Mille
Regretz es una canción polifónica en francés creada por el compositor
franco-flamenco Josquin des Prés. Una famosa variación para vihuela española de
esta canción es La Canción del Emperador
de Luis de Narváez, que recibió ese nombre por ser la favorita de Carlos V. Su compás es binario, el género es vocal, sin acompañamiento, y
consta de cuatro melodías ornamentadas. Esta canción renacentista también
inspiró una misa de Cristóbal de Morales (1500-1553), así mismo titulada Mille Regretz.
En francés moderno, la letra sería sería:
"Mille regrets de vous abandonner
et d’être éloigner de votre visage amoureux.
et d’être éloigner de votre visage amoureux.
J’ai si grand deuil et peine douloureuse
qu’on me verra vite mourir".
Mil
pesares por abandonaros
Y
por alejar vuestro rostro amorosoSiento tanto duelo y pena dolorosa
Que se me verá en breve acabar mis días.
L'Ensemble lyriques Des Mesures
Dirección : Muriel Stibb
Fueron
multitud los discípulos de Ockeghem que divulgaron los nuevos procedimientos compositivos de su maestro por
toda Europa: Pierre de la Rue (1452-1518), Loyset Compère (1445-1518), Jean
Ghiselin (c. a. 1455-1511) y el célebre Jacob Obrecht (1452-1495), maestro de
Erasmo y poseedor de una gran sensibilidad y sentido de la forma. Pero sin duda
alguna, la culminación de la nueva estética se produce con Josquin des Prés
(1450-1521).
Retrato de Josquin des Prés
Desde muy joven le encontramos en Italia: Milán, Roma Módena y
Ferrara y también en Cambrai y París. Su fama fue inmensa y su obra tuvo una
enorme influencia en la música inmediatamente posterior.
El
estilo flamenco, según se practicó en tiempos de Ockeghem, había alcanzado un
gran refinamiento, pero era una música algo artificiosa en la que lo importante
era poner de manifiesto la sabiduría contrapuntística del autor, que se
entregaba gustoso a resolver difíciles problemas especulativos. Se trataba de
una música donde apenas había emoción, falta de todo dramatismo y afectividad,
sustituidos estos por el cálculo y el placer de ejercitar una técnica que ya se
sabía dominada.
Con
Josquin des Prés la música cobra una fuerza expresiva de la que hasta entonces
carecía. Josquin, impregnado de espíritu italiano y humanista, supera el
espíritu medieval de la música basada en reglas abstractas y deja fluir su
inspiración con libertad. Su obra tiene una gran elegancia cantable, pues con
él se empieza a prestar atención al texto que se canta y se intenta representar
su sentido mediante un simbolismo musical. Con él la música deja de ser un
hábil oficio para convertirse en un arte auténtico.
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