Martin Fröst, clarinete
Roland Pöntinen, piano
Maxim Rysanov, viola
Roland Pöntinen, piano
Maxim Rysanov, viola
De todos los instrumentos, ¿existe alguno que pueda asociarse más
estrechamente a Mozart que el clarinete? Su sola evocación ¿no trae
inmediatamente a nuestro recuerdo tal frase del Trío, del Quinteto o del Concierto, las
tres obras maestras que Mozart consagró al clarinete? Y, no obstante,
este instrumento, el último en incorporarse a la orquesta clásica, no
era aún muy corriente en la época. Si Mozart no fue el primero en
utilizarlo ni en confiarle un papel de solista —los músicos de Mannheim,
y especialmente su jefe de filas Jan Vaclav Stamitz le habían precedido
en esta vía—, sí fue quien le dio sus auténticas cartas de nobleza,
insuperadas hasta hoy.
El clarinete adquiere en su caso, por otra parte, una
significación extramusical muy particular. Desde la afiliación del
compositor a la francmasonería (finales de 1784), el clarinete se
convirtió en el instrumento por excelencia de la fraternidad masónica,
ocupando un lugar preeminente en todas las obras que compuso con destino
a las ceremonias de la Logia. Desbordando incluso este marco, él dio su
sentido esotérico e iniciado a todas las obras instrumentales en las
que participó, solista o no. Su papel en Cosi fan tutte, pero, sobre todo, en La flauta mágica y en el Requiem, no
hace falta subrayarlo desde este punto de vista. Las particularidades
de su factura vendrán incluso en apoyo de este papel simbólico: se sabe
que la cifra tres posee una significación masónica esencial, por lo que
las tonalidades de mi bemol (tres bemoles en la clave) y de la mayor (tres sostenidos) convienen especialmente al clarinete. Y son tres estas obras maestras de Mozart.
Y hay que considerar, finalmente, a Anton Stadler (1753-1812),
hermano en masonería y amigo íntimo de Mozart, el más grande
clarinetista de su tiempo. Con destino a él compuso Mozart el Trío, el Quinteto y el Concierto. Semejante
encuentro artístico se renovaría exactamente un siglo más tarde, cuando
Johannes Brahms compuso sus últimas obras para el clarinetista de la
Orquesta de Meiningen, Richard von Mühlfeld.
Los lazos puramente humanos desempeñaron decididamente un
papel capital en la eclosión de las obras para clarinete de Mozart: la
familia Jacquin está en el origen de esta página maravillosa que es el Trío en mi bemol mayor, K. 498 (1786)
y de su fascinante distribución instrumental: piano, clarinete y viola.
Obra de inspiración totalmente masónica (dedicatarios, intérpretes,
tonalidad, instrumentación), ella canta, como justamente han expresado
Jean y Brigitte Massin, «la ternura de la amistad fraterna en el seno de
un grupo humano».
Mozart escribió el trío en diez hojas de papel (diecinueve
páginas) en Viena y fechó el manuscrito el 5 de agosto de 1786. De acuerdo con
Karoline Pichler, una muchacha que contaba a la sazón diecisiete años y que
había sido alumna de Mozart durante mucho tiempo, la obra estaba dedicada a
Franziska Jacquin (1769–1850), otra de sus alumnas. De hecho, Mozart y la
familia Jacquin —el padre era Nikolaus Joseph von Jacquin y su hijo menor,
Gottfried Jacquin— eran bastante buenos amigos. Interpretaron conciertos domésticos
juntos, en los que Nikolaus tocaba la flauta travesera y Franziska el piano. En
una carta a Gottfried del 15 de enero de 1787, Mozart exalta la aplicación y
diligencia de Franziska en el estudio, y dedicó un considerable número de obras
a la familia Jacquin, entre las que destaca este trío. Su amistad fue incluso
más allá cuando, un año más tarde, Mozart escribió dos canciones, Als Luise die Briefe ihres ungetreuen
Liebhabers verbrannte (KV 520) y Das
Traumbild (KV 530) para el explícito propósito de que Gottfried las usase
bajo su propia autoría.
El término alemán Kegelstatt
alude al callejón donde se juega a los bolos. Mozart escribió que había
compuesto los doce dúos para corni di
bassetto (KV 487) mientras jugaba a los bolos; anotó en la primera página
del autógrafo: «Viena, 27 de julio de 1786 mientras estoy jugando a los bolos»
–sólo una semana antes había fechado este trío. Sin embargo, no existe
evidencia de que se diese una situación similar con esta obra; el título fue
añadido por posteriormente por un editor. Mozart introdujo esta obra en su
propio catálogo temático bajo el título de Ein
Terzett für klavier, Clarinett und Viola.
El trío fue interpretado por primera vez en casa de los
Jacquin; Anton Stadler tocó el clarinete, Mozart la viola y Franziska Jacquin
el piano. En la época de Mozart, el clarinete era un instrumento relativamente
nuevo, y el Trío Kegelstatt (además
del Quinteto para clarinete y del Concierto para clarinete de Mozart)
incrementó la popularidad del instrumento.
El trío consta de tres movimientos:
I. Andante.
II. Menuetto.
III. Rondeaux: Allegretto.
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