Raquel Lojendio, soprano
Orquesta Sinfónica de Tenerife
Víctor Pablo, director
El estreno de La Tempranica fue precedido de un suspense que duró dos años, aplazándose varias veces las representaciones previamente anunciadas. Al parecer todo fue por la resistencia de Julián Romea a que la protagonista fuese interpretada por una cantante de confianza; sorprende que esta “pega” la pusiese el libretista (aunque también era músico) y no el compositor, y también que diez días después se volviera a cambiar la tiple debutando Matilde Franco que “salió muy airosa”. Aunque la crítica fue diversa (más negativa en cuanto al libreto), la obra fue recibida por el público de modo entusiasta y se ha mantenido inalterablemente en el cartel de forma muy digna.
El argumento se basa en el amor “imposible” de una gitanilla por un “señorito” andaluz, vivido en el ambiente típico de las tierras de Granada que da pretexto para una extraordinaria partitura en que se combinan los números o cuadros propios del género chico, como el coro de hombres “la caza ya se esconde”, el zapateado “la tarántula e un bicho mu malo” el concertante “a trabajá con fatiga” o el tango (curiosamente popularizado en la década de los 70 por Mari Trini en un tono nada zarzuelero, como fue la canción “Ayer”) con otros más de zarzuela grande, como el dúo de María y Don Luis “Yo no sé al verte que me ha pazao” o la genial romanza de María la tempranica “Sierras de Granada, llanos de la vega”.
En 1930 Moreno Torroba (con la colaboración literaria de Ricardo González del Toro) compuso una versión operística de La Tempranica añadiendo diversos números.
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