sábado, 31 de mayo de 2014

Manuel de Falla: La vida breve

 
 
 
 
 
 
 
 
Reapertura del Teatro Real  (Madrid, octubre de 1997)
María José Montiel, soprano
Jaime Aragall, tenor
Alicia Nafé, mezzosoprano
Alfonso Echeverría, bajo
Pilar Jurado, soprano
Vicente Sardinero, barítono
Compañía Andaluza de Danza
Orfeón Donostiarra
Orquesta Nacional de España
Luis Antonio García Navarro, director
Francisco Nieva, director escénico


Argumento
La acción se sitúa en Granada a comienzos del siglo XX.

Acto I.- Cuadro I: Patio de una casa humilde del barrio de Albaicín, en donde Salud espera a Paco. Fuera de escena, se oye a los herreros de Albaicín que cantan mientras realizan su duro trabajo (¡Malhaya el hombre, malhaya, que nace con negro sino! ¡Malhaya quien nace yunque, en vez de nacer martillo!), melodía que resonará como un leitmotiv a lo largo de toda la obra. La abuela, que quiere sinceramente a su nieta, se preocupa por ella (Salud: ¡Vivan los que ríen! ¡Mueran los que lloran!). Aparece Paco y se une a Salud en un dúo de amor (Tú no sabes qué susto me has dao). El tío Sarvaor sabe que Paco está comprometido con una de su clase y de su casta “¡Una niña bastante guapa y además mu rica!” Paco jura lealtad una vez más a Salud. El tío se lanza furioso sobre él, pero la abuela lo detiene.
Cuadro II: La noche cae poco a poco. Lleno de belleza y poesía, un corto interludio sinfónico describe con voces distantes una puesta de sol en Granada.

Acto II.- Cuadro I: Una calle de Granada. Fachada de la casa de Carmela. Se ve el patio donde se celebra una alegre fiesta (Yo canto por soleares a Carmeliya y a Paco y al recuerdo de sus pares… ¡Arsa niñas, y a bailar!). Salud, enterada de la boda de Paco y Carmela, viene a la escena con Salvaor, recordando con dolor los falsos juramentos. Observan desde la calle a través de una ventana lo que ocurre en el patio (¡Allí está riyendo, junto a esa mujé!…). Llega la abuela. Se oye la voz de Paco. Salud canta desde la ventana (¡Malhaya la jembra pobre que nace con negro sino! ¡Malhaya quien nace yunque, en vez de nacer martillo!…). El novio desleal la oye.
Cuadro II: Patio donde se celebra la boda. Los invitados visten con lujo. Varias parejas bailan. Paco procura fingir alegría, disimulando su preocupación (¡Si hubiera sío más precavido! ¡Yo no he debío dejarla así!) Carmela le observa. Salud y Sarvaor aparecen entre los invitados (¡Mirad qué gitanos! ¡Mirad qué chavala!) Salud señala a Paco, quien deja escapar el nombre: ¡Salud! Para defenderse de las acusaciones, Paco asegura que no la conoce (¡Mientes! ¡Echadla! Carmela: ¡Paco! ¡Por Dios!) Salud cae muerta a sus pies,  pronunciando suavemente su nombre.

viernes, 30 de mayo de 2014

M. Músorgski: Borís Godunov (Actos III y IV)

















Borís Godunov - Eugeny Nesterenko
Xenia - Galina Kalinina
Pimen - Valery Yaroslavtsev
Falso Dimitri (Grigori) - Vladislav Piavko
Marina Mnishek - Irina Arkhipova
Idiota - Aleksei Maslennikov
Príncipe Shuiski - Alexander Sokolov

 Coro, Orquesta y Ballet del Teatro Bolshoi (Moscú)
Director - Boris Khaikin

ACTO III.- En el castillo de Sandomir, en Polonia, la princesa Marina, está siendo vestida por sus damas. Ella no presta atención alguna a las alegres canciones que cantan sus acompañantes para distraerla. Su pensamiento está puesto en la gloria de Polonia y espera que Dimitri, de quien se ha enamorado, la convierta en zarina de Rusia. Su confesor, el jesuita Rangoni, le dice que con el triunfo de Dimitri ella debe llevar la religión católica romana a Rusia. Marina no se muestra muy dispuesta a ello, aunque finalmente accede.

En el jardín del castillo, a la luz de la luna, el enamorado Grigori espera a Marina. Aparece Rangoni, dirigiéndose a él como al zarévich y pidiéndole que lo acepte como su guía espiritual. Se escucha una polonesa; Marina, acompañada de sus huéspedes, baila con varios nobles; los reunidos cantan el próximo triunfo de Polonia sobre los rusos. Obediente a los consejos de Rangoni, Marina rechaza desdeñosa las palabras de amor de Dimitri y le dice que su deber es llegar a ser zar de Rusia. Tras una breve discusión se reconcilian. Rangoni, que desde un lugar oculto está viendo lo sucedido, se regocija.

