Alicia de Larrocha, piano
Orquesta Sinfónica de Montreal
Charles Dutoit, director
La obra lleva por subtítulo Impresiones sinfónicas para piano y orquesta, lo que indica una ascendencia debussysta; incluso en El Generalife se oye una clara alusión a un pasaje de Diálogo del viento y el mar, tercera parte de El Mar de Debussy. Por otra parte, entre los borradores de la obra se encuentran, recopilados y comentados por Falla, pasajes orquestales de Pelléas et Mélisande que atestiguan el estudio profundo que realizó de las combinaciones sonoras del maestro francés.
Desde el punto de vista formal, si bien Noches en los Jardines de España se estructura en tres partes —En el Generalife, Danza lejana, En los jardines de la Sierra de Córdoba— no se trata de un concierto para piano, sino una sucesión de cuadros cuya unidad está asegurada por unos diseños melódicos desarrollados en toda la obra mediante un consumado arte de la variación y por el uso constante de ritmos de danzas andaluzas. Sus dos movimientos extremos no desembocan en codas triunfales sino que se desvanecen en el perfumado misterio de la noche granadina y cordobesa; el segundo nocturno enlaza directamente con el tercero mediante un pasaje pianístico en octavas partidas que evoca un vigoroso taconeo. No existe en esta obra oposición entre el instrumento solista y la masa orquestal. El piano está plenamente integrado en el tejido sinfónico y contribuye con su timbre a la creación de bellos e inéditos colores orquestales. Cuando cobra protagonismo no es para hacer alarde de virtuosismo, sino para evocar con sus arabescos y cascadas de arpegios el suave murmullo de los surtidores de los jardines de la Alhambra, o para entregarse en el último movimiento a expresivos soliloquios en los que su canto raya en lo jondo.
Falla dedico las Noches al gran pianista catalán Ricardo Viñes que ya había estrenado en París sus Cuatro Piezas españolas el 27 de marzo de 1909. Viñes no dispuso del tiempo necesario para estudiar la obra y fue el pianista gaditano José Cubiles quien finalmente la estrenó el 9 de abril de 1916 en el Teatro Real de Madrid bajo la dirección de Enrique Fernández Arbós. Veinte días más tarde, el propio Falla la interpretó por vez primera en Cádiz y Viñes sería su solista el 13 de septiembre siguiente en San Sebastián, ambos también bajo la batuta del Maestro Arbós.
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