Augustin Dumay, violín
Jean-Philippe Collard, piano
Schumann aborda el género de la
sonata para violín y piano al final de su carrera. Las dos sonatas escritas en
1851, son, junto con la Märchenerzählungen, opus 132 (Cuentos de hadas)
de 1853, sus últimas composiciones significativas a la música de cámara. En
esta tardía inclinación por el violín debió influir la estrecha relación que el
compositor mantuvo en esa etapa última de su vida con violinistas tan ilustres
como Ferdinand David (al que dedicó la segunda sonata), Joseph Joachim, o
Joseph von Wasielewski y Joseph Hellmesberber, quienes, acompañados por el
piano de Clara Wieck, estrenaron las versiones definitivas de sus dos sonatas.
Cuando entre el 12 y el 16 de
septiembre de 1851 Schumann aborda y completa -¡en sólo cuatro días!- su
primera sonata para violín cuenta tras de sí una ingente producción musical,
hecho que perfila el alto grado de exigencia de la nueva partitura, de la que,
sin embargo, nunca disimuló su insatisfacción, hasta el punto de llegar a
confesar que "abordaba la segunda sonata con la esperanza de que saliera
mejor que ésta". La sonata fue editada por Hofmeister, en enero de 1852,
en Leipzig, y estrenada el 21 de marzo de ese mismo año y ciudad por Ferdinand
David y Clara Schumann. Sin embargo, la obra había sido ya tocada en una
audición privada en Düsseldorf, el 16 de octubre de 1851, por Joseph von
Wasielewski y Clara.
La sonata está organizada en tres
movimientos, el segundo de los cuales fusiona el carácter de un movimiento
lento con un scherzo de carácter danzable. El tiempo inicial, Mit
leidenschaftlichem Ausdruck (Con apasionada expresión), es un Allegro en
compás de 6/8 en el que Schumann opone y juega con la diversidad tonal y modal
que brinda el sucesivo uso de las tonalidades de La menor (tónica) y Fa mayor.
El tema principal es introducido por el violín. Se trata de un diseño
sincopado, cuya apariencia sombría –pronunciada por la tendencia schumanniana a
utilizar el registro grave del violín- contrasta con su diáfana inclinación
lírica. El segundo tema surge en su totalidad sobre ideas derivadas de él. El
contrapuntístico y melodioso desarrollo alberga interesantes episodios en forma
de canon.
Para la denominación del segundo
movimiento Schumann utiliza por única vez en sus sonatas para violín un término
italiano. Se trata de un sencillo Allegretto en Fa mayor y compás de
2/4. Un inocente rondó sin más pretensión que la de servir de puente con el
animado (Lebhaft) movimiento final, en La menor y 2/4. Se inicia con un
original aire de tocata en el que ambos instrumentos se lanzan en semicorcheas
a una suerte de vistoso movimiento perpetuo de gran efecto. El desarrollo
propicia la irrupción de un nuevo motivo, en Mi mayor y de acusado carácter melódico.
La furtiva reaparición de las veloces y dramáticas semicorcheas iniciales será
base de la refulgente coda final.
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