Jean-Efflam Bavouzet, piano
Philarmonia Orchestra
Esa-Pekka Salonen, director
El pianista Paul Wittgenstein, hermano del filósofo
Ludwig Wittgenstein, se alistó en el ejército austríaco durante la Primera
Guerra Mundial. Fue herido y capturado en el frente ruso. Debido a sus heridas,
su brazo derecho debió ser amputado mientras estaba en cautiverio.
Tras un período de recuperación al final de la
guerra, empezó a encargar a diferentes compositores que escribieran obras que
él pudiera tocar con una sola mano. Entre los que le respondieron estaba
Maurice Ravel.
Poco
tiempo antes de recibir la invitación de Wittgenstein, Ravel había
empezado a componer otro concierto para piano, en Sol mayor. A Ravel le
gustaba trabajar con restricciones externas, por lo que aceptó
ansiosamente el desafío de componer para un pianista con una sola mano e interrumpió
el trabajo en el Concierto en Sol para
componer el Concierto para la Mano
Izquierda. Una vez que estuvo terminado, él y Wittgenstein presentaron la
obra en una reunión privada.
Ravel es uno de los grandes
orquestadores de todos los tiempos. Su capacidad puede percibirse a lo largo de
toda la obra, especialmente en los pasajes más plenos. Pero se debe escuchar
cuidadosamente la extraordinaria originalidad de la apertura, un sonido
diferente del que hubiera en cualquier concierto escrito con anterioridad. Los
violonchelos y la mitad de las cuerdas bajas sostienen un acorde abierto, que
la otra mitad de los bajos arpegia con las cuerdas abiertas. Luego se agrega
una melodía en el más improbable de los instrumentos solistas: el contrafagot. Ravel escribe para este
instrumento potencialmente engorroso con tal facilidad y elegancia que se brinda
(al oyente ¡y al contrafagotista!) el raro placer de oírlo cantar, tanto en sus
registros más bajos como en los más altos, con un lirismo encantador.
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