Waltraud Meier, soprano
La soprano dramática tiene una voz
más penetrante, más intensa que el resto de sopranos. Es el “peso pesado” de su cuerda en cuanto a
volumen y potencia en la emisión. Su fuerza vocal y expresiva, unidas a un
timbre oscuro, sobre todo en la primera octava, un agudo vibrante, con
mordiente, son, en general, sus medios más valiosos para servir bien los
personajes de carácter noble y rotundo que deben interpretar. Es casi
imprescindible que esta voz vaya acompañada de una presencia escénica significativa
y de un gesto amplio y digno que secunde y refuerce sus cualidades, que siempre
impresionan fuertemente al oyente-espectador, entre otros motivos por su
rareza. Los personajes que le son propios son: Elektra y Salomé, Lady Macbeth,
de Macbeth y Abigaille, de Nabucco, Brunilda, de El ocaso de los dioses, e Isolda, de Tristán e Isolda, Turandot, etc. Este
repertorio no se suele abordar en plena juventud porque es muy difícil que una
soprano reúna las características de “dramática” a los veinte años; sus
personajes exigen un esfuerzo vocal que sólo se puede dar en la madurez física
y vocal, entendida como plenitud de facultades. Y como ejemplos se tiene las
grandes sopranos wagnerianas Astrid Varnay, Kirsten Flagstadt y Birgit Nilsson;
también Jessye Norman, Ghena Dimitrova y Eva Marton o en la actualidad Jane
Eaglen, Waltraud Meier, Violeta Urmana o Eva-Maria Westbroek.
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