Jean-Yves Thibaudet, piano
Real Orquesta del Concertgebouw
Andris Nelsons, director
El concierto consta de tres partes:
1. Allegro animato
2. Andante
3. Molto allegro
En 1896 Saint-Saëns concibió y realizó el quinto y último de
sus conciertos para piano con la idea de interpretarlo él mismo ese año durante
las celebraciones de su jubileo como pianista recordando que, en 1846, a la
tierna edad de once años, había hecho su debut ante el piano en calidad de
auténtico niño prodigio, y que durante el resto de su carrera, aun cuando ya
había establecido plenamente su reputación como compositor, se mantuvo muy
cerca de un teclado u otro, ya fuera el piano o el órgano.
Para escribir este concierto, Saint-Saëns aprovechó unas
vacaciones invernales que lo llevaron esa vez a la ciudad de Luxor, en Egipto,
donde tuvo la oportunidad de ponerse en contacto cercano con paisajes,
texturas, sabores, colores, olores y sonidos diversos de las culturas del norte
de África. Al parecer, Saint-Saëns asimiló a profundidad muchas de sus
experiencias sensoriales en Egipto y, según los entendidos, las volcó
hábilmente en este concierto para piano. Se afirma que es posible detectar en
esta obra la peculiar luz del amanecer egipcio, así como el croar de las ranas
en el valle del Nilo y el canto de los boteros egipcios. Más aún: algunos
musicólogos afirman que en el movimiento final del concierto se puede apreciar,
en la componente rítmica del molto
allegro, la cadencia de la hélice del barco que llevaba a Saint-Saëns por
el río Nilo.
Si bien todo esto bien puede ser producto de la fantasía y,
como tal, refutado paso a paso, lo que no parece estar a discusión es el hecho
de que el segundo movimiento de esta obra tiene como fundamento melódico una
canción de amor escuchada por el compositor a su paso por Nubia, y propiamente
esta es la razón por la que se conoce a este concierto con el sobrenombre de
«Egipcio».
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