00:00 Allegro moderato
06:11 Andante
09:12 Rondo
Manfred Weise, clarinete
Wolfgang Liebscher, fagot
Staatskapelle Dresden
Rudolf Kempe, director
06:11 Andante
09:12 Rondo
Manfred Weise, clarinete
Wolfgang Liebscher, fagot
Staatskapelle Dresden
Rudolf Kempe, director
Richard Strauss compuso el Dúo-concertino a finales de 1947. La obra se estrenó en Lugano (Suiza), el 4 de abril de 1948.
Strauss
fue invitado a Londres, lo que le permitió ver a algunos de sus viejos amigos,
entre ellos el Dr. Ernst Roth, su editor. Sin duda esperaba que el viaje le
permitiera el “deshielo” de algunos de sus derechos de autor, que habían sido
congelados en Inglaterra a causa de la guerra. (Dos años antes también se había
trasladado a Suiza con la esperanza de recibir ciertas cantidades de dinero que
no podrían llegarle si permanecía en Alemania).
En
Inglaterra Strauss fue cortante con la prensa y tuvo poca paciencia con la
persistencia de los periodistas que le preguntaban cuáles eran sus planes. Les
dijo simplemente: “Bueno, morir”. Antes de su muerte, que ocurriría dos años
más tarde, Strauss compuso dos últimas obras de gran importancia. El Dúo-concertino para clarinete y fagot y,
la más popular, Cuatro últimas canciones para
soprano y orquesta.Aunque el Dúo-concertino fue finalizado en 1947, Strauss ya llevaba pensando en la obra cierto tiempo. Un año antes había escrito al dédicataire eventual, Hugo Burghauser, amigo cercano y ex fagotista de la Filarmónica de Viena, que se había trasladado a Nueva York
“Estoy aún ocupado con la idea de un doble concierto para
clarinete y fagot, pensando especialmente en su hermoso tono. Sin embargo,
aparte de algunos temas esbozados todavía sigue siendo poco más de una
intención... Tal vez le interesaría lo que mi padre siempre solía decir: ‘Fue
Mozart, quien escribió más bellamente para el fagot’. ¡Pero también era el de las
más bellas ideas, que venían directamente desde los cielos!”
Encontrar
una referencia de Strauss al idolatrado Mozart en yuxtaposición inmediata al
primer indicio del Dúo-concertino
debería alertarnos sobre un cierto sabor mozartiano presente en bastantes de sus
últimas obras.
No es
que el Dúo-concertino sea de ninguna
manera un pastiche: más bien se traduce en él mucho de lo que Strauss consideraba
el alma de la época clásica bajo un nuevo disfraz.
En
algún momento de la composición de la obra, Strauss le dijo al director de
orquesta Clemens Krauss que estaba pensando en el cuento de Hans Christian
Andersen El porquero, en el que un
príncipe se disfraza de porquero para cortejar a una bella princesa en el
palacio de su padre. Strauss también escribió a Burghauser para decirle que “el
clarinete representaba a una princesa bailando, y que el fagot describía los grotescos
intentos de un oso de imitarla. Finalmente, ella es conquistada por el oso y
danza con él. Así que usted también se convertirá en un príncipe y vivirán
felices para siempre”.
A pesar
de todo, el Dúo-concertino también puede
considerarse como música pura. Sus tres movimientos se ejecutan sin pausa, aunque
los dos primeros son bastante breves y sirven esencialmente como un elaborado prólogo
para el rondó de cierre.