Simon Boccanegra, George Petean
Maria Boccanegra (Amelia), Maria Agresta
Jacopo Fiesco, Dmitry Beloselskiy
Gabriele Adorno, Francesco Meli
Paolo Albiani, Quinn Kelsey
Pietro, Riccardo Zanellato
Ballet, Orquesta y Coro del Teatro de la Ópera de Roma
Riccardo Muti, director
Adrian Noble, director escénico
Roberto Gabbiani, maestro del Coro
Dante Ferretti, Francesca Lo Schiavo, decorados
Maurizio Millenotti, vestuario
Sue Lefton, coreografía
Alan Burrett, luminotecnia
La acción transcurre en Génova, en
1339 en el prólogo, y en 1364 en los tres actos siguientes.
PRÓLOGO
Una plaza, frente al Palacio de Fiesco
Dos hombres se reúnen en medio de
la noche: Paolo Albiani intenta convencer a Pietro para que apoye al valiente
corsario Simon Boccanegra para ser elegido como dux de Génova, a pesar de su
origen popular y de la hegemonía que las familias patricias mantienen en la
ciudad. Llega Simon, quien acepta ser postulado, ya que tiene la esperanza de
que esto le permitirá ser aprobado por uno de los patricios de la ciudad, Jacopo
Fiesco, para casarse con la hija de éste, María, a la que Boccanegra ama
sinceramente y con quien tuvo una hija; desde entonces, Fiesco mantiene a María
prisionera en su propio castillo, porque no aprueba esta unión de su linaje con
un plebeyo. Pietro decide apoyar a Simon, y junto a un grupo de partidarios se
comprometen a asegurar su triunfo en la elección que se llevará a cabo al alba.
Luego aparece Fiesco, apesadumbrado pues María acaba de morir de tristeza y
soledad; se aproxima Boccanegra, quien sin saber la triste noticia, intenta una
vez más convencerlo de que le permita estar con su amada y acepte su relación.
Fiesco, sin revelarle la muerte, le dice que sólo podría perdonar la afrenta si
le permitieran cuidar de su nieta, y entonces Simon le cuenta que es imposible,
porque su hija desapareció misteriosamente. Fiesco se retira, implacable ante
las súplicas del corsario. Aparecen sus partidarios encabezados por Paolo,
quienes llegan eufóricos a felicitarlo por su triunfo: ha sido elegido dux de
Génova.
ACTO I
Cuadro I. Jardín en el exterior del palacio Grimaldi, en las afueras de
Génova
Han pasado 25 años, y el dux
Boccanegra se ha desquitado de muchos de sus adversarios políticos, expropiando
sus bienes e incluso proscribiendo a algunas familias. Para evitarse problemas,
Fiesco ha fingido su muerte y ahora se hace llamar Andrea Grimaldi, mientras
conspira junto a otros opositores a Simon para derrocarlo, entre ellos Gabriele
Adorno, hijo de una de las familias proscritas y quien mantiene en secreto una
relación con la hija adoptiva de Fiesco, Amelia, quien en realidad es la hija
perdida de Boccanegra, aunque ni Fiesco ni la joven, ni menos el dux, lo saben.
Al inicio del acto, al amanecer, Amelia espera a su amado Gabriele, quien llega
y juntos renuevan sus palabras de afecto, tras lo cual el joven le cuenta de la
revuelta que junto a Fiesco/Grimaldi preparan en contra del dux, aunque ella le
pide que desista. Aparece un mensajero para anunciar la pronta llegada de
Boccanegra, quien regresa de caza y desea visitar el palacio; Amelia le revela
a Gabriele que le preocupa Paolo Albiani, quien la desea, por lo que le ruega
que pida su mano a su padre adoptivo. Cuando Amelia se retira, llega Fiesco y
consultado por Adorno, aprueba la unión, revelándole además que la joven no es
una Grimaldi, por lo que no tiene herencia que aportar a la boda, lo que
Gabriele acepta sin vacilar, recibiendo la bendición de Fiesco. Los dos hombres
se retiran, y aparece Boccanegra, quien debe pedir la mano de Amelia para
Paolo, pero se encuentra con el rechazo de la joven; en señal de buena
voluntad, perdona a los Grimaldi que se encuentran desterrados, pero ella le
cuenta que en verdad no pertenece a esa familia. Al escuchar los detalles de
cómo llegó a ser adoptada, Boccanegra se inquieta, y se despiertan sus
sospechas, las que se confirman al descubrir que ambos conservan el mismo
medallón con la imagen de la fallecida María: ella es su hija perdida.
Tremendamente conmovidos con este inesperado reencuentro, deciden guardar el
secreto, y ella se retira; aparece Paolo, a quien el dux le dice que debe
renunciar a cualquier esperanza de casarse con Amelia. Despechado, Albiani
convence a Pietro de que lo ayude a raptarla.
