Grace Bumbry, soprano
Jon Vickers, tenor
Mirella Freni, soprano
Justino Diaz, bajo
Orquesta Filarmónica de Viena
Herbert von Karajan, director
Filmada en el Festival de Salzburgo, 1967
La España tópica es el escenario
que Georges Bizet (París 1838-1875) eligió para Carmen, su última ópera, basada en una novela de viajes de Prospère
Mérimée, a partir de la cual Henry Meilhac y Ludovic Halévy elaboraron un
magnífico libreto escrito en francés.
El estreno de esta obra tuvo
lugar en la Ópera Cómica de París, el 3 de marzo de 1875, constituyendo un relativo
y frío éxito, aunque después fueron treinta y siete las representaciones que siguieron al
estreno.
Carmen pertenece al género de la opéra comique francesa, en la cual,
arias, dúos y coros están entrelazados con diálogos hablados, algo similar a
lo que sucede en el singspiel.
Meses después del fallecimiento del autor, se montó la primera producción
vienesa (octubre de 1875), para la cual se tradujo el libreto al alemán.
Además, Ernest Guiraud, amigo de Bizet, sustituyó los diálogos por recitativos
y suprimió parte del texto, alterando incluso la instrumentación. También
interpoló un ballet, dando a la ópera un giro hacia la grand opéra, con mayor peso emocional. Sin embargo, esta
transformación no logró desbancar a la versión original.
Sinopsis
Acto I
Sevilla, alrededor del 1820
En la plaza de la ciudad. A la
izquierda el regimiento de Dragones de Alcalá, a la derecha la puerta de la Real Fábrica de
Tabacos. Una chica se acerca buscando a un cabo llamado don José. Los
guardias le informan que vendrá en el próximo turno de guardia. Ella dice que
volverá más tarde. En una rápida marcha, el cambio de guardia se realiza,
liderado por Morales y don José. Por la descripción que le habían dado, José llega
a la conclusión de que la chica era Micaela. Es hora de trabajo en la fábrica,
y las chicas empiezan a caminar, a reírse y a hablar y coquetear con los
soldados. Carmen, una melancólica, delgada, y atractiva gitana canta una de las
mejores arias de entrada de toda la ópera francesa, la habanera: “L´amour est
un oiseau rebelle” (el amor es un ave rebelde). Carmen baila alrededor de don José, tratando de llamar su atención; luego le arroja una flor y con una
sonrisa corre dentro de la fábrica, seguida por otras mujeres. Don José toma la
flor y la guarda en su casaca, cerca de su corazón. Regresa Micaela, que viene de su pueblo natal y le trae recuerdos de
su madre. De repente se oyen gritos provenientes de la fábrica. Carmen ha
apuñalado a otra mujer en una pelea. De mal humor, Carmen se burla de las
preguntas del teniente Zúñiga que, enfurecido, ordena que la esposen mientras prepara
los papeles para su encarcelamiento. Zúñiga la deja a solas con don José que la
custodia. Ella lo desarma con promesas de amor. Al decirle Carmen que se
encontrarán en la taberna de Lillas Pastia, él afloja sus esposas. Carmen escapa,
pero don José va a prisión.
Acto II
La taberna de Lillas Pastia
Han pasado varios meses. Zúñiga le dice a Carmen que el encarcelamiento de don José termina precisamente ese día. Llega el torero Escamillo que ovacionado por el público canta los couplets del toreador, “Votre toast je peux vous le rendre” (para tu salud yo tomo con placer). Escamillo queda prendado de Carmen, pero ella todavía tiene a don José en su mente. Se hace tarde tarde. El Dancairo y El Remendado quieren contar con Carmen, Frasquita y Mercedes para ayudar a escapar a los contrabandistas esa noche; pretenden que usen sus encantos para distraer a la patrulla de sus tareas. Carmen no se quiere ir con ellos. Prefiere esperar a don José. Los contrabandistas le dicen que tal vez el cabo quiera unirse al plan. Llega don José. Carmen baila para él, pero desde el cuartel suena la trompeta con el toque de retreta. Don José está obligado a volver. Carmen le acusa de preferir sus obligaciones a su amor por ella. Él extrae de su camisa la flor que ella le había dado y le declara su amor en la Canción de la Flor “La fleur que tu m´avais jetée” (la flor que me arrojaste). Vuelve Zúñiga, esperando encontrar a Carmen a solas. Èl y don José discuten muy seriamente y después sacan las espadas. Los contrabandistas interrumpen el enfrentamiento y se llevan a Zúñiga como prisionero. Ya que se ha insubordinado frente a su teniente, don José no tiene más remedio que seguir a Carmen y sus amigos contrabandistas.
