Orquesta
Sinfónica de Chicago
Georg
Solti, director
Las divertidas travesuras de
Till Eulenspiegel, según el viejo cuento picaresco, es un poema sinfónico en
forma de rondó, para gran orquesta, op. 28. La obra, terminada el 6 de mayo de
1895, fue estrenada en la Gürzenichsaal de Colonia el 5 de noviembre del mismo
año, bajo la dirección de Franz Wüllner.
El personaje Till Eulenspiegel
-perfectamente paralelo a los héroes de nuestra novela picaresca- existió
realmente: fue un hombre del campo que murió víctima de la peste, hacia 1350,
después de haber abanderado la rebelión contra la burguesía explotadora del
campesinado. A partir de ahí, Till se convierte en leyenda y el personaje,
manteniendo su esencia, evoluciona en las narraciones populares en función de
las necesidades expresivas o ejemplarizantes de cada lugar y de cada época.
Así, en el siglo XVI y en los Países Bajos, Till Eulenspiegel representó el
símbolo de la aspiración flamenca a la libertad frente a la tiranía de los
emperadores Carlos y Felipe. Pero el Till que nosotros conocemos es el que nos
acercó Strauss a finales del siglo pasado, esto es, un gamberro, un bribón con
algo de simpático y un mucho de agitador, siempre metido en líos, un provocador
de vocación que acaba siendo perseguido por el orden imperante, juzgado,
condenado y ajusticiado.
DESARROLLO DE LA OBRA
Es indudable que la partitura
de Till Eulenspiegel es toda una puesta en escena en donde no hay página que no
bosqueje una decoración, que no evoque una acción, que no pinte uno o varios
personajes. Después de su estreno, fue editada una guía para la escucha con
breves indicaciones del compositor. La partitura se inicia con un fraseo de los
violines que sirven de introducción al cuento. El tema de Till, que no tarda en
presentarse, se descompone en dos motivos principales que persisten bajo
diversos aspectos en las mismas estrofas, preservando de esta forma la unidad
del discurso. La trompa, Fa mayor y 6/8, expone el primer motivo en notas
picadas y ligeramente cromáticas, en un fragmento de peligrosísima ejecución que
es temido por los trompistas de todo el mundo. La marcha rítmica, un poco
claudicante, sugiere ya una deformidad y sobre todo la desvergüenza del
personaje. Como ampliación de este material temático, surge un accelerando de toda la orquesta, con un
calderón que pone fin al preámbulo. Aparece entonces un nuevo motivo, corto e
incisivo, que es tocado por el clarinete en re, a la manera de una risa burlona
o de una pirueta gesticulante. Till medita su primera hazaña: Se lanza a
caballo sobre las mujeres de un mercado esparciendo sus mercancías. Tras un
trémolo de las violas, surge un violento estallido de los platillos que da
lugar a una gran algarabía orquestal con notables intervenciones del clarinete
bajo y de la carraca. El fagot presenta una melodía de inconfundible aire
popular, en Si bemol, sostenido por una retórica poco grandilocuente. Es el
momento en que Till, sorprendido, emprende la fuga aunque es sacudido por un
extraño estremecimiento, expresado por cinco violines divididos y trompas con
sordina.
Pasamos a una nueva escena en
donde Till se convierte en un seductor, manifestado por la sorprendente cadenza
del violín solo que preludia los arabescos del clarinete y del oboe. Pero es
rechazado en su petición de matrimonio, invirtiéndose el primer motivo de su
tema en el bajo y repitiéndose el segundo motivo en trompetas y trombones.
Till, entonces, decide clamar venganza contra la humanidad en una insólita
asamblea de filisteos. Tras una caricatura del fagot, se expone entonces uno de
los mejores fragmentos de la obra, un tema anodino en división de cuerdas y
maderas, con un inquietante efecto de síncopa que da al pasaje un carácter
fugado y de desorden que sugiere la discusión de la asamblea acerca de las
aserciones de Till. Pero la extravagante sintonía de las flautas, a modo de
silbido callejero, indica que Till se ha escapado ya de aquel lugar.
En un nuevo episodio Till reza
otra vez la plegaria ante el pueblo; en esta ocasión, la trompa expone el
primer motivo de Till con un extraño tono maléfico. El pueblo ya no soporta más
afrentas y prepara una venganza colectiva, y aquí la orquesta se tensa y
concentra en un tutti que desemboca
en un fortissimo sobre un redoble de timbales,
invocando la detención de Till y su posterior conducción hacia un tribunal.
Este episodio de jueces y pompa, es declamado por los sombríos acordes de los
trombones mientras que un segundo motivo en el clarinete representa a Till
intentando hacerles frente. Se suceden los diálogos orquestales que señalan la
discusión judicial hasta que la sentencia definitiva es pronunciada por
trompas, trombones y fagots en el registro grave. Unos lúgubres acordes sobre
un implacable intervalo de séptima (fa-sol bemol) pronuncian la condena a
muerte. El tema de Till se desgarra ahora, se estrangula sobre los trinos de
las flautas. Till es colgado y se produce el silencio y un posterior epílogo
basado en el recuerdo emocionado del héroe, expuesto por el clarinete y el
clarinete bajo. Con la orquesta entera, los breves compases de la coda
proclaman la apoteosis de lo que estará siempre vivo, la inmortal alegría de
Till Eulenspiegel. Una de las partituras más portentosas de Richard Strauss,
una verdadera obra maestra.