Jessye Norman, soprano
Henry
Purcell (1658-1695) es el más grande compositor inglés
de su época y, posiblemente, de toda la música inglesa. Su carrera fue corta
pero muy brillante. Era organista de la Abadía de Westminster y músico de la corte.
Como compositor abordó todos los géneros: música religiosa, cantatas profanas y
excelente música instrumental para el clave y otros instrumentos. Pero lo más
interesante de Purcell es su música para la escena.
Sólo una de sus obras, su célebre
ópera Dido y Eneas (1689), es
totalmente cantada. En las obras escénicas, lo más frecuente, tanto en
Inglaterra como en España, era que alternaran las partes habladas con las
cantadas. La ópera totalmente cantada sólo se impondría en los comienzos del
siglo XVIII.
Por los títulos de sus obras más
famosas (La reina de las hadas, La tempestad, El rey Arturo...) se adivina su contenido. Son temas del teatro de
Shakespeare o de la historia inglesa, combinados con la mitología. Como el
público pedía montajes cada vez más complicados y fantásticos, era frecuente
que estas obras teatrales tuvieran muy baja calidad literaria; desde una
perspectiva actual sólo su música es interesante, y en el caso de Purcell,
genial.
El estilo de Purcell es muy
personal: enérgico, elegante, con una técnica perfectamente dominada al
servicio de una expresión apasionada y fuerte. Tras él, la música inglesa deja
de tener importancia. Al existir una gran afición musical, a lo largo de los
siglos XVIII y XIX Inglaterra no cesará de importar músicos de otras naciones. Algunos
de ellos se identificarán tanto con el espíritu inglés que, en cierto modo,
pueden ser considerados como continuadores de la gran tradición musical de su
país de adopción.
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