplicio”: El cielo sombrío da inicio a una fantasía de opio del protagonista, en la que sueña que ha asesinado a su amada, y que marcha hacia su ejecución en medio de toques triunfales interrumpidos al final por el abrupto sonido de la guillotina.


 
V. “Sueño de una noche de aquelarre”: Finalmente, el artista sueña que asiste a su propio funeral, en medio de un aquelarre rodeado de visiones infernales, donde hace presencia su amada en forma de bruja, representada ahora como una melodía grotesca que difiere enormemente del ideal evocado en los movimientos anteriores.

La Sinfonía fantástica es una de las más reconocidas obras de la música programática, la que vincula el arte musical a otras manifestaciones artísticas, y constituye así una referencia muy ilustrativa del  Romanticismo musical, que pretendió neutralizar las aparentes divisiones observadas en el mundo y articularlo todo en un mismo ser orgánico y primordial, dinámico y coherente, estético y expresivo.

viernes, 6 de noviembre de 2015

L. van Beethoven: Concierto para violín en Re mayor, Op. 61

Anne-Sophie Mutter, violín
Orquesta Filarmónica de Berlín
Seiji Ozawa, director

El Concierto Op. 61 tiene tres movimientos:
Allegro ma non troppo (Re mayor)
Larghetto (Sol mayor)
Rondo. Allegro (Re mayor)
Además del violín solista, la orquestación comprende flauta, dos oboes, dos clarinetes, dos fagotes, dos trompas, dos trompetas, timbales y cuerdas.

El Concierto para Violín fue comenzado por Beethoven en 1806 y terminado justo antes de su estreno, el 23 de noviembre del mismo año. El estreno tuvo lugar en el Theater an der Wien, bajo la ejecución del celebrado violinista Franz Clement, que era uno de los músicos más virtuosos y celebrados de Viena. Discípulo de Haydn, tuvo una brillante carrera ascendente desde muy joven que lo llevó a tocar y luego dirigir en la Opera Imperial. Beethoven no escapó al grupo de notables que quedó impactado por la maestría de Clement, llegando más adelante a encomendarle la dirección del estreno de la Sinfonía Heroica. En 1806 fue Clement quien pidió a Beethoven que le aportara un Concierto para Violín, para ser presentado en un importante concierto benéfico. Beethoven accedió, pues respetaba profundamente a Clement y era uno de los pocos músicos de quien estaba dispuesto a recibir una crítica. El concierto, como era usual en Beethoven, fue concluido en el último minuto, con poquísimo tiempo para ensayarlo y gracias a la prodigiosa memoria de Clement, el estreno se salvó de terminar en desastre. La reacción del público fue tibia, no sólo por los huecos dejados por la improvisación, sino por la longitud del concierto y sus alcances de inusual sinfonismo, elementos inimaginables para la época. Tras un par de interpretaciones más, la obra no volvió a ser ejecutada hasta 1844, cuando otro niño prodigio, Joseph Joachim, lo volvió a tocar en Leipzig bajo la batuta de Mendelssohn. El éxito en ésta ocasión fue estruendoso, abriendo la entrada definitiva de la obra en el repertorio de los grandes conciertos para violín.


El concierto marca un hito histórico en el género, pues introduce elementos novísimos. En primer lugar resulta llamativo el despliegue de un gran concierto a partir de una economía musical casi espartana. El violín siempre mantiene su protagonismo pero sin efectuar lucha ni oposición contra la orquesta; al contrario el trabajo en armonía les hace aumentar su brillo mutuamente. La longitud del concierto, que para la época pudiera haber sido un problema, hoy nos parece promedio al conocer la longitud de otros conciertos románticos. También a diferencia de otros casos, el concierto de Beethoven permite flexibilidad a la hora de incluir cadencias, desde las originales del compositor, hasta las variaciones personales del propio intérprete, muy resaltante hacia el final del primer movimiento y hacia la coda del último. Hoy en día no queda duda de la absoluta grandeza de ésta obra.

jueves, 5 de noviembre de 2015

E. Grieg: Concierto para piano en la menor, Op. 16


1 Allegro molto moderato

2 Adagio
3 Allegro moderato molto e marcato



Arthur Rubinstein, piano

Orquesta Sinfónica de Londres
André Previn, director


El único concierto para piano y orquesta de Grieg fue escrito en Dinamarca en 1868 y se estrenó en Copenhague, el 3 de abril de 1869, dedicado al pianista Edmund Neupert. La partitura se publicó en 1872: hoy la conocemos como primera versión.

Entre 1869 y 1872 había ocurrido muchas cosas, entre ellas una lectura de Liszt, con el autor en el podio, en 1870. Dada la verdadera “manía” de Grieg por revisar sus obras, es de suponer cambios significativos, mayores aún que los ocurridos entre la “primera versión” y la “definitiva”, que el autor revisa en los últimos años de su vida.

En cualquiera de las tres versiones la crítica contemporánea no hizo demasiado caso al concierto. La coincidencia de tonalidad con el de Schumann, y no sólo de la tonalidad como es bien perceptible en el primer movimiento, ya fue advertida en el estreno, y esa ha sido, ya desde entonces, una de las principales acusaciones. ¡Como si el intentar parecerse a Schumann que escribía su concierto cuando Grieg apenas había nacido fuera un pecado!

Todavía en 1903, cuando la última y definitiva versión se estrena en París, un severo Claude Debussy se extraña ante una estructura formal vacilante, llena de breves y lánguidos cantabiles enmarcados por vibrantes sonerías trompeteriles: no se entendían los porqués. Pero, curiosamente, al público, del que solistas, agencias, editoriales y casas discográficas son fieles servidores, les gustó el concierto y sigue otorgándole ese raro honor de situarle en sitio privilegiado del repertorio. 

Tal vez, el mayor peligro para el concierto es, precisamente, esa manía discográfica de meterle en el mismo disco con Schumann y, por supuesto, con los mismos intérpretes. Porque, no es la vecindad lo que le hace daño, sino el que rara vez el intérprete del Schumann es el adecuado para el Grieg, o viceversa, por lo que la aproximación se hace indecente promiscuidad.


El concierto debe mucho a Schumann, claro es, y también a los dos de Chopin, y no hay que olvidar a Liszt: la cadencia del primer tiempo, como se escribe con frecuencia, es impensable sin el conocimiento del húngaro. Pero es indudable que tiene personalidad propia, las melodías, los motivos cortos que, convenientemente variados, Grieg trata a la manera de secuencias, la armonía colorista y sabia, los intervalos desacostumbrados (peligrosos por lo tanto) y que Grieg integra con mucho ingenio dando un matiz exótico a estructuras muy simples, y ese aroma folk que sin romper ningún molde añade un agradable sabor picante a la cocina tradicional. Si a eso añadimos que el piano está muy bien tratado y que el solista se luce a poco interés que ponga, no es de extrañar el éxito.