Nicolás Chumachenco, violín.
Juan Luis Gallego, violín.
Humberto Armas, viola.
David Apellániz, violonchelo.
Mayte G. Atienza, violonchelo.
Franz Schubert (1797-1828)
Juan Luis Gallego, violín.
Humberto Armas, viola.
David Apellániz, violonchelo.
Mayte G. Atienza, violonchelo.
Franz Schubert (1797-1828)
Quinteto de cuerdas en Do mayor
Allegro ma non troppo
Adagio
Scherzo. Presto
Allegro ma non troppo
Adagio
Scherzo. Presto
Allegretto
Toda la música de cámara de Schubert fue algo así como la preparación para el Quinteto para cuerdas en Do Mayor, Op. 163 D. 956,
su obra maestra y, tal vez, la más grande de todas sus obras en punto a
emoción, calidad de la materia
elaborada y perfección formal. Si los dos primeros movimientos y el
trío del scherzo son más refinados y profundamente emotivos que el
resto, el conjunto mantiene en cambio un equilibrio ideal, y
la sustancia empleada le da a la obra esa riqueza y luminosidad de
textura que Schubert venía fomentando con todo el potencial que tenía a
su alcance. Cuando se escucha el magistral contrapunto,
espontáneo y pulido por donde se mire, parece increíble que
Schubert se hubiera preocupado por recibir lecciones de contrapunto de
Simón Sechter. En cuanto a elocuencia y originalidad de
lenguaje, el quinteto iguala, al menos, al de la Sinfonía N°. 9 en Do Mayor, D.944 (La Grande), al de las más importantes canciones y al de
la última Sonata para piano N°. 21 en Si Bemol Mayor, D.960,
escritas poco después. Schubert le puso punto final al quinteto el 2 de
octubre
de 1828, según deja establecido en una carta fechada ese mismo
día en la cual también hace mención a un próximo ensayo de la obra en
privado. La primera audición pública de la obra se produjo en
1850, más de veinte años después de la muerte de su autor.
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