Orquesta Filarmónica de Viena
Wolfgang Sawallisch, director
Hasta 1818, la tradición vienesa encarnada por Mozart y Haydn está muy presente en las
sinfonías de Schubert. A partir de entonces, el compositor austriaco siente la
necesidad de superar los esquemas clásicos, creando algunas de las obras
fundamentales del incipiente Romanticismo. Aunque la numeración de la Sinfonía D944
"la Grande" es motivo de cierta controversia,
parece demostrado que los primeros esbozos datan de 1825 y que en 1826 la
partitura estaba completamente terminada (siendo después revisada en 1828). El
problema es que hasta 1839, once años después de la muerte de Schubert,
Robert Schumann no encontró la partitura en una visita a la casa de Ferdinand, el hermano de Schubert, en Viena. Schumann no descansó
hasta conseguir estrenarla.
Andante,
Allegro ma non troppo
La sinfonía arranca con una breve introducción interpretada por las trompas
al unísono en la que se presenta el primer tema, que reaparecerá
intermitentemente durante el resto de la obra. Tras la entrada de la orquesta se va hacia un pasaje en que las cuerdas acompañan y enriquecen el
tema principal con diversas melodías. Se llega así al Allegro en el que hay fuertes contrastes entre temas atormentados en las cuerdas
y apacibles en los trombones. Schubert juega con elementos del tema principal
que vienen y van durante todo el movimiento en distintas tonalidades. Al final, la melodía de la introducción regresa triunfante y despide el movimiento.
Segundo
movimiento
Andante con
moto
El Andante supone un fuerte contraste frente a la energía
desbordante del primero. Aquí predomina el lirismo. Arrancando con una dulce
melodía del oboe sobre un acompañamiento rítmico (que caracteriza todo el
movimiento), el primer pasaje transcurre con un diálogo entre los vientos y las
cuerdas, que entonan la melancólica melodía principal. Este pasaje termina en un
intenso clímax al que sigue un breve silencio. El pasaje final del movimiento
estará dominado por los cellos y los oboes. En los últimos compases desaparece
el ritmo de marcha y vuelve el tema principal, que de nuevo pone fin al
movimiento, esta vez en una tonalidad distinta, más lúgubre.
Tercer
movimiento
Scherzo:
Allegro vivace. Trio
El Scherzo es el movimiento menos clasicista de la obra. En él,
Schubert se acerca más al estilo de Beethoven que al de Mozart o Haydn. Abundan
las danzas, las melodías se acentúan y un aire de vals inunda el ambiente. Los
dulces sonidos de las flautas se contraponen a los contundentes acordes de
trompas y cuerdas, que constituyen, de nuevo, una sólida base rítmica sobre la
que el compositor sitúa al coro de vientos. En el
Trío, Schubert introduce algunos de los cambios de tonalidad
más llamativos de la obra.
Cuarto
movimiento
Finale: Allegro
vivace
El colosal Finale arranca con una frenética introducción en la que
participa toda la orquesta. La melodía busca desesperadamente una salida a la
que sólo llega con un silencio, tras el cual se pasa al segundo tema, que
arranca con una inocente melodía entonada por los clarinetes. Al finalizar este
segundo pasaje, Schubert introduce el siguiente con una serie de compases en
los que evoca el "Himno a la Alegría" de su admirado Beethoven. La
segunda parte del movimiento se compone de una serie de complejos ejercicios
armónicos que culminan en el apoteósico final.
Primeras
interpretaciones
La Sinfonía en Do mayor D 944 se estrenó, gracias al empeño de
Schumann, el 21 de marzo de 1831 en Leipzig, bajo la batuta de Felix
Mendelssohn. Schumann era un enamorado de la partitura. Calificaba de
"divina" la longitud de la pieza cuando los músicos de media Europa
se negaban a interpretarla recriminándole que era demasiado extensa y dijo de
ella que se trataba de la mejor obra instrumental desde la muerte de
Beethoven.
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