Vadim Repin, violín
Filarmónica de la Radio de Francia
Myung-Whun Chung, director
La Sinfonía
española de Édouard Lalo es en realidad un concierto para violín y orquesta
ompuesto por cinco movimientos (aunque hasta hace poco solía omitirse el tercero), a
medio camino entre la suite y la
sinfonía concertante. Sus tiempos son:
1.
Allegro non troppo2. Scherzando (Allegro molto)
3. Intermezzo (Allegretto non troppo)
4. Andante
5. Rondo (Allegro)
La obra está planteada desde el principio para el lucimiento virtuosístico del ya entonces celebérrimo violinista navarro, Pablo de Sarasate, a quien está dedicada la partitura. No estamos por tanto ante una página de marcada personalidad ni de especial inspiración creativa. Su objetivo, lisa y llanamente, es enganchar al público con pegadizos ritmos y melodías de sabor español, ofreciendo al mismo tiempo un vehículo para que el solista dé rienda suelta a su más desatado y arrollador virtuosismo.
El primer movimiento, Allegro non troppo, consiste en una serie de variaciones del solista sobre un tema de ritmo español; éste es expuesto ya en los primeros compases, tras la brevísima introducción por parte de la orquesta de una melodía de aire oriental, que también va a desempeñar un papel destacado en este movimiento. Progresivamente el violín va explorando todas sus posibilidades -trinos, escalas, etc.- y entabla un diálogo con la masa orquestal, unas veces enriquecedor para ambos, otras de claro enfrentamiento; todo ello para desembocar en el registro agudo del instrumento y culminar de la más brillante manera posible la pieza, quizá la más propiamente sinfónica -por el desarrollo de su material temático- de las cinco que conforman esta partitura.
Le sigue un Scherzando
(Allegro molto) bastante más breve,
de carácter eminentemente folclórico y danzable, a la manera de una seguidilla,
en el que no resulta difícil reconocer por momentos -entre otras- la célebre
canción popular andaluza “El Vito”. Su apaciguada conclusión en pianissimo enlaza con el tono
relativamente más sombrío del Intermezzo (Allegro
non troppo). Omitido en algunas interpretaciones de otros tiempos pero hoy
afortunadamente recuperado, se trata de una página con ritmo de bolero, o más
bien de habanera, que independientemente de su discreta inspiración melódica
supone una verdadera prueba de fuego para el virtuoso que se atreva a
ejecutarla. No en balde Lalo escribió pensando fundamentalmente en las al
parecer ilimitadas posibilidades de Sarasate.
El remanso lírico del Andante, solemne, a la vez que contemplativo y melancólico,
bastante menos interesado por el pintoresquismo español que por el despliegue
de sentimientos más sinceros y personales, llega en algún momento a bordear
lo dramático. A pesar de todo, la cadencia ofrece una
nueva oportunidad para hacer alarde de la más depurada técnica violinística.
La obra se cierra con un chispeante y festivo Scherzando (Allegro molto), tan tópico
como efectivo en su orquestación, que tras un remanso en forma de habanera para
que el violín obtenga un respiro melódico obliga al solista a explorar todos
sus registros, del grave al agudo, y sus más enrevesados recursos
técnicos. Todo ello dentro de una atmósfera presuntamente andaluza que
comprensiblemente entusiasmó al público parisino del estreno.
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