Orquesta de Cámara Franz Liszt de Budapest
Bartók compuso algunas de sus mejores obras para el director suizo Paul
Sacher. Desde los años 30, Bartók había incorporado elementos de la música
barroca en sus composiciones, inspiradas en parte por su exploración de los
compositores de teclado pre-clásicos como Scarlatti, Rameau y Couperin.
La música para cuerdas, percusión y celesta evoca el concerto grosso
barroco, con sus dos orquestas de cuerdas antifonales separados por una batería
de instrumentos de percusión afinados y no sintonizada.
El movimiento de apertura, Andante tranquillo, es una lenta fuga
sobre una melodía cromática que surge de una célula de cinco notas, cada frase
subsiguiente crece en longitud y en elaboración. En este punto, las dos
orquestas de cuerda comienzan un juego de melodías. Las voces se acumulan en
cadena y aumenta la textura de la fuga en cuanto a complejidad. Las
implicaciones cromáticas del tema son presentadas a un cumplimiento riguroso
disonante. La fuga culmina en su apogeo con un rugido amenazador de los
timbales y un golpe fuerte en el tam-tam. A medida que la fuga se pliega sobre
sí misma la celesta hace su primera entrada con un acorde arpegiado, misteriosa
y remota.
El allegro siguiente está escrito en compás de 2/4 aun cuando se
interpolan algunos episodios irregulares; cierto número de impetuosos,
exuberantes temas, se derivan del sujeto de la fuga. El oyente no necesita
esforzarse por escuchar conscientemente tal derivación: la unidad puede ser
"sentida" en el nivel de lo subconsciente. En determinado momento el
piano desempeña un rol muy destacado; también intervienen en el discurso el
arpa y los tambores y los timbales cumplen asimismo una labor bastante
importante. El adagio es uno de los más evocadores ejemplos de música
nocturna que pueden hallarse en Bartók. Se trata otra vez de una progresión
arreglada en simétrica forma a lo largo de seis secciones: (A) El xilófono
destaca un Fa agudo, los timbales suenan suavemente y un misterioso tema brota
de las violas; (B) La segunda sección consiste en una fluyente melodía a cargo
de violines y celesta; (C) La tercera, se caracteriza por los glissandi
ejecutados en la celesta, el arpa y el piano; (D) La cuarta, eje del
movimiento, es una sección intensamente percusiva con grandes octavas del
piano; (E) La quinta sección combina la fluyente melodía de la segunda con los
glisandos de la tercera, y (F) —la última— es una repetición de la primera a la
que pone punto final el xilófono. Como se trata de un movimiento cuya forma muy
organizada puede ser auditivamente apreciada sin dificultad, no estará de más
considerar la oportunidad del siguiente diagrama:
Cada una de estas secciones está ligada a la siguiente con un motivo tomado
al tema original de la fuga.
El Finale es un
rondó cuyo tema principal es, otra vez, el de la fuga comprimido por así
decirlo, en una escala o Lidia que primero desciende, luego asciende, para
descender una vez más definitivamente. Las cuerdas pulsan una serie de acordes
en La mayor para presentar y acompañar esta melodía.
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