Orquesta Filarmónica de Viena
Carlos Kleiber, director
El hijo superó
al padre largamente. Al padre se le recuerda por la Marcha Radetzky. Al hijo, por las más de 500 piezas bailables,
entre las que se cuentan más de cien valses y otras tantas polkas y marchas,
compuestas entre 1840 (a los quince años) y 1899, año en que lo alcanzó la
muerte mientras se aplicaba a la composición de un ballet. Johann Strauss,
hijo, logró llevar el vals desde su condición original de danza campesina hasta
su conversión en una pieza musical bailable consentida en la corte de los Habsburgo,
en Viena, a mediados del siglo XIX.
Su pieza
más célebre es, desde luego, el vals En el bello Danubio azul, cuyo nombre de batalla, "El Danubio
azul", no resulta desconocido para nadie. La obra fue compuesta por
encargo: un vals cantado que hiciera a los vieneses olvidar la reciente
derrota sufrida a manos de Prusia, durante la guerra de pintoresco nombre, "de las
siete semanas", acaecida el año anterior, 1866. La obra no gustó. Tampoco
Johann le tenía mucha confianza: "no era suficientemente pegadiza".
Sin embargo, poco después, invitado a actuar en París, decidió incluir en el
programa este vals malquerido, pero sin los coros. Fue un éxito rotundo. Hasta
el día de hoy.
El más famoso
vals celebra la incomparable belleza del larguísimo río Danubio, que atraviesa
cinco capitales de Europa y que en alguna época habrá sido azul, aunque, casi con
toda seguridad, tampoco lo era en tiempos de Strauss.
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