sábado, 27 de abril de 2013

Johannes Brahms: Allegretto grazioso del Concierto para piano nº 2 en si bemol mayor, op. 83

Elisabeth Leonskaja, piano
Israel Philharmonic Orchestra
Paavo Järvi, director
 
En la época en que Brahms inició sus actividades compositivas, que fue en los años inmediatamente posteriores a la mitad del siglo XIX, el concierto romántico empezaba a acusar la fatiga propia de todas las cosas que surgen con una moda: florecen y decaen luego ostensiblemente. La mayoría de los grandes conciertos de la primera generación romántica eran ya del dominio público, e incluso los compositores de segundo orden componían según la nueva forma así creada, con una sola exposición, un nexo más o menos explícito entre los movimientos y abundante virtuosismo, pasión y hasta, sobre todo en el caso de los conciertos de piano, su buena dosis de estruendo.
Quizás fuera por esto, o quizás porque Brahms había observado, en sus diálogos con Schumann, que la nueva forma romántica, en el fondo, no era más expresiva que la clásica se hacía a sí mismo algunas preguntas: ¿Dónde quedaba el espacio, por ejemplo, para la alada ligereza e incluso el humorismo de un Mozart? ¿Qué profundidades del espíritu podían sondearse con el concierto romántico que no estuvieran ya manifiestas en él?
El carácter generalmente amable y alegre del Segundo Concierto para piano de Brahms se debe a que fue inspirado por un viaje a Italia en primavera hecho por el compositor. La obra consta de cuatro movimientos. El último, que tiene forma de rondó, lleva la indicación de Allegretto grazioso, que es perfectamente válida para el animado tema principal, interpretado en primer lugar por el solista, y para los episodios que se relacionan con aquél. De los temas antitéticos, es destacable el tema “húngaro”, presentado por las maderas. Poco después, la orquesta y el solista lo repiten exactamente, hasta culminar en un amplio canon.

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