Deborah Voigt, soprano
Orquesta de la Metropolitan Opera
James Levine, director
"Todavía debo Tannhäuser
al mundo". Esta afirmación hecha por el compositor en carta a Cosima,
bastante más tarde de los estrenos de Dresde y París, es significativa de su
inconcreción, de sus dudas, y de los frecuentes cambios introducidos en la
partitura.
El mito de la redención por el amor femenino es una vez más
la esencia de una obra wagneriana. Tannhäuser
está dividida en tres actos: el primero muestra el amor sensual en su más
furiosa manifestación. El Venusberg (ubicado cerca de Eisenach) es la gruta de
la satisfacción de las pasiones, el eterno femenino condenado religiosamente
como devorador, y vencido sólo por la contranatura de la virginidad.
Venus, aunque diosa, cuando desea es débil y, a pesar de
haber sido rechazada, volverá en el acto final a tratar de recuperar al hombre
amado.
En el segundo acto, Tannhäuser regresa a su ciudad natal
reencontrándose con el resto de los caballeros y, de nuevo, con el amor de
Elisabeth. Este acto tiene como
escenario único la gran sala del castillo de Wartburg, la Halle, donde se
celebran los famosos concursos de canto de los minnesänger. Aparece Elisabeth, exultante de alegría ante el
retorno del caballero que ama al lugar donde había triunfado y canta en una
explosión de júbilo.
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