En la Sevilla del siglo XVII, Don Giovanni es un seductor sin escrúpulos que atrae sobre sí el odio y el deseo de venganza de poderosos enemigos, aunque él mismo no lo descubre hasta que, quizás, sea demasiado tarde. Se trata de una adaptación cinematográfica de la ópera de Mozart.
Título original: Don Giovanni.
Año: 1979.
Duración: 169 min.
País: Italia.
Director: Joseph Losey.
Guión:
Joseph Losey, Patricia Losey, Frantz Salieri (Idea: Rolf Liebermann. Historia:
Lorenzo Da Ponte).
Música:
Wolfgang A. Mozart.
Fotografía: Gerry Fisher.
Reparto: Ruggero Raimondi, Edda Moser,
Kiri Te Kanawa, José Van
Dam, Kenneth Riegel, Teresa Berganza, John Macurdy.
Productora: Coproducción
Italia-Francia-Alemania-GB.
Género: Musical-Ópera.
La venganza y la rabia rebosan en el corazón de Doña Ana
(Edda Moser) por la muerte de su padre, el Comendador (John Macurdy), a manos
de Don Giovanni (Ruggero Raimondi).
Ajeno a esos sentimientos, Don Giovanni continuará, sin
escrúpulos, acosando a damas de cualquier clase y condición.
29 de octubre de 1787. Teatro de los Estados de Praga.
Wolfgang Amadeus Mozart se pone al frente de la orquesta para dirigir la
primera representación de “Don Giovanni”, una de las cumbres de la ópera y de
la que más se enorgullecía el excelso músico.
Casi dos siglos después, Joseph Losey se coloca detrás de la
cámara para adaptar al celuloide, con la ayuda en el guión de su mujer,
Patricia Losey, y Frantz Salieri, este drama jocoso en dos actos.
El reparto artístico elegido para ejecutar tamaña empresa,
no hubiera defraudado al autor de la obra de haber levantado la cabeza desde la
fosa común en la que fue enterrado: Ruggero Raimondi en el papel principal
(después vendría “Carmen de Bizet” (1983) y “Boris Godunov” (1990)), Kiri Te
Kanawa interpretando a Doña Elvira, Jose Van Dam como Leporello, la citada Edda
Moser como Doña Ana y Teresa Berganza dando vida a Zerlina, entre otros.
Para respaldar acústicamente la propuesta: la Orquesta y
Coro de la Ópera de París con Lorin Maazel cogiendo la batuta. Pero es que
además hay que añadir la escenografía de Alexandre Trauner (“El apartamento”
(1960), “El hombre que pudo reinar” (1975)) y, cómo no, los exteriores de la
mágica y luminosa Venecia, cuya presencia desde la espectacular obertura es
todo un lujo.
La puesta en escena, muy fiel al libreto que desarrollara
Lorenzo Da Ponte, incluye el moralizante epílogo que fuera desechado en su día
por el mismísimo Gustav Mahler; y refleja, también, el ambivalente
comportamiento de Doña Ana, reseñado en la más recomendada biografía de Mozart,
escrita por Wolfgang Hildesheimer.
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