 
ACTO IV.- En Moscú, frente a la catedral de San Basilio, el pueblo pide pan. El hambre y la peste se han apoderado de Rusia. Borís sale de la ceremonia y se encuentra con el Inocente al que la chiquillería le ha sustraído una moneda. El Inocente o idiota le dice que ordene matar a los niños como ya hizo con el zarévich anteriormente. Los guardias hacen ademán de detenerle pero Borís se lo impide. Le pide al Inocente que rece por él, pero éste se niega, ya que la Virgen no le permite rezar por un zar Herodes. Borís se aleja apesadumbrado.

La Duma o Consejo de Estado boyardo se ha reunido en el Kremlin. El secretario del Consejo, Chelkalov, anuncia la petición de ayuda de Borís para hacer frente al pretendiente, el supuesto Dimitri. El Consejo la otorga. Shuiski, que es sospechoso de rebelión, entra, y al darse cuenta de que Borís, observado secretamente, está temblando, declara que ha visto al fantasma del asesinado Dimitri, y grita: Fuera niño.  

Borís, con aspecto enfermizo, se levanta tambaleante y dice unas pocas palabras. Después se sienta. Shuiski, después de haber pedido permiso, entra acompañando a un monje que ha solicitado audiencia. Se trata de Pimen, que dice que habiéndose quedado ciego, visitó la tumba del zarévich asesinado, Dimitri, y quedó milagrosamente curado.

Borís se hunde. Sabiendo que su muerte está cercana, manda llamar a su hijo y despide a los boyardos. Suenan las campanas. Borís dice a Fiódor que desconfíe de los boyardos y que defienda al pueblo y a la Iglesia rusa. Se escuchan voces a lo lejos, entran de nuevo los boyardos y Borís muere.

En un claro del bosque cerca de Kromy, la turba apalea a Kruschov, un boyardo seguidor de la causa de Borís. Entra un Idiota y entona un cántico religioso. Unos pilluelos se ríen de él y golpean la vieja cazuela que el Idiota lleva a guisa de sombrero. Mijaíl y Varlaam, los monjes vagabundos, entran en escena y se ponen al frente de la turba alabando a Dimitri. A la alabanza se unen dos jesuitas, Lavitzky y Chernikovsky, quienes cantan en latín, pero el grupo se vuelve contra ellos y se los llevan al interior del bosque para ahorcarlos.

Anunciado por una trompeta, entra Dimitri a caballo. La multitud le aclama. Dimitri, entonces, grita: ¡A Moscú! Entre bastidores se escucha la oración de los jesuitas. Todos siguen a Dimitri, dejando solo en el escenario al Idiota que canta el infortunio de Rusia.

