Orquesta Sinfónica de Gotemburgo
Gustavo Dudamel, director
La Segunda Sinfonía de Sibelius es su obra más conocida e interpretada.
Escrita después de Finlandia —emblema
nacionalista del autor— fue concebida en Rapallo, durante una estancia del
músico en Italia (1901). Su estreno se produjo en Helsinki, en marzo de 1902,
con la dirección del autor. Obtuvo un gran éxito, siendo repetida tres
veces en el intervalo de ocho días.
De manera similar a lo ocurrido con Finlandia, la Segunda Sinfonía fue considerada inmediatamente como expresión musical de las aspiraciones nacionalistas del pueblo finés y entendida como un canto de resistencia
frente al opresor ruso. Así mismo, su triunfo internacional provocó también un movimiento paralelo
de simpatía hacia el país nórdico. En cuanto al contenido, esta sinfonía puede catalogarse de “romántica”, si bien se trata de una obra especialmente original en la que destaca la brevedad de los temas, que van construyendo poco a poco grupos o conjuntos más vastos; también es patente la predilección de Sibelius por una instrumentación poco usual, sobre todo en el tratamiento de las maderas.
Desarrollo de la obra
- Allegretto: En Re mayor, este movimiento inicial es, sin duda,
desconcertante; su comienzo llama la atención por su carácter fragmentado, a la
manera de una improvisación temática en el seno de la forma sonata. Sibelius
opera un considerable rejuvenecimiento en la forma tradicional, apoyándose en breves células
melódicas que se van transfiriendo de unos instrumentos a otros sobre un fondo rítmico de la
cuerda en 6/4 —once negras consecutivas—, que asegura su permanencia. El
desarrollo parece realizar una síntesis que no es otra cosa que una
intensificación de los elementos temáticos precedentes en registros
instrumentales más homogéneos, con predominio de la cuerda y, posteriormente,
de los metales. En la re exposición regresa el tema pastoral del comienzo,
pareciendo abreviarse con arreglo a un logrado diminuendo.- Tempo andante ma rubato: En re menor, es un sombrío movimiento lento que inauguran violonchelos y contrabajos en pizzicato, a lo que se superpone una melodía sobrecogedora, casi modal, expuesta por el fagot. Seguidamente interviene la cuerda en divisi — Andante sostenuto, en un pasaje en Fa sostenido mayor—, acompañada de diversos motivos en los graves de la orquesta que se ven entrecortados por estallidos en los metales.
- Vivacissimo: En Si bemol, este movimiento es un incisivo y tempestuoso scherzo, una especie de motu perpetuo en 6/8 que recorre
inmediatamente los registros extremos de la orquesta (desde los contrabajos a
los violines en su registro agudo). Los timbales introducen un breve Trio en Sol bemol, en el que el oboe esparce
una atmósfera casi agreste. Hay repeticiones variadas del scherzo, después del Trio
y del inicio del final, cuyo primer tema se une sin interrupción con el
posterior y último movimiento de la sinfonía.
- Finale-Allegro moderato: Encadenado al anterior, es un Allegro moderato en 3/2 basado en la
forma sonata. Son cuatro temas, provistos de motivos secundarios: El primero es
expuesto por la cuerda, al que le sigue una fanfarria de las trompetas; el
segundo opone la cuerda a las maderas; el tercero es tranquilamente dibujado
por el oboe, para ser posteriormente relevado por el resto de maderas y la
cuerda; y el cuarto, más breve, es perfilado por los instrumentos de metal en
Do mayor. La re exposición, en la que la orquesta gana en amplitud, también se
dilata, progresando en base a un continuo crescendo.
La corta y triunfal coda, en la que dominan los instrumentos de metal, hace que
la obra termine en un clima de apasionada exaltación.
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