Dietrich Fischer-Dieskau, barítono
Muy importantes
fueron los amigos en la vida y obra de Schubert. Dada la precaria situación
económica de éste, con frecuencia aquellos le proporcionaban soporte material y
moral, incluso hasta con el gesto de permitirle habitar sus casas, mientras que
el compositor los retribuía con su música.
Se cuenta que después
de la guerra contra Napoleón floreció en Viena un clima intelectual que creó un
espléndido círculo social de jóvenes literatos, poetas y artistas, y que fue
dentro de ese círculo donde Schubert compuso sus canciones. Uno de los grandes
amigos del compositor fue Franz Schober, cuyo poema An die Musik (“A la
música”) fue bellamente musicalizado por aquel.
El ejemplo tiene
carácter estrófico. Schubert hizo dos versiones de la canción, la primera en
1817 y la segunda en 1827, lo cual indica que el compositor nunca perdió el
interés por ese poema ni tampoco por dicho tipo de estructura estrófica. Se
trata de un himno, casi religioso, mediante el cual el poeta agradece al arte
sagrado de la música.
Du holde Kunst, in wieviel grauen Stunden,
Wo mich des Lebens wilder Kreis umstrickt,
Hast du mein Herz zu warmer Lieb' entzunden,
Hast mich in eine bess're Welt entrückt!
Oft hat ein Seufzer, deiner Harf' entflossen,
Ein süsser, heiliger, Akkord von dir
Den Himmel bess'rer Zeiten mir erschlossen,
Du holde Kunst, ich danke dir dafür!
| ¡Oh, arte benévolo, en cuántas horas sombrías,
cuando me atenaza el círculo feroz de la vida,
has inflamado mi corazón con un cálido amor,
me has conducido hacia un mundo mejor!
Con frecuencia se ha escapado un suspiro de tu arpa,
un dulce y sagrado acorde tuyo
me ha abierto el cielo de tiempos mejores.
¡Oh, arte benévolo, te doy las gracias por ello!
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