martes, 6 de mayo de 2014

Richard Wagner: Lohengrin

Ópera Estatal de Viena

Enrique I el Pajarero - Robert Lloyd
Lohengrin - Plácido Domingo
Elsa de Brabante - Cheryl Studer
Friedrich de Telramund - Hartmut Welker
Ortrud, esposa de Telramund - Dunja Vejzovic
El heraldo del rey - Georg Tichy

Coro y Orquesta de la Ópera Estatal de Viena

Director - Claudio Abbado


Argumento

La acción tiene lugar en Amberes. La época: la primera mitad del siglo X.

Acto I

Un delicado preludio da comienzo a esta partitura definida por el compositor cual “ópera romántica”. Cerca de Amberes y al borde del río Escalda, el rey alemán Heinrich llamado “el Pajarero” reúne a una multitud de guerreros de Brabante con la intención de organizar una cruzada en contra de los enemigos húngaros. Sin embargo, previo paso a esta campaña guerrera es necesario que el monarca ponga fin a un conflicto.

Es el suscitado por una joven princesa de nombre Elsa, acusada por el conde Friedrich von Telramund de haber dado muerte a su hermano pequeño Gottfried, el heredero legítimo al trono de Brabante. Elsa, tras un inquietante mutismo, es incapaz de defenderse. En su lugar hace un misterioso relato en el que evoca una visión que tuvo: “en los momentos de mayor confusión, después de la desaparición de su hermano, un hermoso joven puro y virtuoso la reconfortó”. En ese joven pone ella ahora todas sus esperanzas de protección. Él la defenderá de las acusaciones de Telramund. El Heraldo Real, tras dos convocatorias con la única respuesta de un ominoso silencio, convoca al caballero que ha de enfrentarse a un juicio de Dios en defensa de Elsa. A la tercera llamada hace su aparición un caballero que llega deslizándose por las ondas del Escalda en una pequeña barca arrastrada por un cisne.  El caballero acepta defender la inocencia de Elsa a condición de convertirse luego en su esposo y con una inquebrantable promesa: que la muchacha jamás le interrogue acerca de su nombre ni saber de dónde procede. Elsa promete que jamás le interrogará sobre sus orígenes.

El Heraldo anuncia las reglas del combate y el caballero y Telramund se enfrentan. Es breve la contienda. El desconocido arroja rápidamente al suelo a su contrincante a quien perdona la vida. Una vez reparada la inocencia de Elsa, el pueblo aclama al triunfador, mientras Ortrud, la esposa de Telramund, se pregunta sobre la identidad del caballero desconocido que parece inmune a sus mágicos poderes.

Acto II

La noche posterior, ante las paredes del castillo de Amberes, Ortrud y Telramund, derrotados y proscritos, están rumiando su derrota en los escalones que conducen a la vecina iglesia. El marido acusa a la esposa de ser la causante de su vergüenza. Con calma y con los proyectos a realizar claros y contundentes, Ortrud expone su plan vengativo contra el desconocido y Elsa. Sabe que si aquél descubre su identidad, con ello perderá todo su poder y únicamente Elsa podrá desenmascararlo. La pareja se compromete a poner en práctica ese diabólico plan.

De repente, en lo alto del castillo aparece Elsa agradeciendo a Dios la ayuda obtenida. Ortrud, con humildad bien conseguida, logra llamar la atención de la muchacha y que ésta se compadezca de su caída en desgracia. Elsa acaba por perdonarla y la invita a participar en la boda que está a punto de celebrarse. Animada por tanta confianza que le demuestra Elsa, Ortrud le inyecta las primeras dudas sobre su futuro marido, al decirle que quizás algún día la abandone de la misma repentina manera a como se presentó de improviso ante ella. Elsa, de momento, no parece afectada por estas sibilinas insinuaciones. Una fanfarria de trompetas anuncia la llegada del día. Es la señal para que se reúna toda la nobleza brabantina a las puertas de la iglesia. El Heraldo vocea las decisiones regias: Telramund y su esposa han de abandonar el lugar, al tiempo que Lohengrin, el defensor de Elsa, nombrado protector de Brabante, llevará a la muchacha al altar. Cuatro pajes convocan al cortejo nupcial. Ortrud unida al cortejo detiene a Elsa nada más la muchacha iniciar su entrada a la iglesia. Con duras palabras acusa al caballero de impostor, de poseer un poder maléfico a causa del cual no quiere que se descubran sus orígenes. El estupor y la ira de los presentes sólo se calma con la llegada del rey Heinrich quien pone término al enfrentamiento de Ortrud y Elsa. No acaban aquí los problemas. Es ahora Telramund el que acusa al desconocido de malas artes al no querer revelar su nombre. El aludido, Lohengrin, afirma que sólo Elsa es la que tiene derecho a interrogarle acerca de tal cuestión. Elsa, terriblemente afectada, demostrando la lucha interior que la agita, acaba por declarar que su amor está por encima de toda duda y preocupación. La pareja, aclamada por el pueblo, entra por fin en la iglesia.

Acto III

Tras un bello, y lleno de climax, intermedio orquestal, varias mujeres acompañan con su canto a Elsa al interior de la alcoba nupcial. Los dos jóvenes reciben la bendición del rey antes de que todos se retiren dejándoles a solas en la más deseada intimidad. Al principio la pareja solo tiene palabras de mutuo amor y comprensión, pero poco a poco en la cabeza de Elsa comienza a germinar la fatal duda que en ella sembró la astuta Ortrud. Una idea fija parece haberse apoderado de ella: saber quién es el caballero que la salvó de la ignominia. La tensión se recrudece y, pese a las evasivas iniciales del ahora marido, Elsa acaba dejándose llevar por un febril empecinamiento y finalmente hace la fatal pregunta: “¿Quién eres?”.

En esto, surgido de la oscuridad, avanza Telramund amenazador, espada en mano. El caballero acaba con él de un solo golpe. Luego se vuelve a Elsa y le dice que entre ellos todo ha acabado. Ante ella y toda la corte explicará quién es y de dónde viene.

En una pradera al borde del Escalda, al amanecer, el rey Heinrich y su pueblo se preparan para la lucha en defensa de la tierra germánica. Son interrumpidos por la aparición de cuatro  nobles portando el cadáver de Telramund. Tras ellos aparece Elsa, pálida y apesadumbrada, en compañía de su esposo. Este no se unirá a las tropas porque Elsa ha incumplido su promesa y su partida del lugar es irrevocable. Delante de todos descubre quién es: se llama Lohengrin y es hijo de Parsifal, un enviado de la comunidad que custodia en Montsalvat el Santo Grial. Asegura que el rey saldrá victorioso de sus enemigos. En el río se vislumbra la silueta del cisne arrastrando la barquita. Ortrud triunfante revela entonces que Gottfried, el hermano perdido de Esla, es el cisne transformado por sus artes. Lohengrin ora junto al río y una paloma blanca vuela por encima del cisne que, de repente, adquiere la figura de Gottfried. Ortrud no puede ocultar su rabia; Elsa llama a su esposo, pero Lohengrin se aleja a través de las aguas camino de Montsalvat.

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