Borís Godunov - Eugeny Nesterenko
Xenia - Galina Kalinina
Pimen - Valery Yaroslavtsev
Falso Dimitri (Grigori) - Vladislav Piavko
Marina Mnishek - Irina
Arkhipova
Idiota - Aleksei
Maslennikov
Príncipe Shuiski -
Alexander Sokolov
Director - Boris Khaikin
ACTO III.- En el castillo de Sandomir, en
Polonia, la princesa Marina, está siendo vestida por sus damas. Ella no presta
atención alguna a las alegres canciones que cantan sus acompañantes para
distraerla. Su pensamiento está puesto en la gloria de Polonia y espera que
Dimitri, de quien se ha enamorado, la convierta en zarina de Rusia. Su
confesor, el jesuita Rangoni, le dice que con el triunfo de Dimitri ella debe
llevar la religión católica romana a Rusia. Marina no se muestra muy dispuesta
a ello, aunque finalmente accede.
En el jardín del castillo, a la luz de la luna,
el enamorado Grigori espera a Marina. Aparece Rangoni, dirigiéndose a él como
al zarévich y pidiéndole que lo acepte como su guía espiritual. Se escucha una
polonesa; Marina, acompañada de sus huéspedes, baila con varios nobles; los
reunidos cantan el próximo triunfo de Polonia sobre los rusos. Obediente a los
consejos de Rangoni, Marina rechaza desdeñosa las palabras de amor de Dimitri y
le dice que su deber es llegar a ser zar de Rusia. Tras una breve discusión se
reconcilian. Rangoni, que desde un lugar oculto está viendo lo sucedido, se
regocija.
La Duma o Consejo de Estado boyardo se ha
reunido en el Kremlin. El secretario del Consejo, Chelkalov, anuncia la
petición de ayuda de Borís para hacer frente al pretendiente, el supuesto
Dimitri. El Consejo la otorga. Shuiski, que es sospechoso de rebelión, entra, y
al darse cuenta de que Borís, observado secretamente, está temblando, declara
que ha visto al fantasma del asesinado Dimitri, y grita: Fuera niño.
Borís, con aspecto enfermizo, se levanta
tambaleante y dice unas pocas palabras. Después se sienta. Shuiski, después de
haber pedido permiso, entra acompañando a un monje que ha solicitado audiencia.
Se trata de Pimen, que dice que habiéndose quedado ciego, visitó la tumba del
zarévich asesinado, Dimitri, y quedó milagrosamente curado.
Borís se hunde. Sabiendo que su muerte está
cercana, manda llamar a su hijo y despide a los boyardos. Suenan las campanas.
Borís dice a Fiódor que desconfíe de los boyardos y que defienda al pueblo y a
la Iglesia rusa. Se escuchan voces a lo lejos, entran de nuevo los boyardos y
Borís muere.
En un claro del bosque cerca de Kromy, la turba
apalea a Kruschov, un boyardo seguidor de la causa de Borís. Entra un Idiota y
entona un cántico religioso. Unos pilluelos se ríen de él y golpean la vieja cazuela
que el Idiota lleva a guisa de sombrero. Mijaíl y Varlaam, los monjes
vagabundos, entran en escena y se ponen al frente de la turba alabando a
Dimitri. A la alabanza se unen dos jesuitas, Lavitzky y Chernikovsky, quienes
cantan en latín, pero el grupo se vuelve contra ellos y se los llevan al
interior del bosque para ahorcarlos.
Anunciado por una trompeta, entra Dimitri a
caballo. La multitud le aclama. Dimitri, entonces, grita: ¡A Moscú! Entre
bastidores se escucha la oración de los jesuitas. Todos siguen a Dimitri,
dejando solo en el escenario al Idiota que canta el infortunio de Rusia.
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