sábado, 15 de febrero de 2014

Piotr I. Chaikovski: Concierto para violín en re mayor, op. 35



Maxim Vengerov, violín
Orquesta Sinfónica Estatal de Moscú
Pavel Kogan, director

La obra tiene tres movimientos:
Allegro moderato
Canzonetta: Andante
Allegro vivacissimo

La orquesta está formada por dos flautas, dos oboes, dos clarinetes en la y si bemol, dos fagotes, cuatro trompas, dos trompetas, timbales y cuerdas. También existe un arreglo para violín y piano del concierto efectuado por el propio Chaikovski en marzo de 1878.

El concierto se desarrolla en un clima poético donde siempre está presente la melancolía eslava. Chaikovski da rienda suelta a las introvertidas "pausas" de contemplación vaticinadora de tragedia, así como a las repentinas pinceladas rítmicas y colorísticas, que constituyen la otra cara —extrovertida y dionisíaca— de su doble y contradictoria personalidad. En estas fases más vitales se aprecia la conocida afición de Chaikovski hacia la danza, desde la española —aunque con algunos matices rítmicos que recuerdan la polonesa del primer movimiento, Allegro moderato— al encendido ritmo de gopak —baile típicamente ruso—, que se renueva en un crescendo repetitivo cada vez más elaborado y brillante en el Allegro vivacissimo que cierra el concierto. Sin embargo, los elementos que componen la obra, en su heterogeneidad, no poseen nunca un carácter rapsódico, pues la íntima presencia de motivos de conexión garantiza la indudable continuidad narrativa del mensaje musical; mensaje en el que tan sólo hay cambios drásticos de estado de ánimo, de meditaciones dolorosas y de impulsos de alegría, de esa alegría que la crisis existencial del músico parecía haberle negado. En suma, este concierto, lejos de ser fruto de un sentimentalismo fácil, se debe a una serie de contradicciones "fatales", que le introducen en el contexto de la producción chaicovskiana como una especie de confesión personal.

El concierto se divide en tres movimientos. El primero de ellos, "Allegro moderato", se inicia con amplia introducción, dándose luego entrada al violín solista, el que, después de una breve "cadenza" expone el fascinante y rítmico tema que ha de primar en la extensión de este movimiento. Destacan bellísimas sonoridades del violín en brillante "staccato", siendo acompañadas por el fondo orquestal, con vigoroso carácter e intenso colorido. El tema principal, que se resuelve en habilísimas variaciones, culmina en la magnífica "cadenza", donde el instrumento solista exhibe el virtuosismo de una técnica irreprochable, pródiga de arpegios, rápidas escalas y trinos que finalmente se confunden en el rumor orquestal, que eleva sus posibilidades con extremo impulso sonoro hasta llegar a una "coda", después de la cual este primer tiempo del concierto logra una vigorosa conclusión. El segundo movimiento, "Canzonetta. Andante", presenta cierto sabor eslavo. Las cuerdas exponen dulcemente la melodía, que luego repite el violín acentuando la melancolía y el tono romántico que prima en gran parte de la obra de Chaikovski. La flauta y el clarinete dejan también percibir su eco, con delicadas sonoridades hasta llegar a constituir un diálogo con el violín de encantadores contornos; detalles que unidos a la expresión melódica hacen de este pasaje uno de los instantes más bellos e inspirados de la partitura. Un rítmico "Allegro vivacissimo" cambia la atmósfera del movimiento anterior, acercándose así al final de este concierto. El frenesí de las danzas eslavas llega a vislumbrarse a través de los potentes acentos orquestales y de las sonoridades del violín, que alcanzan contornos espectaculares en los pasajes que cierra la obra.

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