jueves, 28 de noviembre de 2013

Johann Sebastian Bach: La Pasión según San Mateo, BWV 244 (Karl Richter, 1971)

Evangelista: Peter Schreier, tenor
Jesús: Ernst Gerold Schramm, bajo
Judas y Pilatos: Siegmund Nimsgren, bajo barítono
Arias de Soprano: Helen Donath
Arias de Contralto: Julia Hamari
Arias de Tenor: Hans R. Laubenthal
Arias de Bajo: Walter Berry
 
Orquesta y Coro Bach de Múnich
Karl Richter, director

El 11 de abril de 1727, Viernes Santo, en la Iglesia de Santo Tomás de Leipzig se escuchó la Pasión según San Mateo escrita por su kantor, Johann Sebastian Bach. Era su obligación: componer una reflexión musical sobre los hechos que acontecieron entre la Última Cena y la Crucifixión. El evangelista declama enérgicamente la historia, ayudado por las ocasionales intervenciones de algunos personajes (Jesucristo, los discípulos, Poncio Pilatos...). Cada episodio bíblico propicia la meditación, un comentario que vienen de la mano de los textos del poeta Picander. Era sin duda la obligación de Bach, pero se excedió en medios, elaboración y profundidad, desconcertando a los asistentes: "¿Adónde va a ir a para todo esto? [...] ¡Es como si estuviésemos en una ópera".

 Bach hace cantar a sus solistas y a los instrumentos que los acompañan con el lenguaje musical de los escenarios teatrales. Para él la sinceridad del mensaje religioso no peligra con ello: la intención de Pedro de mantenerse en vigilia mientras en la lejanía las voces parecen tentarlo con una nana; la calma que el inocente debe mostrar ante las calumnias, o el arrepentimiento y la humilde petición de piedad ante el Señor. Así lo hace, respectivamente, en "Ich will bei meinem Jesu wachen" (Quiero velar junto a mi Jesús), en "Geduld!" (¡Paciencia!) o en "Erbarme dich, mein Gott" (Ten piedad de mí, Dios mío).

El 11 de marzo de 1829, la Singakademie de Berlín se prepara para acoger un hecho excepcional: la interpretación, por primera vez en un siglo, de la Pasión según San Mateo dirigida por un joven y entusiasta Felix Mendelssohn que no ha dudado, entre otros cambios, en engrandecer la orquesta y los coros. La retórica barroca daba paso al pathos romántico. El triunfo tiene tintes apoteósicos. El filósofo Hegel, uno de los asistentes a aquella velada, proclama a Bach como "el genio grandioso, auténticamente protestante, fuerte y docto, que hasta muy poco no habíamos aprendido a estimar de nuevo en todo su valor".
 
Casi dos siglos después, seguimos escuchando con la misma admiración la Pasión según San Mateo. Nuestra sensibilidad moderna encuentra en esta obra circunstancial de un piadoso compositor luterano, convertida posteriormente en símbolo nacional alemán y finalmente de la cultura occidental, valores que considera universales: el amor, la pena, la gratitud, el arrepentimiento, la alegría, la compasión. En cada uno de sus detalles, la música de Bach nos habla del alma humana. Así la Pasión según San Mateo traza un enorme arco entre "Kommt, ihr Töchter, helft mir klagen!" (¡Venid, hijas, ayudadme en mis lamentos!), cuyo complejo contrapunto parece simbolizar la desorientación y el dolor humanos (que encuentra una de sus más impactantes manifestaciones en "Sind Blitze, sind Donner in Wolken verschwunden?" -¿Han desaparecido los rayos y truenos entre las nubes?) y la serena resignación y atenta espera de "Wir setzen uns mit Tränen nieder" (Nos sentamos llenos de lágrimas). No todo está perdido, parece decirnos, aun hoy, aquel humilde kantor de Leipzig.

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