World Orchestra for Peace
Valery Gergiev, director
Valery Gergiev, director
Diez fueron las sinfonías que marcaron el genio creador de Gustav Mahler, aunque la última quedara sin concluir pese a sus deseos. Cada una de sus sinfonías es un mundo, y la Quinta es la primera de una trilogía puramente instrumental y sin programa alguno de lo que con razón se ha denominado su período medio, si bien este ha de entenderse más en el plano de una evolución creadora que en el estrictamente cronológico.
De estas tres sinfonías, en las que Mahler compensa
la ausencia de la voz con un nuevo acento sobre la polifonía orquestal, las que
más se parecen, al menos exteriormente, son la Quinta y la Séptima.
Tanto una como otra tienen cinco movimientos y evolucionan desde las tinieblas
a la luz. De una marcha fúnebre inicial a un rondó triunfal. El primer
movimiento tiene la forma relativa de sonata, mientras que el segundo se
construye sobre dos secciones contrapuestas y el scherzo es un semivals. Viene después el célebre adagietto solo para cuerda que da paso
al final en el que el coral es apoteósico. No es la conquista después de una
lucha. A excepción del adagietto, la
Qunta sinfonía es la más agitada de las del músico bohemio en el sentido
humano, demasiado humano.
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