M. Músorgski: Borís Godunov (Prólogo y Actos I y II)

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Borís Godunov - Eugeny Nesterenko
Xenia - Galina Kalinina
Pimen - Valery Yaroslavtsev
Falso Dimitri (Grigori) - Vladislav Piavko
Marina Mnishek - Irina Arkhipova
Idiota - Aleksei Maslennikov
Príncipe Shuiski - Alexander Sokolov
Coro, Orquesta y Ballet del Teatro Bolshoi (Moscú)
Director - Boris Khaikin
Ópera en un prólogo y cuatro actos, con música y libreto de Modest Músorgski (1839 - 1881), según la tragedia homónima de Alexander Pushkin, “Borís Godunov” trata de la coronación de Borís, de su conciencia culpable, de las relaciones con sus hijos y de su muerte. Su antagonista político es Grigori Otrépiev, el falso  Dimitri, descrito como un monje fugitivo, enamorado de la princesa polaca Marina y pretendiente al trono de Rusia. Otro de los protagonistas es el Pueblo, maltratado por los cambios políticos, obligado a mostrar su alegría y vitorear al soberano cuando lo ordenan los soldados, deshecho por salvajes actuaciones de una justicia burda, y en donde aparece la patética figura del Idiota.
En la primera versión Músorgski no planteaba en su ópera ninguna trama amorosa, por lo que Marina no aparecía en ella. La versión original (1869) constaba solamente de siete escenas; la última presentaba la muerte de Borís y la anterior tenía lugar ante la catedral de San Basilio, en Moscú. Allí aparecía el Idiota.
Esta primera versión fue rechazada por los Teatros Imperiales de San Petersburgo. Músorgski entonces la amplió y revisó. Escribió de nuevo las escenas entre Borís y sus hijos; añadió el acto polaco, en el que ya aparece Marina; prescindió de la escena ante la catedral de San Basilio y, después de la muerte de Borís, colocó una escena nueva, en un claro de bosque, cerca de Kromy, situando aquí la aparición de la figura del Idiota.
La versión revisada es considerada como definitiva (1872) y el argumento que aquí se ofrece corresponde a ella. Fue, sin embargo, ligeramente recortada por el compositor en una partitura vocal aparecida en 1874. Así se plantea siempre el problema de representar esta versión o la anterior, que es más directa, sin temas amorosos. Finalmente la obra fue estrenada en el Teatro Imperial de San Petersburgo el 8 de febrero de 1874, teniendo una acogida fría. Posteriormente Nikolái Rimski-Kórsakoff, gran amigo de Músorgski, hizo dos nuevas orquestaciones de la obra en 1896 y 1908 con una instrumentación deslumbrante, que fue estrenada en París en 1908.
ARGUMENTO
La acción se desarrolla en Rusia y Polonia a finales del siglo XVII y principios del XVIII.
PRÓLOGO.- Ante el monasterio de Novodiévichi, en Moscú, la multitud se lamenta amargamente obedeciendo las órdenes de los soldados. Dentro del monasterio se encuentra Borís Godunov, quien, como acaba de declarar Chelkalov, secretario de la Duma o Consejo de Estado, no quiere aceptar el trono, a pesar de los deseos de los nobles y del clero. Llega un grupo de peregrinos y entra en el monasterio. Los soldados ordenan a los congregados que se presenten ante el Kremlin al día siguiente.
Por la mañana el pueblo está congregado en la explanada del Kremlin. Shuiski vitorea a Borís, que al final ha aceptado su nombramiento, y que ahora se presenta ante la multitud con los atributos de zar. Se dirige al pueblo y sus palabras revelan la turbación de su espíritu. El pueblo le aclama.
ACTO I.- En una celda del monasterio de Chudov, durante la noche, un anciano monje, Pimen, escribe la crónica de la historia de Rusia. Grigori Otrépiev, un joven novicio que duerme en la misma celda, se despierta. Pide a Pimen su bendición. El anciano se la otorga mientras se escucha como fondo el cántico de los monjes. Ahora Otrépiev relata a Pimen un sueño que ha tenido y que le atormenta: la multitud en Moscú le señalaba con gesto desdeñoso. Pimen a su vez le relata cómo él mismo vio frente a la catedral de Uglich, hace dos años, el cuerpo ensangrentado del zarévich Dimitri, asesinado cuando era todavía un niño por orden del usurpador Borís Godunov. Grigori queda profundamente impresionado y Pimen señala que si Dimitri viviera tendría la misma edad que Grigori.
En una posada junto al camino, la posadera está cantando mientras despluma un ganso. Llegan dos monjes vagabundos, Mijaíl y Varlaam, seguidos de Grigori, vestido ahora con ropas de campesino. Los monjes beben; Varlaam entona una chispeante canción (Una vez en la ciudad de Kazán) que trata de las hazañas militares del zar Iván. Grigori se mantiene retraído; tiene el propósito de hacerse pasar por el zarévich Dimitri y reclamar su derecho al trono de Rusia, para lo cual quiere ahora atravesar la cercana frontera con Lituania (en aquel tiempo formaba parte del reino de Polonia).
Llaman a la puerta y entran unos guardias de la frontera, anunciando que llevan la orden de arresto para un tal Grishka (abreviatura de Grigori) Otrépiev. Los guardias, analfabetos, dan a leer el escrito a Grigori, que falseando lo escrito, hace una descripción de la persona buscada que corresponde a uno de los dos monjes: Varlaam. Finalmente Varlaam lee correctamente lo que hay escrito en la orden. Mientras tanto, Grigori ha logrado escapar de allí.
ACTO II.- En un salón del Kremlin, Xenia, la hija de Borís, se lamenta de la reciente muerte de su prometido. Su hermano Fiódor, un niño, está entusiasmado con un reloj mecánico. La vieja nodriza trata de consolar a Xenia, cantándole una canción festiva sobre un mosquito. Después de otra canción, entonada por la nodriza y Fiódor, entra Borís. Salen de escena Xenia y la nodriza. Fiódor, ante una esfera terráquea, muestra orgullosamente a su padre sus extensos dominios. Mientras Fiódor habla, Borís canta la infelicidad que le atormenta, la desgracia que presiente y cómo le hostiga el recuerdo del asesinado Dimitri (Tengo el supremo poder).
Llega Shuiski con preocupantes noticias y Borís le acusa de conspirador. Shuiski le informa sobre la aparición en Lituania de un pretendiente al trono que se hace llamar Dimitri. El nombre conmociona a Borís, que pide a Shuiski confirmación de que el príncipe Dimitri murió realmente. Solo en la estancia, presa de agitación, Borís imagina que las figuras mecánicas del reloj, que ahora empieza a sonar, son una visión del joven asesinado.
 

sábado, 24 de mayo de 2014

Umberto Giordano:Andrea Chénier

 
Andrea Chénier: Plácido Domingo, tenor
Maddalena di Coigny: Gabriela Benackova, soprano
Gérard: Piero Cappuccilli, barítono
La Madelon: Fedora Barbieri, mezzosoprano

