Elena Obraztsova, mezzosoprano (Carmen)
Isobel Buchanan, soprano (Micaela)
Plácido Domingo, tenor (Don José)
Yuri Mazurok, barítono bajo (Escamillo)
Orquesta yCor de la Ópera de Viena
Carlos Kleiber, director
Franco Zeffirelli, director escénico
“Carmen” es una opéra comique en
cuatro actos con libreto de Henri Meilhac y Ludovic Halévy basado en la novela
de Prosper Mérimée. Su música es de Georges Bizet. Fue estrenada el 2 de marzo
de 1875 en la Opéra-Comique de París.
Cuando Prosper Mérimée dio al
mundo en 1845 el mito de Carmen la gitana, se convirtió de inmediato en la
femme fatale, la mujer independiente que rompe todas las barreras impuestas
por los hombres, el verso suelto que pone en peligro las normas de una sociedad
burguesa y patriarcal. Carmen, obrera, marginal, seductora, vive y ama como
quiere, y está abocada a la tragedia por su radical sentido de la libertad. El
oficial Don José está obsesionado con ella. Ha confundido la promesa de una
noche de amor con un juramento de amor eterno. Por ella se adentrará en un
violento mundo sin ley.
Según Bizet, “Carmen” no es sino la otra cara de “Tristán e
Isolda” de Richard Wagner. Frente al amor metafísico y eterno entre ambos
enamorados en el drama wagneriano, se opone el amor efímero y las ansias de libertad
e independencia de Carmen. También en lo musical, frente al cromatismo
wagneriano, tenemos una ópera mucho más accesible, llena de tópicos
españolizantes, con música recogida de fuentes españolas, (la melodía de la
famosa habanera está extraída de la de Sebastián Iradier, un compositor español
de la misma época).
El éxito de “Carmen” no fue arrollador desde el primer
momento. Bizet no lo pudo ver, porque murió pocos meses después del estreno de
la obra. Sin embargo, a pesar del éxito que acompañó a las representaciones
inmediatamente siguientes al estreno, en versión posterior a la original, no se
respetaban las indicaciones de Bizet con
respecto a esta obra.
En “Carmen” originalmente no hay recitativos. En teoría, su
estructura es la de una “ópera cómica”, (aunque como veremos desde el punto de
vista argumental no lo es, en absoluto), y tiene partes habladas. Sin embargo,
para el estreno vienés, en 1880, Ernest
Giraud compuso recitativos cantados para sustituir algunas de las partes
habladas, costumbre que hasta hace poco se había mantenido.
Sinopsis
argumental
Acto I
Tras el preludio
orquestal, la acción se desarrolla en una plaza de Sevilla. A un lado, está el
cuartel de los soldados; al otro lado de la plaza, está la fábrica de cigarros.
Los soldados del cuerpo de guardia matan el tiempo mirando
el paso de los transeúntes. De pronto, una mujer se dirige hacia el cuartel con
paso vacilante. Es Micaela, que pregunta por un cabo llamado Don José, y al ser
informada de que no está presente decide marcharse, a pesar de las peticiones
de los soldados de que se quede.
Tras el cambio de guardia, llega el cuerpo en el que está
Don José, junto con el teniente Zúñiga. El teniente le pregunta por la belleza
de las cigarreras de la fábrica, pero Don José afirma no preocuparse de esas
galanterías. Al ser preguntado por sus sentimientos sobre la mujer que acaba de
preguntar por él, él responde que la ama.
Entonces salen las cigarreras de la fábrica para el
descanso. Los hombres se fijan en ellas, pero todas las miradas se ven atraídas
por Carmen, la más bella de todas. Carmen, sin embargo, parece indiferente a
los requerimientos de los soldados. En su famosa habanera, compara al amor con
un niño gitano que no conoce leyes. Al terminar, lanza una flor a Don José, que
era el único que no le había hecho caso durante toda la escena.
Las cigarreras vuelven a la fábrica para seguir trabajando,
y entonces vuelve Micaela a escena. Ella lleva a Don José un mensaje de parte
de su madre, que dice que le perdona y que le espera de nuevo en el pueblo. El
cabo, muy conmovido, le pide a Micaela que se quede, pero ella no accede y
promete volver por la tarde. A su salida, Don José cree estar convencido de que
Micaela le conviene mucho más como mujer que Carmen, a la que tilda de bruja.
Sin embargo, cuando Don José iba a tirar al suelo la flor
que Carmen le dio, se produce un gran revuelo. Carmen ha provocado un incidente
en la fábrica y Don José la lleva a presencia del teniente Zúñiga. Como la
gitana no responde, Zúñiga ordena a Don José que la lleve a la cárcel. Más Don
José ya se ha enamorado de ella y a su vez ella le promete su amor. Así pues,
al llegar a la entrada de un puente, Carmen empuja a Don José que se deja
derribar. Aprovechando la confusión, la gitana consigue escapar.
