Orquesta de la Metropolitan Opera de Nueva York
James Levine, director
James Levine, director
Gioachino Antonio Rossini tenía catorce años cuando compuso su primera
ópera, el año 1806. Durante un tiempo dudó hacia dónde orientar su vocación de
músico pero, por fortuna, le tocó vivir una época en que la ópera, y sobre todo
la ópera bufa, se había convertido en una auténtica pasión para el pueblo
italiano, pasión que no dudaríamos hoy en llamar "transversal",
puesto que además alcanzaba a todas las clases sociales. Por ello, Gioachino no
tuvo que pensarlo mucho.
El género operístico, pues, vivía en esos años una vida intensa, al punto de que no era raro que los compositores se viesen angustiados por la impostergable entrega de la ópera siguiente, aun cuando recibieran por ello una cantidad de dinero relativamente modesta. Espectáculos nuevos cada temporada, era la exigencia del público de la época, y había que complacerlo.
Es así como mientras todavía se sucedían las representaciones de su aclamada ópera Tancredi, de 1813 (su primera ópera seria, no obstante), Gioachino comenzó a trabajar en una farsa de considerable extensión, si bien solo tenía dos actos, como era lo habitual.
El texto de La italiana en Argel ya había sido puesto en música antes, pero sin mayor éxito. Corresponderá a Rossini su transformación en obra maestra, pues sus situaciones absurdas y hasta cierto punto grotescas, le venían como anillo al dedo a la vena cómica del maestro. (Más tarde vendrán Il barbiere y La Cenerentola).
Estrenada el 22 de mayo de 1813, La italiana en Argel es una clásica ópera bufa de tema "musulmán" como lo fue años antes El rapto del serrallo, de Mozart. La escena se sitúa en el palacio del bey de Argel (el mandamás durante el imperio otomano), Mustafá, un autócrata de irrefrenable vocación por la compañía femenina que por esas cosas de la vida está algo cansado de su actual esposa y desea cambiarla por otra, ojalá italiana. Da la casualidad de que Isabella, una italiana, anda recorriendo las costas de Argel intentando rescatar a su novio, Lindoro, que presta sus servicios al bey en calidad de esclavo. Isabella cae prisionera y luego es entregada al bey, pero la intrépida italiana se las apañará para conseguir que un atónito Lindoro esté a su servicio, día y noche. Esto da pie a los enredos y engaños subsiguientes.
El género operístico, pues, vivía en esos años una vida intensa, al punto de que no era raro que los compositores se viesen angustiados por la impostergable entrega de la ópera siguiente, aun cuando recibieran por ello una cantidad de dinero relativamente modesta. Espectáculos nuevos cada temporada, era la exigencia del público de la época, y había que complacerlo.
Es así como mientras todavía se sucedían las representaciones de su aclamada ópera Tancredi, de 1813 (su primera ópera seria, no obstante), Gioachino comenzó a trabajar en una farsa de considerable extensión, si bien solo tenía dos actos, como era lo habitual.
El texto de La italiana en Argel ya había sido puesto en música antes, pero sin mayor éxito. Corresponderá a Rossini su transformación en obra maestra, pues sus situaciones absurdas y hasta cierto punto grotescas, le venían como anillo al dedo a la vena cómica del maestro. (Más tarde vendrán Il barbiere y La Cenerentola).
Estrenada el 22 de mayo de 1813, La italiana en Argel es una clásica ópera bufa de tema "musulmán" como lo fue años antes El rapto del serrallo, de Mozart. La escena se sitúa en el palacio del bey de Argel (el mandamás durante el imperio otomano), Mustafá, un autócrata de irrefrenable vocación por la compañía femenina que por esas cosas de la vida está algo cansado de su actual esposa y desea cambiarla por otra, ojalá italiana. Da la casualidad de que Isabella, una italiana, anda recorriendo las costas de Argel intentando rescatar a su novio, Lindoro, que presta sus servicios al bey en calidad de esclavo. Isabella cae prisionera y luego es entregada al bey, pero la intrépida italiana se las apañará para conseguir que un atónito Lindoro esté a su servicio, día y noche. Esto da pie a los enredos y engaños subsiguientes.
Las oberturas de ópera suelen ser
temas muy pegadizos y con una gran capacidad para ser retenidos por el gran
público. Y si son de óperas famosas aún más. Y en este sentido Gioachino
Rossini es uno de los compositores más populares, con obras como “El barbero de
Sevilla”, “Guillermo Tell”, “La gazza ladra” o la que nos ocupa hoy “L’italiana
in Algeri” o “La italiana en Argel”.
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