Julia Fischer, violín
Academy of St. Martin in the Fields
Antonio
Vivaldi escribió cerca de 500 conciertos para diversos instrumentos, 220 de
ellos dedicados al violín, instrumento del cual era un virtuoso. Las
cuatro estaciones es el título de un libro de cuatro conciertos para violín y
orquesta (La primavera, El verano, El otoño y El invierno) incluido en Il cimento dell'armonia e
dell'inventione, Op. 8 de Vivaldi. Se trata de una obra descriptiva o programática que
evoca, a través de elementos de lenguaje musical, distintos aspectos de las
estaciones del año.
El Invierno
(Concierto nº 4 en Fa menor, RV 297)
I. Allegro non molto
El
movimiento inicial describe el frío, el castañetear de dientes y los temblores
del cuerpo. Aparece la tempestad; para mitigar un poco el frío, los campesinos
corren y saltan.
II. Largo
Con una placentera
y larga melodía del violín solista, Vivaldi evoca una tarde de lluvia al abrigo
de la casa y al calor del fuego de la chimenea. La lluvia está evocada por los pizzicatos de los violines primero y segundo.
III. Allegro
El
inicio evoca el caminar lentamente sobre el hielo por miedo a caerse. El hielo se
agrieta y todos corren a refugiarse dentro de la casa; por las rendijas de
puertas y ventanas se filtra el fuerte viento; pese a todo, el invierno también
trae alegría.
El primer paso para encontrar elementos contrastantes consistió en
separar la música en tres diferentes episodios, dotados cada uno de velocidad y
ritmo diferentes; rápido-lento-rápido, secuencia característica de la sonata da
camera, o de la sonata da chiesa, anteponiendo un primer movimiento de carácter lento o grave.
Otra
forma de lograr el contraste fue la de tocar un tema en su primera aparición
dentro de una dinámica fuerte y luego repetir el mismo ahora de forma suave
como un eco. Este efecto también se lograría utilizando el recurso de la
acumulación de instrumentos, separando dentro de la orquesta de cámara a un
pequeño grupo instrumental (concertino)
del resto de la orquesta (tutti o ripieno), interviniendo primero toda la
orquesta y luego solamente el concertino,
logrando así el efecto sonoro contrastante. Así vio la luz la forma musical
conocida como concerto grosso, que a
su vez daría origen a la forma conocida simplemente como concierto, en donde el
solista demuestra sus habilidades técnicas al enfrentarse con su instrumento a
toda la masa orquestal.
En
el concierto barroco son marcados los contrastes: en tempo (velocidad), la exposición temática en forma de eco y la
lograda por la oposición de un instrumento en contra de toda una orquesta.
Este
reciente estilo musical tendría que adherirse a uno de los conceptos de la
estética aristotélica que dominaba en la época; la imitación de la naturaleza.
Vivaldi
transformó el concierto de manera definitiva, al darle de modo habitual los
tres tiempos que Alessandro Scarlatti había impuesto en las oberturas de ópera:
allegro-adagio-allegro, es decir, rápido-lento-rápido. Estas indicaciones de
tiempo nos hacen ver que pensó más bien en la forma da chiesa que en la
da camera que había predominado en el concerto grosso, pues en lugar de
indicaciones de ritmos de danza conocidos, como se hacía en éste, los tiempos
llevan indicaciones sólo de velocidad, como se solía hacer en las piezas da
chiesa o de iglesia, lo cual no supone que Vivaldi diera ningún carácter
eclesiástico a esta música, sino que simplemente seguía uno de los dos modelos
establecidos.
Vivaldi comenzó su carrera como compositor hacia 1703. Dedicó sus primeros
esfuerzos a la composición de sonatas a trío (que forman el conjunto que
publicó como opus 1 en 1705). Sólo hacia 1706 parece dedicarse a la nueva fórmula del concierto, con la composición de una serie de
piezas titulada L 'Estro armónico (publicada en 1712), en la que se contienen los
primeros concertos de Vivaldi, considerablemente distintos ya del concerto
grosso de Corelli.
Cierto
que en la serie de doce, sólo hay cuatro conciertos que tengan un solista
único; siguiendo una costumbre frecuente en la sonata, Vivaldi escribió cuatro
conciertos de la serie para un solo violín (números 3, 6, 9 y 12), cuatro para
dos violines (números 2, 5,8 y 11) y cuatro para cuatro violines (números 1, 4,
7 y 10). E incluso, en los conciertos números 2, 7, 10 y 11 de esta serie, los
violines solistas llevan un violonchelo acompañante, residuo del antiguo
concertino. Pero el espíritu de estas obras de Vivaldi es francamente distinto,
e incluso en los conciertos para dos o para cuatro violines, éstos no actúan
normalmente como lo hubiera hecho un grupo concertino de Corelli, sino que los
solistas compiten entre sí en manifestarse independientemente con frases
virtuosísticas que van ejerciendo por turnos sobre el fondo de la orquesta.
Vivaldi tenia, pues, bien claro el concepto de un solista virtuoso eque se opone al
grupo orquestal. La publicación de estos conciertos de L'Estro armónico en
Ámsterdam (Vivaldi estaba quejoso de la pobre calidad de las imprentas
musicales de Venecia) levantó oleadas de admiración en toda Europa, de un modo
que superó ampliamente el éxito alcanzado pocos años antes por la publicación
de los concerti grossi de Corelli.
La
fama de estos conciertos llegó hasta el propio Johann Sebastian Bach, quien
estudió estas obras y las adaptó en algunos casos a la forma de concierto para
clave y orquesta: uno de los así transformados es el número 10 de la serie,
para cuatro violines y orquesta, convertido por Bach en concierto para cuatro
claves y orquesta (BWV 1065).
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