Orquesta de la Academia Santa Cecilia de Roma
Gustavo Dudamel, director
A pesar de llevar el nº 3, la Sinfonía Renana es la última sinfonía compuesta por Robert
Schumann. La misma fue escrita entre el 2 de noviembre y el 9 de diciembre de
1850. El estreno se llevó a cabo en Düsseldorf, el 6 de febrero de 1851, con el
mismo compositor dirigiendo la obra. La Tercera
constituye una respuesta definitiva a quienes han dudado y aún dudan de las
habilidades del compositor como orquestador. Su seguridad de orquestación en
esta oportunidad revela contundencia y demuestra la posibilidad de unir el
lirismo romántico con la forma sinfónica pura, en contraposición a la reglas
impuestas por Beethoven, y que señalarían en lo sucesivo las rutas a seguir en
las grandes sinfonías de compositores del Romanticismo tardío.
Aunque Schumann era enemigo de la música explícitamente descriptiva,
en la Renana se aprecian elementos
programáticos no confesados y que se manifiestan sólo en forma de
insinuaciones. El nombre de la obra está basado en un paseo de verano que el
compositor hizo con su esposa Clara por la región alemana de Renania (del Rin) siendo
para entonces Generalmusikdirektor en
Düsseldorf, y de cuya experiencia fue esbozando la música, basado en sus
visiones de la campiña, del escuchar de su música folklórica, y de la liturgia
germánica. La Renana, en conjunto con
el maravilloso concierto para violonchelo, forma parte del último período de
explosión creativa del compositor, antes de sufrir el último y definitivo
menoscabo de sus facultades mentales que finalmente lo llevarían a la muerte.
Sin entrar en detalles profundos en el análisis de la obra,
que por su complejidad e importancia en el repertorio sin duda los merecería,
la Renana es el prototipo de obra
sinfónica del más puro Romanticismo centroeuropeo y constituye base y modelo
para el estilo que se siguió para componer en este género en el resto del siglo
XIX. Su riqueza melódica, su brillante orquestación, su deliberada forma
rapsódica, las alegorías programáticas, la estructura cíclica, la necesidad de
llevar el discurso en un esquema diferente a los clásicos cuatro movimientos y
el uso de leitmotiv son
características que hacen de la Renana
el gran prototipo señalado. Es una de las verdaderas grandes sinfonías de todo
el repertorio universal.
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