Nello Santi, director
Otto Schenk, director escénico
Ópera del Estado (Viena, 1981)
Andrea Chénier es un drama de ambiente histórico en cuatro actos, con libreto de Luigi Illica y música de Umberto Giordano. Fue estrenado en el Teatro alla Scala de Milán, el 28 de marzo de 1896.
Es la más popular obra de Umberto Giordano y una de las habituales en el repertorio de muchos teatros, y considerado como uno de los grandes autores de la escuela verista. La ópera tiene una gran cantidad de páginas memorables con gran número de arias y dúos famosos. Y con la intención de dar realismo a la obra hay una gran cantidad de personajes secundarios, muy típico de las obras veristas.
Acto I
Estamos en los prolegómenos de la Revolución Francesa. Gérard, sirviente de la Condesa de Coigny, colabora con otros miembros a la hora de arreglar la sala donde, en unas horas, habrá una fiesta de la nobleza. El joven se muestra tajante con respecto a los invitados. Observamos su cariz revolucionario en ese primera aria "Son sessant'anni,o vecchio" en el que empezaremos a notar una estructura del aria "in crescendo" que usará Giordano en toda la ópera; así, llegamos a ese grito exaltado en el que manifiesta su odio a la nobleza "T'odio, casa dorata, immagin sei d'un mondo incipriato e vano"-Te odio casa dorada, imagen eres de un mundo empolvado y vano- que es todo un alegato desde el principio hasta ese E l'ora della morte!!!. Tras un breve diálogo, observamos a Bersi, otra sirviente, junto a Maddalena, hija de la condesa en el que vemos un poco el carácter caprichoso y delicado de ella.
Ha llegado el momento de recibir a los invitados, entre los cuales se encuentra el poeta Andrea Chénier. La fiesta ha empezado con las típicas conversaciones acerca de la situación insostenible del país hasta que un grupo de pastorcillos irrumpe con su toque gentil. Cuando acaba la representación pastoral, la condesa le pide a Chénier, que se ha mostrado taciturno durante la fiesta, que recite algo (la vostra musa tace?- ¿vuestra musa está callada?). Maddalena, que ha observado la conservación, mediante una invocación intenta que recite una "égloga o poesía para monja o esposa" a lo que él rechaza el ruego insistiendo que no, que "la fantasía no atiende a ruegos". Maddalena y sus amigas, riéndose, hablan con la condesa poniendo en duda el "arte" de Chénier...frente a él mismo, que se muestra dolido ante semejante burla. Aquí surge el segundo gran momento de la ópera, logrando gran fama popular: "Un dì all'azzurro spazio" donde el tenor expone sus sentimientos y que culmina con ese maravilloso "Amor, divino dono, non lo schernir del mondo anima e vita è amor!" que es admirable. La fiesta continúa una vez que Maddalena y Chénier han salido de la escena pero, no así con Gérard, que irrumpe con un grupo de hambrientos y desarrapados. La condesa echa a Gérard de la casa junto al resto de pobres que han estropeado la fiesta.
Acto II
Han pasado cinco años desde que acabó la historia del primer acto y la revolución francesa ha mutado en un período terrible que se manifiesta en una conversación entre l'Incredibile y Bersi; cuando ésta última le pregunta si Robespierre instruye espías ("Ê ver che Robespierre allieve spie?") ,el otro le responde cínicamente que no se llaman espías sino "observadores del espíritu público ( "osservatori dello spírito púbblico"); la respuesta de Bersi es convincente a pregunta de l'Incredibile sobre si teme algo: el aria  "Temer? Perchè? Perchè temer dovrò?" es una demostración de confianza ciega a la Revolución, cargada de ímpetu. En otra mesa del local está Roucher, amigo de Chénier, dispuesto a ayudarle para salir de Francia ya que las cosas se han puesto mal para  al poeta al quejarse de los abusos de la Revolución y, por ello, está amenazado. La conversación nos hace fácil el reencuentro con ese Chénier del primer acto, especialmente en "Credi al destino?... Io credo!..." para luego llegar a un punto más melódico y brillante a continuación con el "Io non ho amato ancor" donde revela, además de las ansias de ser amado, que recibe unas cartas extrañas escritas por una mujer y su interés por saber quién es. Su amigo lee una carta y le confirma que es una carta de una mujer maravillosa en "Questo gentil biglietto"  pero le sigue instando a aceptar el pasaporte, recordándole que es una mujer de la nobleza. Chénier se desespera y decide partir olvidando ese "bel sogno”. Mientras tanto, cerca de ahí, se aglomera la gente con Gérard al frente. La escena es sobresaliente ("Viva Robespierre,evviva!) y con un desarrollo separado hasta unirse al final. Por una parte, Gérard insta a l'Incredibile para que busque a una mujer describiéndola de forma excepcional al par de la música; por la otra, Roucher y Chénier siguen observando de forma apartada, esperando conocer a la desconocida...que es la misma que, por cierto, busca Gérard. Es uno de los grandes momentos de este segundo acto. Bersi, espiada por l'Incredibile, le pide a Chénier que espere a una mujer amenazada, a lo que Roucher le comenta que puede ser una trampa; el poeta decide esperarla, deseando que sea aquella que le escribía esas extrañas cartas.
