Orchestre Philharmonique de Radio France
Myung-Whun Chung, director
En 1934 el Teatro Kírov de
Leningrado (en la actualidad, Teatro Mariinsky de San Petersburgo) encargó un ballet
a Prokófieff. El compositor solicitó una sinopsis de la inmortal historia de
amor de Romeo y Julieta a Adrian Piotrovsky y Sergey Radlov que, curiosamente,
tenía un final feliz, es decir, no morían los dos enamorados y se realizaban
sus anhelos de felicidad. Sin embargo, por diversas razones el Kírov rechazó la
obra.
En 1935 el Teatro Bolshoi de
Moscú se interesó por el ballet, pero cuando empezaron los primeros ensayos, su
extensa duración, la complejidad rítmica de la música y los pasajes de baja
sonoridad desconcertaron a los bailarines quienes finalmente la declararon
imposible de ser bailada: la obra no se llegó a estrenar.
Por si fuera poco, el gobierno
ruso de aquel entonces señalaba a Prokófieff y Shostakóvich como músicos no gratos
y a través del periódico Pravda, su
medio de comunicación oficial, publicaba artículos en los trataba de
desacreditarlos y los calificaba de "modernistas degenerados".
Prokófieff revisó la partitura de
su ballet y preparó dos suites para orquesta sinfónica, así como una
transcripción para piano, para tratar de dar a conocer la composición en
algunos conciertos.
Finalmente Romeo y Julieta pudo estrenarse con muy buena acogida el 30 de
diciembre de 1938 en la ciudad de Brno (República Checa).
En Rusia tuvo su primera
representación dos años más tarde, en una versión revisada, en el Teatro Kírov,
al cual estaba originalmente destinada, con una coreografía de Léonide Lavrovski,
que todavía sigue vigente. En 1962 la de John Cranko para el ballet de
Stuttgart proporcionó a esta compañía una reputación a nivel mundial y se
presentó en América en 1969. En 1965 el Royal Ballet de Londres presentó una
nueva producción con coreografía de Kenneth MacMillan y los famosos intérpretes
Rudolf Nureyev y Margot Fonteyn. También el propio Nureyev hizo otra
coreografía.
Romeo y Julieta está
articulado tres actos, quince escenas y 50 números musicales. El ballet se
presenta como una sucesión de cuadros que parecen cobrar vida con la música. La
partitura musical es una de las obras maestras de Prokófieff quien la cuidó con
exquisito detalle, incluyendo en la orquestación instrumentos infrecuentes como
la mandolina, el xilófono, las maracas, la pandereta, el carillón, el piano y
la celesta, entre otros, además de los habituales en una orquesta. Algunos
fragmentos gozan de gran popularidad, aunque toda la partitura es genial, unas
veces con música de dramática fuerza descriptiva, otras con bellas melodías de tenue
delicadeza, siempre con una original inventiva rítmica.
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