Acto II
Tras otro breve preludio orquestal, el escenario muestra la
taberna de Lillas Pastia, donde Carmen y las gitanas Mercedes y Frasquita
bailan para los soldados. El teniente Zúñiga trata en vano de seducir a Carmen,
aunque sabe que ella está enamorada de Don José, que ha salido de la prisión
tras dos meses de estancia por dejar huir a Carmen. Entretanto, llega el torero
Escamillo, triunfador de las corridas en Granada, junto con su cuadrilla. Tras
entonar la famosa canción del toreador, se fija en Carmen y trata igualmente de
seducirla. Ella responde negativamente, aunque de una forma mucho más cortés
que a Zúñiga. El local se cierra y salen militares y toreros, aunque Zúñiga
promete volver.
Cuando salen los parroquianos, los contrabandistas Lillas
Pastia, el Dancaire y el Remendado empiezan a urdir planes para realizar nuevos
golpes. Para ello, necesitan contar con la ayuda de las mujeres, pues reconocen
que sin ellas nada sale bien. Frasquita y Mercedes parecen dispuestas a ir,
pero Carmen se niega. Antes tiene que estar con Don José, a quien tratará de
convencer de que les acompañe.
Don José llega a la taberna, y le declara su amor a Carmen.
La gitana empieza a bailar para él, pero entonces suena la retreta de los
soldados, que indica que Don José debe volver al cuartel. Él trata de detener a
Carmen, que lo interpreta como una debilidad de su amor hacia ella. En su aria
de la flor, Don José trata de convencerle a Carmen de que le ama, pero la
gitana dice entonces que, si realmente es así, debe seguirle con los
contrabandistas a las montañas. Don José se niega y decide marcharse.
Entonces, el teniente Zúñiga entra en la taberna, y ve a Don
José. Los dos militares pelean, hasta que los contrabandistas les separan y
Zúñiga se marcha libre. Obligado a desertar, Don José sigue a Carmen y a los
contrabandistas a las montañas.
Acto III
Tras otro preludio, la escena muestra un desfiladero en las
montañas de Andalucía. Don José, nada cómodo en su trabajo con los
contrabandistas, trata de convencer a Carmen de que le acompañe al pueblo con
su madre, pero ella rechaza la propuesta. A cambio, le dice que él debe
marcharse y separarse de ella: el oficio de contrabandista no está pensado para
alguien como Don José. Las gitanas leen en las cartas el futuro. A Frasquita le
deparan riquezas, a Mercedes amor y a Carmen la muerte. Carmen intenta varias
veces más barajar las cartas y probar de nuevo, pero siempre se le predice la
muerte.
Los contrabandistas empiezan a planear un nuevo golpe. Las
gitanas deben ir por delante y conquistar a los aduaneros, de manera que los
hombres puedan pasar las mercancías. Don José debe vigilar que nadie les
aceche. Todos salen de escena para preparar el golpe.
Micaela llega al campamento de los contrabandistas, con el
ánimo de rescatar de entre ellos a don José. En su famosa aria canta sus
temores y se encomienda al Señor para que le proteja en su difícil misión.
De repente, llega Escamillo, que ha salido indemne de un
tiro de Don José. Ambos se reconocen, y se saludan con cierta cordialidad. Sin
embargo, cuando Escamillo revela que ama a Carmen, Don José responde
airadamente y ambos hombres se retan a duelo. Cuando Don José está a punto de
abatir a su enemigo, Carmen le detiene el brazo. Escamillo sale de escena, no
sin antes invitar a Carmen a que vaya a verle torear en Sevilla, en donde
espera triunfar.
Entonces, Micaela anuncia a Don José que su madre está a
punto de morir. Carmen insiste en que Don José debe irse con Micaela pero Don
José, que sabe que ahora Carmen ama a Escamillo, le amenaza con volver a
Sevilla para reencontrarse con ella. El
torero Escamillo, entre tanto, sigue alegremente su camino hacia la ciudad.
Acto IV
Un último preludio orquestal da paso a la escena, en el
exterior de la plaza de toros de Sevilla. El teniente Zúñiga y el cabo Morales
acuden a la corrida de toros con Frasquita y Mercedes, las gitanas. Compran
abanicos y gemelos en los puestos allí instalados. En honor de multitudes,
aparecen las cuadrillas de los toreros, y Escamillo en último lugar es objeto
de las mayores alabanzas. Antes de comenzar el festejo, Escamillo tiene un
pequeño dúo de amor con Carmen, en el que ambos reafirman sus sentimientos.
Frasquita y Mercedes piden a Carmen que entre en la plaza, porque han visto a
Don José esperándole, pero la gitana no sigue sus consejos y se queda sola con
su antiguo amado.
Él trata de convencerle de que le acompañe a su pueblo, pero
Carmen no cede: ahora ama a Escamillo, que es aclamado por su actuación en la
corrida. Carmen devuelve a Don José el anillo que él le dio como señal de amor
eterno, y mientras en la plaza siguen las aclamaciones al torero Escamillo, Don
José apuñala a Carmen, que cae muerta. La multitud sale de la corrida de toros,
y Don José se entrega a los soldados.
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