Se ha dispersado el grupo y la escena queda sola hasta la llegada de Maddalena. El poeta ignora quién es la desconocida pero se dirige hacia ella. Ella le revela quién es con esa melodía conocida para él en el primer acto. En efecto, la joven que, cinco años antes, se burlaba de él en una fiesta, le pedía ayuda. Estamos en el primero de los dos dúos que sostendrán ambos personajes. En este primero, el aria de ella "Eravate possente" siguiendo el estilo establecido por Giordano, alcanza su momento cumbre en ese final "Son sola e minacciata! Son sola al mondo! Ed ho paura!" en el que revela su sufrimiento y cómo pensaba en el buen hombre que la defendería, aún después de haberle ofendido en su momento. Después de este aria, Chénier sigue la conversación de forma acogedora; aunque es corta, es extremadamente sensible con ese "apocalíptico" "fino alla morte,insieme!" que recuerda amargamente a ese dúo final de la ópera. La llegada de Gérard interrumpe esta escena con intención de arrebatar a Maddalena. El poeta ruega a su amigo Roucher que la salve mientras que él se queda luchando con Gérard, que desconoce quién es aquel que estaba combatiendo con él hasta que cae herido; reconoce, al final, a Chénier y le pide que salve a Maddalena, que huya porque ya está condenado por Fouquier-Tinville. La gente exaltada, que ha visto a Gérard herido en el suelo, le pregunta  quién le ha herido, a lo que él afirma que no sabe mientras Mathieu acusa  a los Girondinos.   
Acto III
La escena se desarrolla en el Tribunal revolucionario donde Mathieu se dispone a motivar al pueblo para que aporten dinero e hijos para el ejército ya que, como él dice, la patria está en peligro por aquellos que están contra la revolución ("Dumoriez, traditore e giacobino"). La llegada de un reestablecido Gérard exalta más al pueblo a base de palabrería cargada de emotividad hacia la patria ("Lacrime e sangue dà la Francia"), que consigue que el pueblo aporte sus pertenencias y una mujer entregue a su nieto para que entre en el ejército.
Una vez se ha dispersado el tribunal, l'Incredibile se acerca a Gérard y le comunica que Chénier está detenido y que lo utilizará como cebo para que Maddalena llegue hasta él ("Donnina innamorata"..."mujercita enamorada").Cuando el espía le pide que se acuse al poeta para ser juzgado ante Fouquier -Tinville, Gérard duda pero, al final, empieza a cavilar. En este punto, se llega a uno de los fragmentos más importantes y reconocidos de esta ópera como es el aria "Nemico de la patria?" donde siente que su celo revolucionario se nutre de celos y apasionamiento cuando antes lo era por sus ideales . Firma el acta de acusación y el espía se aleja. En ese momento llega Maddalena y se inicia un dúo en el que Gérard recuerda, como en el pasado, estaba enamorado de ella desde que era pequeña (él era sirviente en la casa de su madre) en un emotivo "Io t'ho voluto allor che tu piccina" que va degenerando hasta llegar a una situación en la que ella ofrece su cuerpo para salvar a Chénier de una muerte segura; la exclamación de él se queda reducida a la nada ante el relato de Maddalena "La mamma morta" donde se observa una primera parte narrativa con un tono abatido -la muerte de su madre, el incendio de su casa y su soledad junto a Bersi- y una segunda conmovedora que alcanza brillantes momentos, destacando ese final- "Ah,io son l'amore, io son l'amore,l'amore!"- uno de los grandes arias para soprano. Sus palabras finales cambian el tono amenazador de Gérard, que siente que ha cometido una gran injusticia y que está dispuesto a tratar de salvarlo ya que es difícil librarlo de las garras del tribunal
Se abre la sala de tribunal para realizar el juicio a los acusados y se observa una aglomeración de gente que acude a verlos. Con el silenzio! de Mathieu empieza el juicio mediante el llamamiento de los acusados, uno a uno; cuando llega a Chénier, Fouquier- Tinville expresa los cargos contra el poeta que expresó Gérard al principio de su "nemico de la patria?"  a lo que Chénier, indignado, interrumpe al juez y se defiende valientemente ("Sí,fui soldato" ) llegando a momentos de exaltación. Cuando el juez pide testimonios, aparece Gérard confesando la falsa acusación pero aquel sigue aceptando la acusación como válida, provocando la rabia contra el magistrado por parte del antiguo sirviente ("Qui la giustizia ha nome Tirannia") mientras que el pueblo asistente al juez observa atónito la situación. La escena es inquietante con un Gérard, fuera de sí, reclamando justicia a favor de Chénier pero poniéndose en contra al juez y al pueblo ("Odila, o popolo, là è la patria"). Sin embargo, la sentencia fue la esperada: muerte al poeta y desesperación de Maddalena, que asistía al juicio oculta ("Andrea,Andrea,rivederlo!")
Acto IV
En el calabozo están Chénier y Roucher, su amigo que está de visita. El poeta ha terminado de escribir unas líneas y las lee. Es un aria que no goza de la popularidad de su primera gran aparición pero también es de gran belleza con momentos como el final "Sia! Strofe,ultima dea". Se despiden ambos amigos porque la ejecución es próxima pero aún queda una sorpresa: Gérard lleva a Maddalena ante el poeta sobornando, previamente, al carcelero Schmidt para que ella ocupe el puesto de una condenada. Chénier queda sorprendido ante la visita de ella mientras que Gérard elogia el modo de amar, el modo de desear morir ante su amado poeta con un ahogado "O Maddalena,tu fai della morte,la più invidiata sorte!"- O, Maddalena, haces de la muerte la más envidiada suerte- . El reencuentro es sobrecogedor con ese dúo dividido en dos partes; en la primera parte, el poeta desconoce el sacrificio de ella y la habla como si fuera su último encuentro hasta que ella le dice que está para morir con él; en la segunda parte, ellos están contentos con su final puesto que lo compartirán juntos ("La nostra morte è triomfo de l'amor!") en un tono que va conforme al estado de ánimo de los dos y que se resume en  ese final "Viva la morte...insiem!", expresado por ambos, cuando el carcelero nombra a los condenados. Baja el telón mientras ellos salen del calabozo, camino de la guillotina.

