Joven Orquesta Gustav Mahler
Jonathan Nott, director
1. Vorgefühle (Premonición)
2. Vergangenes (El pasado)
3. Farben, mässig (Colores, moderado)
4. Peripetie, sehr rasch (Peripecia, muy rápido)
5. Das obligate Rezitativ, bewegen. (El recitativo obbligato, movido)
Los subtítulos fueron agregados de mala gana por el propio
Schönberg a petición del editor. La pieza hace evolucionar el concepto de “cromatismo total”
y fue compuesta cuando Schönberg atravesaba una intensa crisis personal y
artística, lo cual se ve reflejado en las tensiones y la violencia, en
ocasiones extrema, de la partitura. A momentos inestable e inquietante, la música
posee un paralelo particular con el movimiento expresionista de la época, en
particular su preocupación por el subconsciente y la locura incipiente.
Schoenberg comenzó a escribir sus "Cinco Piezas para
Orquesta" el 23 de mayo de 1909. Henry Wood dirigió el estreno en Londres,
el 9 de marzo de 1912. La obra fue recibida con desconcierto por parte de la
prensa y el público. El nuevo lenguaje introducido en esta obra resultaba poco
comprensible. Después de muchos años se ha avanzado ligeramente en la
comprensión de los nuevos sonidos y procedimientos...
Los años de 1909 a 1911 representaron un período de enorme
riqueza cultural y avance artístico en Viena. Es imposible señalar con
exactitud cuándo termina una era y comienza otra, pero en esos años Gustav
Mahler compuso su apasionada despedida al siglo XIX: su Novena Sinfonía. En ese mismo verano, Schoenberg escribió las
revolucionarias Cinco Piezas para Orquesta,
obra que ofrece una visión optimista del nuevo siglo. Otros compositores de la
vieja generación también estaban despidiéndose en términos musicales. Por ejemplo,
Richard Strauss compuso El Caballero de
la Rosa, una apoteosis del vals, símbolo de la Viena del siglo XIX.
Mientras tanto algunos compositores jóvenes, como Alban Berg e Ígor Stravinski,
estaban forjando el nuevo estilo.
La nueva música, con su cromatismo total, tiene su raíz en
los dramas musicales wagnerianos, sobre todo en Tristán e Isolda. Pero los lazos inmediatos entre lo viejo y lo
nuevo fueron Mahler y Schoenberg. El primero, que jamás abandonó la tonalidad, apoyaba
a Schoenberg, Berg y Anton Webern, aunque no estaba seguro de comprender su
música. Por su parte, los compositores de la Segunda Escuela de Viena
respetaban a Mahler y su obra. La orquestación, los frecuentes cambios anímicos
y la riqueza contrapuntística de las demoníacas Cinco Piezas de Schoenberg son deudoras de la obra de Gustav
Mahler.
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