Joan
Sutherland, soprano
Orquesta
y Coro de la Sydney Opera House
Richard
Bonynge, director
Lucía di Lammemoor (1835), de Gaetano Donizetti
(1797-1848), es una tragedia de coloraturas encendidas y bellas y elegantes
melodías que contiene una de las escenas más intensas y difíciles de toda la
literatura operística: el aria de la locura de Lucia. La obra, en tres actos
sobre libreto de Salvatore Cammarano basado en una novela de Sir Walter Scott,
gozó inmediatamente de un gran éxito internacional.
Estrenada por Fanny Persiani, la escena capital de la ópera
es la "escena de la locura", "Il dolce suono...Spargi d'amaro
pianto" del Acto III. Resume todas las escenas de la locura típicas de las
óperas belcantistas y contiene algunas de las notas para soprano más altas del
repertorio: dos mi bemoles sobreagudos. No son notas escritas en la partitura,
y algunas cantantes las interpretan o no, como una forma de
"embellecimientos" no siempre aprobada por los puristas.
En la torre semiderruida de
Wolferag, Enrico, el hermano de Lucia, en medio de la tempestad, reta a muerte
a Edgardo, su enamorado. El duelo será, al alba, en el camposanto de los
Ravenswood. Mientras en el salón se celebra la fiesta nupcial por el enlace de
la engañada Lucia con lord Arturo, el pretendiente preferido por Enrico, Lucia,
enajenada, irrumpe en él con el camisón ensangrentado y una daga en la mano,
pues en un rapto de locura ha matado a Arthur en el lecho nupcial. Ante todos,
y en un estado de visible demencia, se cree ante el altar junto a
Edgardo.
La
escena ha sido históricamente un vehículo para el lucimiento de varias sopranos
de coloratura y es una pieza muy exigente técnica y expresivamente. Durante
décadas Lucía fue considerada como
una mera pieza de artificio para demostrar las capacidades vocales de las
sopranos ligeras como Nellie Melba, Adelina Patti, Luisa Tetrazzini, Amelita
Galli-Curci, Lina Pagliughi o Lily Pons.
Sin
embargo, tras la Segunda Guerra Mundial, María Callas lideró un movimiento de
restitución de sus valores dramáticos y expresividad a partir de la escritura
tal como había sido escrita. Se ha interpretado la escena en un estilo come scritto ("como se
escribió"), añadiendo una ornamentación mínima a sus interpretaciones. El
triunfo de Callas en la parte produjo una serie de notables Lucias que la sucedieron, en especial
Joan Sutherland, para quien el rol significó un gran paso adelante en su
brillante carrera internacional.
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