G. Puccini: Un bel dì vedremo, aria del Acto II de Madama Butterfly

 
Renata Tebaldi, soprano


En una de las arias más conmovedoras de la literatura operística, Butterfly ("Cio-Cio-San") le expresa a su criada Suzuki la esperanza de que su marido, Benjamin Franklin Pinkerton, teniente de la marina norteamericana regrese junto a ella.

Un bel dì, vedremo
Levarsi un fil di fumo
Sull'estremo confin del mare
E poi la nave appare.
Poi la nave bianca
Entra nel porto, romba il suo saluto.
Vedi? È venuto!
Io non gli scendo incontro, io no.
Mi metto là sul ciglio del colle
E aspetto gran tempo
E non mi pesa a lunga attesa.
E uscito dalla folla cittadina
Un uomo, un picciol punto
S'avvia per la collina.
Chi sarà? Chi sarà?
E come sarà giunto
Che dirà? Che dirà?
Chiamerà Butterfly dalla lontana
Io senza dar risposta
Me ne starò nascosta
Un po' per celia,
Un po' per non moriré
Al primo incontro,
Ed egli al quanto in pena
Chiamerà, chiamerà :
«Piccina - mogliettina
Olezzo di verbena»
I nomi che mi dava al suo venire.
Tutto questo avverrà,te lo prometto
Tienti la tua paura
-Io con sicura fede l'aspetto.
Un bello día veremos
Levantarse un hilo de humo
en el extremo confín del mar.
Y después aparece la nave.
La nave es blanca.
Entra en el puerto, truena su saludo.
¿Ves? ¡Ya ha llegado!
Yo no voy a su encuentro, yo no.
Me iré a la cima de la colina, y esperaré
y espero, mucho tiempo.
Pero la larga espera no me pesa.
Y, salido de entre la multitud de la ciudad,
un hombre, un pequeño punto,
sube por la colina.
¿Quién será?, ¿quién será?
Y cuando esté aquí,
¿qué dirá?, ¿qué dirá?
Llamará: - Butterfly- desde la distancia;
yo sin responder.
Estaré escondida.
Un poco por broma,
y un poco, por no morir
nada más por vernos.
Y él, el apenado,
llamará, llamará;
“Mujercita, fragancia de verbena”,
los nombres que solía llamarme,
al llegar a mi.
Todo esto sucederá,
te lo prometo.
Ahuyenta tus temores,
¡Yo con segura fe,... Lo espero!"

Modest Músorgski: Escena de la Coronación de Boris Godunov

Gala de Inauguración de la Ampliación del Teatro Mariinski
(2 de mayo de 2013)
 


Boris Godunov, monumental obra completada en 1868 y estrenada en 1874 después de importantes modificaciones, presenta un tratamiento de los coros muy original desde el punto de vista musical y dramático y ha sido muy admirada por su enfoque psicológico y su evocación del pueblo ruso.

En 1896 esta obra fue reorquestada y rearmonizada por Rimsky-Kórsakoff en la versión más conocida hasta hace algunos años, si bien existen otras versiones, por ejemplo la de Dimitri Shostakóvich. Aunque la intención de Rimsky-Kórsakoff fuera loable, eliminó muchos de los detalles armónicos y orquestales considerados hoy como los más interesantes y característicos de esta obra, por lo que actualmente los directores optan por interpretar la obra original de Músorgski.

La ópera trata de la coronación de Boris, su conciencia culpable, las relaciones con sus hijos y su muerte, así como de Dimitri, que aquí es descrito como un monje fugitivo, sus relaciones con la princesa Marina y su pretensión al trono. Otro de los protagonistas es el Pueblo, maltratado por los cambios políticos, obligado a alegrarse y vitorear cuando lo ordenan los soldados, deshechos por salvajes actuaciones de una justicia burda, y en donde aparece la patética figura del simple (o el idiota).

La escena de la Coronación se desarrolla en el Prólogo de Borís Godunov. Ante el monasterio de Novodevichy, en Moscú, el pueblo, obedeciendo las órdenes de los soldados, se lamenta amargamente. Dentro del monasterio se encuentra Boris Godunov, quien como acaba de declarar Schelkalov, secretario del Consejo de Estado, no quiere aceptar el trono, a pesar de los deseos de los nobles y del clero. Llega un grupo de peregrinos y entra en el monasterio. Los soldados ordenan a los congregados que se presenten ante el Kremlin al día siguiente.

Al siguiente día el pueblo está congregado en la explanada del Kremlin. Shuisky vitorea a Boris, que al final ha aceptado su nombramiento, y que ahora se presenta ante la multitud con los atributos de zar. Se dirige al pueblo y sus palabras revelan la turbación de su espíritu. El pueblo le aclama.

