Gabriel Schebor, vihuela
Romance del Conde Claros, de Alonso Mudarra
Vihuela construida por Sebastián Núñez (Utrecht)
El llamado Siglo de Oro español dio importantes frutos
dentro de las distintas disciplinas artísticas. La música no quedó al
margen de esta época de esplendor para las letras y el arte, teniendo un
interesantísimo plantel de prestigiosos compositores que, tanto en el
mundo vocal como en el incipiente campo instrumental, fueron reconocidos
dentro y fuera de nuestro país.
El Renacimiento español tuvo en la vihuela a uno de
sus más brillantes protagonistas. Mientras en Europa el laúd era el
inseparable compañero musical de la nobleza, en España, la vihuela tomó
ese privilegiado puesto y durante más de medio siglo convivió con reyes,
nobles, formando parte de las más importantes Casas Reales.
Este instrumento, hermano noble de aquella guitarra
renacentista que tanto divirtió y acompañó al pueblo en sus fiestas y
celebraciones, consiguió en sólo unas décadas un repertorio de una
avanzada y extraordinaria calidad, que tuvo en nombres como Luys de
Milán, Luis de Narváez, Alonso Mudarra…, los mejores ejemplos de
dedicación y nivel artístico del momento.
La vihuela desapareció como instrumento de la corte
en los últimos años del siglo XVI y son pocos ejemplos los que se
encuentran a partir de ese momento, sumiéndose en un profundo y largo
letargo que la ha llevado hasta prácticamente nuestros días, en los que
la corriente historicista ha recuperado su valor y la ha devuelto a la
vida musical.
De Alonso Mudarra no se conoce ciertamente dónde nació.
Guadalajara fue la ciudad que le vio crecer en su juventud, al servicio
de los Duques del Infantado, durante varios años.
Viajó a Italia y a su regreso a España se ordenó
sacerdote en 1546 en la Catedral de Sevilla, lugar desde el que dirigió
una actividad musical muy importante. Esta misma ciudad sería testigo de
su muerte décadas después.
Su gran aportación a la literatura musical de la
época se centra en la publicación, en la citada capital andaluza, el 7
de diciembre de 1546, de sus Tres libros de música en cifra para vihuela, que
contienen obras originales suyas y transcripciones para vihuela sola o
con voz, de diversos compositores de la época como Adrian Willaert,
Josquin Des Prés, Nicolas Gombert.
Numerosas piezas para vihuela sola, canciones con
el acompañamiento de la vihuela, varias piezas para guitarra y una pieza
para guitarra u órgano, son las piezas instrumentales que contiene la
colección, en la que no faltan los aires más representativos de su época
como el tiento, la fantasía, la pavana o la gallarda.
Los sonetos, villancicos o romances completan la
parte vocal, utilizando poemas de autores españoles como Garcilaso de la
Vega o Jorge Manrique o de su entorno geográfico como el italiano
Francesco Petrarca, dotando de este modo a su música vocal, de una gran
calidad, tanto musical como literaria.
Diferencias sobre el Conde Claros o la Fantasía que contrahaze el arpa en la manera de Ludovico son
obras maestras de su catálogo en las que se evidencian los rasgos más
distintivos de su estilo y la profundidad de su pensamiento musical e
instrumental.
La excelente conducción de las voces, la
expresividad inherente a ellas e incluso la modernidad y audacia que se
evidencia en muchas de sus obras son algunas de las características
sobre las que debemos reflexionar hoy día para conocer en profundidad la
importancia de su legado musical.
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