Valéry Dauvage, laúd
Versión para laúd del Libro de William Ballet, seguida de la de Francis Cutting.
La
música instrumental, que ya en el siglo XV funcionaba con una estética propia,
alcanza en el siglo XVI su definitiva y esplendorosa consagración como «manera»
de concebir una obra musical. Al siglo XVI corresponde el haber llevado a sus
últimas consecuencias el «descubrimiento» de la música instrumental, concebida
ya desde la mente del compositor para ser tocada en instrumentos, valiéndose
exclusivamente de sus recursos técnicos y sus medios expresivos, sin recurrir
al apoyo ideológico de texto alguno.
Durante
los siglos medievales la música instrumental tuvo sus más estrechas
vinculaciones con el arte de la danza. Más tarde, se vio como se asociaba al
canto hasta que, finalmente, se independizó por completo de esa misión de mero
acompañamiento y siguió caminos propios. Las nuevas formas
aparecidas en los últimos tiempos del Ars
Nova exigieron un desarrollo de la técnica instrumental hasta el punto de
que pronto fue posible adaptar obras vocales para ser tocadas solo por algún
instrumento polifónico, o sea, capaz de tocar varias notas simultáneamente,
como el órgano, lo que dio lugar en la Alemania del siglo XV a una interesante
escuela.
Además
del órgano, se desarrolló grandemente la afición por otros instrumentos también
de tecla pero que, en lugar de dirigir aire a determinados tubos, su mecanismo
consistía en golpear con un borde de metal sobre cuerdas tensas; este
antecedente de nuestro actual piano se llamaba clavicordio. Si en lugar de
golpearlas, el teclado servía para puntear las cuerdas, se trataba de la
espineta (contorno anguloso) o el virginal (contorno cuadrado) y más tarde,
cuando se acopló un segundo teclado y se amplió su registro, del clavicémbalo,
clavecín o simplemente clave.
Pero no sólo podían
tocar música a varias voces los instrumentos de teclado; también lo hacía el
arpa y, aunque con más limitaciones, el laúd. Por su manejabilidad y sus
relativamente amplias posibilidades, el laúd (en España, la vihuela) será el
instrumento «doméstico» favorito de los siglos XVI y XVII, hasta ser finalmente desplazado
por el violín y el clave. La música polifónica tocada a laúd, por su
imposibilidad de mantener el canto simultáneo de las voces, fue derivando hacia
un género de melodía acompañada con acordes; con ello se destruye el concepto
estricto de polifonía ‒melodías simultaneas‒ que había llegado ya al máximo de
sus posibilidades, tanto en su aspecto profano (madrigales) como religioso
(Palestrina).
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