Giuseppe Verdi: "La donna è mobile" aria del Acto III de Rigoletto

Luciano Pavarotti, tenor
Orquesta Filarmónica de Viena
Riccardo Chailly, director
Jean-Pierre Ponnelle, director escénico

La donna è mobile (“La mujer es voluble”) es la canzonetta del Duca di Mantova en el tercer acto de la ópera Rigoletto (Giuseppe Verdi, 1851). Se trata de la canción que el tenor entona en el último acto de la ópera. Su texto desarrolla algunos versos de Victor Hugo en El rey se divierte.
Es uno de los más populares fragmentos operísticos debido a su facilidad de memorización y a su acompañamiento bailable. Se cuenta que Verdi fue celoso de su difusión hasta el estreno en el teatro La Fenice de Venecia, porque quería preservar la sorpresa.


La donna è mobile, qual piuma al vento,muta d'accento, e di pensiero. Sempre un amabile, leggiadro viso,
in pianto o in riso, è menzognero.
La donna è mobile, qual piuma al vento,
muta d'accento, e di pensiere.
È sempre misero, chi a lei s'affida,
chi le confida, mal cauto il core!
Pur mai non sentesi felice appieno
chi su quel seno non liba amore!
La donna è mobile, qual piùma al vento,
muta d'accento e di pensier!
La mujer es voluble, cual pluma al viento,
cambia de palabra y pensamiento.
Siempre su amable, hermoso rostro,
en llanto o risa, es engañoso.
La mujer es voluble, cual pluma al viento,
cambia de palabra y pensamiento. ¡Siempre es desgraciado quien en ella confía,
quien le entrega, incauto el corazón!
¡Pero aun así, no se siente plenamente feliz
quien de su pecho no beba amor!
¡La mujer es voluble, cual pluma al viento,
cambia de palabra y pensamiento!

viernes, 23 de mayo de 2014

Richard Wagner: Parsifal



AmfortasFalk Struckmann
TiturelMatthias Hölle
GurnemanzHans Sotin
ParsifalPoul Elming
KlingsorEkkehard Wlaschiha
KundryLinda Watson
Orquesta y Coro del  Festival de Bayreuth
Giuseppe Sinopoli
, director
Wolfgang Wagner, director escénico y decorados
Grabación en vivo del Festival de Bayreuth, 1998.


El 14 de Abril de 1.865 Wagner escribió a Luis II: "Hoy es Viernes Santo, otra vez. ¡Oh día bendito, el día más lleno de significado del mundo! ¡Día de Redención! ¡El sufrimiento de Dios! ¿Quién podría expresar toda su enormidad? (…) Un Viernes Santo cálido y soleado me inspiró con sus sensaciones sagradas a que escribiera Parsifal, que desde aquel día ha vivido y crecido dentro de mí como un niño en el vientre de su madre". En el corazón de Parsifal radica la sobrecogedora paradoja que permite al rito de la primavera ya a la agonía divina coexistir en un único día, y ese doble mandato permite a Wagner reemplazar el "Oficio de las Tinieblas" con una música coral en la que muerte y resurrección, naturaleza y el hombre-Dios están mezclados. 

