viernes, 22 de marzo de 2013

Heinrich Franz Biber: Sonatas del Rosario

Sonata I: La Anunciación
Les Veilleurs de Nuit
Dirección y violín: Alice Piérot
 
Sonata XIV: La Asunción
Les Veilleurs de Nuit
Dirección y violín: Alice Piérot
 
Las Sonatas del Rosario de Biber son una de las grandes obras para violín de todo el Barroco. La obra contiene quince sonatas para violín y continuo, más la Passacaglia para violín solo. Compuestas hacia 1670, no se conserva la portada del manuscrito -que descansa en la Biblioteca del Estado de Baviera en Múnich- por lo que se desconoce el nombre real que pudieron haber tenido estas piezas, de ahí que hayan recibido diferentes denominaciones: Sonatas del Rosario, del Misterio, etc.

La obra está dividida en tres partes y cada una de ellas incluye cinco sonatas con sus correspondientes títulos descriptivos. La primera, "Los Cinco Misterios Jubilosos", trata desde la Anunciación al Nacimiento de Jesús y su infancia. El siguiente grupo, "Los Cinco Misterios Dolorosos", se centra en los diferentes episodios de la Pasión y, las cinco últimas, "Los Cinco Misterios Gloriosos", cubre desde la Resurrección y Ascensión hasta la Coronación de la Virgen. 
Aunque la música no sea estrictamente programática sí se puede percibir el elemento narrativo sin olvidar también el marcado simbolismo. Hay razones para pensar que la obra se podía haber escuchado en el contexto de los rezos del Rosario con numerosas oraciones intercaladas. Se sabe que en aquella época había en Salzburgo numerosas congregaciones que se reunían para contemplar dicho rito. De hecho, tanto el propio compositor como su esposa pertenecían a sendas hermandades religiosas activas en Salzburgo, ciudad en la que vivió y murió Biber.

Una de las características más llamativas de las Sonatas del Rosario -y que también se encuentran en otras obras de Biber- es el uso de la scordatura (afinación desigual) que produce un singular efecto. Excepto la primera y última sonatas, las demás hacen uso de este recurso expresivo por lo que hay hasta quince afinaciones diferentes. El caso más llamativo es la Sonata XI, La Resurrección, en la que las dos cuerdas centrales del instrumento se han de cruzar antes del puente y otra vez en el clavijero formando una especie de doble X.

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