Han pasado varios meses. Zúñiga le dice a Carmen que el encarcelamiento de don José termina precisamente ese día. Llega el torero Escamillo que ovacionado por el público canta los couplets del toreador, “Votre toast je peux vous le rendre” (para tu salud yo tomo con placer). Escamillo queda prendado de Carmen, pero ella todavía tiene a don José en su mente. Se hace tarde tarde. El Dancairo y El Remendado quieren contar con Carmen, Frasquita y Mercedes para ayudar a escapar a los contrabandistas esa noche; pretenden que usen sus encantos para distraer a la patrulla de sus tareas. Carmen no se quiere ir con ellos. Prefiere esperar a don José. Los contrabandistas le dicen que tal vez el cabo quiera unirse al plan. Llega don José. Carmen baila para él, pero desde el cuartel suena la trompeta con el toque de retreta. Don José está obligado a volver. Carmen le acusa de preferir sus obligaciones a su amor por ella. Él extrae de su camisa la flor que ella le había dado y le declara su amor en la Canción de la Flor “La fleur que tu m´avais jetée” (la flor que me arrojaste). Vuelve Zúñiga, esperando encontrar a Carmen a solas. Èl y don José discuten muy seriamente y después sacan las espadas. Los contrabandistas interrumpen el enfrentamiento y se llevan a Zúñiga como prisionero. Ya que se ha insubordinado frente a su teniente, don José no tiene más remedio que seguir a Carmen y sus amigos contrabandistas.
Acto III
Un camino pedregoso en la
montaña
Los contrabandistas esperan el momento para pasar su contrabando a través de la frontera. Entre don José y Carmen las cosas están muy tensas. Él está preocupado por su madre y Carmen le manda despectivamente a visitarla. Frasquita y Mercedes están echando las cartas. Carmen las echa a continuación y el resultado es que predicen su muerte y la de él. Los contrabandistas están listos. Don José hace guardia sobre unas rocas. En medio de la actividad de contrabando, aparece Micaela que canta una conmovedora aria, “Je dis que rien ne m´epouvante” (No tengo ningún miedo). Al no poder convencer a don José de regresar a su casa, ella se marcha. Se escucha un disparo. Don José ha fallado el tiro sobre un intruso que resulta ser Escamillo. Molesto al saber que el torero ha venido por Carmen, don José lo reta a un duelo con navajas. Los contrabandistas vuelven y los separan. Regresa Micaela que le dice a José que su madre está muy enferma. En la distancia se escucha a Escamillo cantar de forma desafiante. Micaela y don José se marchan juntos.
Los contrabandistas esperan el momento para pasar su contrabando a través de la frontera. Entre don José y Carmen las cosas están muy tensas. Él está preocupado por su madre y Carmen le manda despectivamente a visitarla. Frasquita y Mercedes están echando las cartas. Carmen las echa a continuación y el resultado es que predicen su muerte y la de él. Los contrabandistas están listos. Don José hace guardia sobre unas rocas. En medio de la actividad de contrabando, aparece Micaela que canta una conmovedora aria, “Je dis que rien ne m´epouvante” (No tengo ningún miedo). Al no poder convencer a don José de regresar a su casa, ella se marcha. Se escucha un disparo. Don José ha fallado el tiro sobre un intruso que resulta ser Escamillo. Molesto al saber que el torero ha venido por Carmen, don José lo reta a un duelo con navajas. Los contrabandistas vuelven y los separan. Regresa Micaela que le dice a José que su madre está muy enferma. En la distancia se escucha a Escamillo cantar de forma desafiante. Micaela y don José se marchan juntos.
Acto IV
Una plaza de toros en Sevilla.
Escamillo llega con Carmen de su brazo a la plaza donde va a torear. Ella no entra al espectáculo, se aparta a un lado para
esperar a otras amigas. Una mujer le advierte a Carmen que don José está oculto
entre la multitud. Carmen le contesta sin miedo, “no soy cobarde”. Don José da
un paso adelante, demacrado, desesperado y le suplica que regrese con él. Carmen le responde que ama a Escamillo. Don José le asesta una puñalada y Carmen muere
justo cuando en el interior de la plaza la multitud canta el triunfo del
torero. Don José se entrega a la policía, abrazando el cuerpo sin vida de su
amada.
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