Krysia Osostowicz, Niels Chr. Øllgaard, Violines
Steven Dann, Michel Camille,
Violas
Marko Ylonen, Franz Ortner, Violonchelos
XII Esbjerg International
Chamber Music Festival (Dinamarca, 2010)
Hay
ejemplos anteriores de sexteto, como los de Luigi Boccherini. Sin embargo,
entre los de Boccherini y los de Brahms, se han publicado muy pocos para
instrumentos de cuerda sin piano, aunque poco después de los dos de Brahms,
algunos compositores como Antonín Dvořák, Joachim Raff, Max Reger, Arnold
Schönberg, Erich Wolfgang Korngold y otros menos conocidos escribirían sextetos
de cuerdas.
En 1860 Brahms compuso una de sus primeras obras maestras de cámara para una formación en la que se encontraba muy a gusto: dos violines, dos violas y dos violonchelos. Eran tiempos de fantasía, de color, de poesía y de dulces sueños, en suma tiempo de primavera, como se bautizó al Sexteto: “Frühlingssextett”. Eran tiempos también de asimilación de los maestros Haydn y Beethoven,
con Schubert al acecho. Y tiempos donde germina en su entorno la semilla
de la melancolía....
El Sexteto en Si
bemol mayor se estrenó en Hannover el 20 de octubre y se publicó dos años después, siendo una obra que
triunfó desde el primer día y que entusiasmaba, por cierto, a Clara Schumann.
El Sexteto op. 18 tiene cuatro movimientos:
I. Allegro ma non troppo
II. Andante, ma moderato
III. Scherzo: Allegro molto
IV. Rondo: Poco Allegretto e grazioso
El
amplio primer movimiento, Allegro ma non
troppo, está escrito en forma sonata y posee tres temas: un primero
tranquilo y ensoñador, un segundo que ha sido comparado con un lied y un tercero que resulta ser el más
memorable de todos. Es de notar la fuerza expresiva de la conclusión tras la
reaparición del primer motivo y esa coda que se presenta salpicada de unos
sorprendentes pizzicati.
El
Andante se ciñe a la forma de tema ―una
suerte de melodía rústica y grave a la vez― y variaciones de las que destacan
especialmente la formidable ―y, a su manera, grandiosa― cuarta y una quinta en
la que el motivo principal se dulcifica con excelente efecto de musette. El
breve y animado Scherzo, con un trío
que la mayoría de los comentaristas ven como contrastante cuando es, en
realidad, más una variación temática con un empuje luminoso, precede a un Rondó marcado Poco allegretto e grazioso con un primer tema que tiene ese sabor
popular -aquí suavemente tamizado- tan de su autor, y que expone el violonchelo,
y un segundo más impulsivo. La coda es muy amplia y cierra la obra con una energía
desbordada.Una obra que irradia inmediatamente su
belleza al receptor, desde Clara Schumann y el primer auditorio en Hannover hasta los estresados oyentes de nuestros días.
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