viernes, 8 de noviembre de 2013

F. Chopin: Nocturno en fa sostenido mayor, op. 15 nº 2

Krystian Zimerman, piano
 
Los nocturnos suelen ser piezas tranquilas, expresivas y líricas, a veces un tanto oscuras, que, a pesar de su poético y misterioso nombre pueden ser portadores de intensas emociones.

La palabra Nocturno, que ya fue empleada por Haydn, designaba principio una serenata, todavía sin relación alguna con la forma que ilustraría Chopin.

El nocturno en su forma más común, es decir, como una pieza de un solo movimiento generalmente escrita para piano solo, fue un género cultivado sobre todo en el siglo XIX. Los primeros fueron obra de John Field, alumno de Clementi y verdadero padre del nocturno romántico, quien dotaba a sus obras de una característica melodía cantabile con un acompañamiento arpegiado, muy similar al de la guitarra. Sin embargo, el más valioso exponente de esta forma musical es Fryderyk Chopin, que escribió veintiuna obras de este tipo.

Los nocturnos chopinianos fueron escritos entre 1829 y 1846. Los numerados del 1 al 18 se publicaron en vida; el resto son obras póstumas. Uno de los aspectos que Chopin conservó del estilo del nocturno de Field fue la “melodía cantada” en la mano derecha, lo que es una de sus características más peculiares: el empleo de la melodía como si fuera una voz humana le confiere una mayor profundidad emocional a la pieza. Por otro lado, el hecho de tocar “acordes rotos” con la mano izquierda, o el uso intensivo del pedal a través de las notas sostenidas, así como el ritmo fluctuante, el uso del contrapunto, la armonía o la propia estructura de la forma son algunos de los elementos que contribuyen a crear ese ambiente tan especial, cálido y dramático que podría tildarse de “estética particular” en la música de Chopin.

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