Kathleen Battle, soprano
Frank Lopardo, tenor
Thomas Allen, barítono
Coro Sin-Yu Kai
Orquesta Filarmónica de Berlín
Seiji Ozawa, director
I.- FORTUNA IMPERATRIX
MUNDI
1. O Fortuna
2. Fortune plango vulnera
II.- PRIMO VERE
3. Veris leta facies
4. Omnia Sol Temperat
5. Ecce Gratum
III.- UF DEM ANGER
6.
Tanz.
7.
Floret Silva Nobilis
8.
Chramer, Gip Die Varwe Mir
9.
Reie.
10.
Were Diu Werlt Alle Min
IV.- IN TABERNA
11. Estuans interius
12. Cignus ustus cantat
13. Ego sum abbas
14. In taberna quando sumus
V.- COUR D'AMOURS
15.
Amor volat undique
16. Dies, noxe et omnia
17.
Stetit puella
18. Circa mea pectora
19. Si puer cum puellula
20. Veni, veni, venias
21. In truitina
22. Tempus es iocundum
23. Dulcissime
VI.- BLANZIFLOR ET
HELENA
24. Ave formosissima
VII.-FORTUNA
IMPERATRIX MUNDI
25. O Fortuna
En 1803, durante la desamortización, se encontró en Benediktbeuren, una abadía
de benedictinos en Baviera, un volumen con cerca de doscientos poemas y
canciones medievales. Los autores fueron monjes y eruditos errantes de vida
licenciosa, conocidos en la historia como goliardos; los textos estaban en latín,
alemán popular y algunos en francés. La inspiración cubría una amplia gama,
desde lo desvergonzadamente grosero a Homero, Cátulo y Ovidio, y se trataban
dos temáticas principales, lo amoroso y lo satírico. Esa colección llevaba el
nombre de Carmina Burana.
Carl Orff (1895-1982) descendiente de una antigua
familia de eruditos y militares de Múnich se interesó desde muy joven por esa
colección y realizó una especie de arreglo en “canciones seculares (no
religiosas) para solistas y coros acompañados de instrumentos e imágenes
mágicas”.
Carmina Burana, cantata
compuesta en 1937, presenta una concepción pagana de la vida con una música
clara hasta la ostentación, rítmica elemental, elementos arcaicos – armonías
aparentemente antiguas, coros sin polifonía- y efectos obtenidos con una
percusión abundante.
La cantata está enmarcada por un símbolo de
antigüedad, la rueda de la fortuna, que gira eternamente trayendo
alternadamente mala o buena suerte, una parábola de la vida humana en constante
girar. El clamor del coro a la
Diosa de la
Fortuna introduce y concluye la obra que se divide en tres
secciones: el encuentro del hombre con la naturaleza, particularmente con la
naturaleza que despierta en primavera; su encuentro con los dones de la
naturaleza cuyo punto culminante es el don del vino en la sección In Taberna, y
su encuentro con el amor.
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