lunes, 28 de enero de 2013

Georg Friedrich Haendel: Llegada de la reina de Saba, de "Salomón" HWV 67

Albrecht Mayer, oboe
Arkadiusz Krupa, oboe
Sinfonia Varsovia

Hacia 1710 llegan hasta Inglaterra las primeras compañías de ópera italianas, que ya habían conquistado toda Europa. Con ellas viajan músicos muy estimables (Bononcini, Veracini, Porpora) que se instalan en Londres y logran el favor del público. Y no sólo en la ópera sino también en lo instrumental. El violín comienza a ser el instrumento preferido.
 Georg Friedrich Händel (1685-1759)

En este clima dominado por los italianos se sitúa la etapa londinense de Georg Friedrich Haendel. Nacido en Alemania en 1685, Haendel viajó mucho por su país pero su formación se completó en Italia, donde se instaló en 1706. Allí conoció y asimiló las músicas de Corelli, Alessandro Scarlatti y Vivaldi, cuya influencia no olvidará nunca. Tras el éxito de sus primeras óperas se traslada a Londres, donde se instala definitivamente en 1719. Allí funda la Royal Academy of Music y triunfa plenamente con excelentes óperas, italianas de espíritu, pero de rigor germánico: Giulio Cesare in Egitto, HWV 17, por ejemplo. Su estilo musical, en contacto con la antigua escuela inglesa ‒Purcell especialmente‒ va evolucionando hasta convertirse en un lenguaje muy personal. Por eso mismo, al alejarse del fácil italianismo que gusta al público, pasará grandes dificultades. La competencia con las óperas italianas le hará volcarse en un género musical muy del gusto inglés: el oratorio.
Los oratorios de Haendel, escritos en inglés, suelen ser una vasta epopeya en la que se narra con lenguaje grandioso y melodías elegantes la historia sagrada. Se intercalan grandes y solemnes trozos corales y la orquesta incluye, sobre la base de los violines, todo tipo de instrumentos. Israel en Egipto, El Mesías (1741), Judas Macabeo, Jefté... son tal vez los ejemplos más conocidos, pero no los únicos.
Su obra se completa con numerosas composiciones instrumentales: conciertos para órgano y orquesta, que él mismo interpretaba ante el público; conciertos para tocar al aire libre, como su Música acuática, o su Música para los Reales Fuegos artificiales...
Cualesquiera que sean los elementos de que dispone, el estilo de Haendel es, ante todo, muy claro en su estructura y muy elegante y directo en su formulación.  Como el público al que se dirige suele ser numeroso ‒y ha pagado su entrada‒ debe utilizar un lenguaje sencillo pero al mismo tiempo grandioso, que domine al auditorio rápidamente. Su finalidad es impresionar y subyugar. El gran mérito de Haendel es haberlo conseguido sin dejar de ser un músico de altísima calidad.
Tras su muerte en 1759, la música inglesa como la de toda Europa, se encamina hacia un nuevo estilo, un nuevo clasicismo. En Londres la nueva estética es preludiada por uno de los hijos de Bach, Johann Christian, y triunfará plenamente con los viajes de Haydn y sus sinfonías londinenses.

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