Cuadro II. Salón del Consejo en el palacio ducal
En plena sesión del Consejo, el
dux trata de imponer su decisión de preservar la paz con su ciudad rival,
Venecia, pero no obtiene mayor apoyo. La sesión es interrumpida cuando desde el
exterior se escucha gritar a la multitud; Paolo y Pietro intentan huir,
temiendo que se haya descubierto el rapto de Amelia, pero el dux ordena que
nadie salga, porque en tal caso será declarado traidor. Luego, en vez de velar
por su seguridad, ordena que se abran las puertas para dejar entrar al pueblo.
La gente ingresa enardecida, pero se calma al ver que Simon los enfrenta con
valentía y dignidad; han llegado persiguiendo a Gabriele Adorno, quien ha
asesinado a Lorenzino, al que acusaba de haber raptado a Amelia, y quien antes
de morir le reveló que lo hizo siguiendo órdenes de un hombre poderoso. Adorno
sospecha que éste podría ser el dux, al que no duda en acusar públicamente y se
dispone a herirlo, cuando de improviso aparece Amelia y lo detiene. Boccanegra
se conmueve ante los ruegos de Amelia, a quien pide le cuente cómo sucedió
todo. En medio del relato de la joven, patricios y plebeyos se acusan
mutuamente y están a punto de enfrentarse, y es entonces cuando el dux interviene,
exhortándolos a cesar en sus divisiones y buscar la paz y armonía entre todos.
Los presentes quedan conmovidos con el mensaje de Boccanegra, quien a
continuación manda arrestar a Adorno y a Fiesco mientras se aclare todo, para
luego dirigirse a Paolo, y decirle que en él delega el derecho popular de
maldecir al culpable del rapto. Horrorizado, Paolo se maldice a sí mismo, pues
él es quien dio la orden.
ACTO II
Habitación del dux en el palacio ducal
Paolo pide que traigan a Fiesco y
Adorno, y antes que éstos lleguen vierte veneno en la copa que beberá el dux.
Luego intenta convencer a Fiesco de que lo apoye en un complot para matar a
Boccanegra, pero éste se niega, y después trata de engañar a Adorno, diciéndole
que Amelia es la amante secreta de Simon, con lo que espera que Gabriele se
decida a matarlo. Adorno reacciona despechado, recordando además que Boccanegra
es el culpable de la muerte de su padre, y cuando aparece Amelia la acusa de
traición, aunque ella le dice que sólo lo ama a él, si bien no le cuenta la
verdad de su relación con el dux. Gabriele se oculta cuando llega Simon, y así
observa cómo la joven le habla de su amor a Boccanegra, pidiéndole que perdone
a su amado, a lo que el dux asiente. Cuando se queda solo, agobiado, bebe de la
copa envenenada y siente sueño, quedándose dormido muy pronto. Aparece Adorno,
quien intenta matar al dux, pero Amelia se lo impide, y al despertar Boccanegra
y ver lo que está pasando, revela al joven que en verdad ella es su hija. Ahora
que comprende todo, Gabriele se muestra arrepentido, y mientras desde fuera se
escucha que el pueblo llama a las armas, promete unirse a la causa del dux.
ACTO III
Al interior del palacio ducal
La rebelión que intentaba
derrocar a Boccanegra ha sido sofocada, y como prueba de su magnanimidad éste
ha perdonado a los líderes insurgentes, incluyendo a Fiesco. Paolo, camino al
cadalso como único condenado a muerte por haber encabezado el alzamiento, se
encuentra con éste, quien está saliendo de la prisión, y le revela que ha envenenado
al dux. Una vez que ambos se retiran, llega Simon, cada vez más debilitado por
el efecto del veneno, y tratando de respirar la brisa marina, añora el océano
donde fue tan feliz en el pasado; casi como una aparición fantasmal, ve a
Fiesco, a quien creía muerto, y reconoce como su rival hace tantas décadas,
pero dejando de lado los rencores, le cuenta que al fin ha encontrado a su hija
perdida, revelándole que es Amelia. Presa de los remordimientos y comprendiendo
al fin la nobleza del dux, Fiesco le cuenta a éste que lo han envenenado.
Sintiendo cerca la muerte, Boccanegra se funde en un emocionado abrazo de
reconciliación con el padre de su amada, cuando llegan Adorno y Amelia, que
acaban de casarse. El agonizante Boccanegra le cuenta a Amelia que el falso
Grimaldi es en verdad su abuelo Fiesco, bendice a los jóvenes y le pide a
Gabriele que sea su sucesor, tras lo cual muere, creyendo ver al fin de nuevo a
su querida María. Fiesco anuncia al pueblo que el nuevo dux es Gabriele Adorno,
y cuando los ciudadanos piden a Boccanegra, les cuenta que ha muerto y pide que
rueguen por su alma.