Acto I
Un claro del bosque en los dominios de Monsalvat, el territorio de los Caballeros del Grial. Está amaneciendo. El sonido de trombones llama a Gurnemanz y los escuderos que duermen en el bosque, a rezar. Todos deben prepararse para el baño del Rey Amfortas, de quien los exploradores, traen malas noticias. Aparece una figura extravagante, con el cabello enmarañado, como si llegara de un exhausto viaje: se trata de Kundry quien, desde las profundidades de Arabia trae un bálsamo para aliviar el sufrimiento del Rey. Entonces llega el resto de la procesión. Amfortas es llevado en su litera, Gurnemanz le entrega el frasco traído por Kundry, pero ella, que insiste en permanecer en silencio, rechaza toda muestra de agradecimiento. Su actitud apenas sorprende a los escuderos quienes están dispuestos en ver en ella al culpable de la desgracia del Rey. Gurnemanz les saca de su error: desde el día en que Titurel, el fundador de Monsalvat, la encontró casi sin vida entre la maleza, ella ha servido siempre al Grial. Sin embargo, los hechos demuestran que cada una de sus ausencias ha coincidido con alguna desgracia de los Caballeros. Ante la mirada atenta de los pajes, Gurnemanz deja que sus pensamientos se llenen de recuerdos.
Hace mucho tiempo había dos tesoros en Monsalvat: el Grial, el cáliz sagrado donde se recogió la sangre del Salvador, y la Lanza que le hirió en el costado. Fueron entregados a Titurel, padre de Amfortas, para que los guardara. Construyó Monsalvat y allí organizó una Orden de Caballeros. Klingsor exigió ser admitido. Incapaz de controlar su propia libido, se castró a sí mismo, y con desprecio fue expulsado de la Orden. Exiliado al desierto, por arte de magia Klingsor construyó allí una tierra de placeres, repleta de flores diabólicas, y desde entonces, intenta atrapar allí a los Caballeros para conseguir su reino. Cuando Titurel, ya anciano, entregó la insignia de soberano a Amfortas, éste en el ardor de la juventud, intentó combatir al diablo de Klingsor, a cuyo reino se dirigió llevando la Sagrada Lanza con él. Pero fue, seducido por una mujer, una flor del infierno y la lanza cayó en poder de Klingsor quien se la clavó a Amfortas en el costado provocándole una herida que sólo la propia lanza puede curar. Todos aquellos que intentaron recuperarla de manos del brujo, también han sucumbido. Sin embargo, el Grial ha profetizado que un día llegará un hombre puro y gran conocedor de la pena.
Los escuderos repiten la profecía con devoción, y entonces un cisne herido cae en el claro del bosque. Orgulloso de su arco y de sus flechas, un joven se jacta de ser el autor de tan buen disparo. Más Gurnemanz le hace apenarse haciéndole ver el dolor angustioso de la hermosa ave herida. El joven no sabe porque ha disparado, ni quién es ni de donde procede. Sólo sabe que su madre se llama Herzeleide. Kundry se le acerca en silencio, ella sabe que el muchacho al alejarse de su madre, la ha puesto en peligro dejándola sola y Herzeleide ha muerto. Temblando de furia, el joven parece dispuesto a matar a Kundry, pero se desmaya del impacto recibido. Kundry logra despertarlo con un poco de agua del manantial, y después se vuelve a la maleza para dormir como un perro. Mientras tanto, el Rey ha vuelto de su baño. Como haría un buen padre, Gurnemanz invita al joven desconocido a presenciar la celebración del Grial.
Se pasa del claro del bosque a una gran sala donde los Caballeros esperan la llegada de Amfortas para celebrar el sacrificio. Titurel le invita a hacerlo. Antes de morir, querría ver el Grial al descubierto, ya que es lo que le mantiene vivo. Pero Amfortas se niega a acceder: el Grial le da la vida a él también, y para él la vida es un tormento.
El oráculo desciende una vez más desde la cúpula: un hombre puro llegará, conocedor de la pena. Amfortas, transfigurado, descubre el Grial. Una vez más, su herida vuelve a sangrar. Se lo llevan, y la procesión abandona la sala. Parsifal sin decir palabra, y sin aparentemente haber entendido nada, lo ha visto todo. Gurnemanz lo echa un poco de malas maneras, ¡Dejad que el ganso, vaya a buscar su gansa y deje en paz a los cisnes!
Acto II
El Castillo mágico de Klingsor, El brujo se halla en su torre, ante su espejo mágico. Ya ha llegado la hora: ve al loco joven dirigiéndose a su castillo de placeres. Debe despertar a la esclava de su encantamiento: es Kundry que se despierta con un grito animal ante la llamada del brujo. Desearía dormir para siempre. Desafiar a Klingsor, el mutilado, pero el vence: pronto él será el dueño no sólo de la Lanza sino también del Grial. El apuesto joven, quien habrá de sucumbir, se acerca. Con un grito de dolor, Kundry se dispone a llevar a cabo su misión. La torre deja paso a un jardín de placeres donde las Muchachas Flor dan la bienvenida al joven, provocándole, después de que haya vencido a todos los guardas. Más el permanece insensible a sus sensuales provocaciones.
Pero entonces, una voz mucho más dulce le llega de entre ellas y lo deja paralizado. Ha pronunciado su nombre: Parsifal, así era como su madre le llamaba. Kundry despide a las Muchachas Flor y le habla a Parsifal de su madre, quien ha muerto de pena después de que él la abandonara. Lleno de resentimiento, Parsifal cae al suelo junto a Kundry. Ahora puede conocer el amor que su madre conoció y recibir de la mensajera del brujo su primer beso de amor, como una última bendición materna. Pero cuando se abrazan, Parsifal se separa de un salto: ha aparecido en su mente la herida de Amfortas, y bajo la sangre ardiente ha visto el lamento del Salvador. Empuja a Kundry a un lado después de darse cuenta del engaño. Entonces Kundry le suplica que se apiade de ella ¡Hace tanto que le espera! Una vez, en su camino lleno de sufrimiento, ella se encontró con el Salvador y se rió de él. Desde entonces, no puede deshacerse de esa risa a menos que consiga seducir alguna víctima a pecar. Ella debe ser amada y redimida. Parsifal se indigna ante tal blasfema. Ahora lo ve todo con claridad. Quiere volver a Amfortas. Ella le promete enseñarle el camino de vuelta, a cambio de que Parsifal le conceda una hora de amor. Rechazada, embriagada de furia, Kundry convoca a todos los caminos del mundo para que se cierren ante él que la ha despreciado. Klingsor intenta matar al incauto joven con la Lanza, pero Parsifal logra quitársela y, haciendo la señal de la cruz, pone fin al encantamiento del castillo de Klingsor.
Acto III
Un claro en el bosque. Es primavera, Gurnemanz ya es anciano. Vive como ermitaño en la frontera del territorio. Un quejido atrae su atención. Suena como el lamento de una bestia salvaje. Se trata de Kundry, que ha vuelto de nuevo, rígida y tiesa como si estuviera muerta. Gurnemanz la despierta y la consuela. Ella sólo quiere servir. ¡Pero el Grial ya no es lo que era, y apenas hay mensajes que llevar! ¿Quién es este que se acerca ahora, con armadura negra y una lanza en su mano? Se detiene, clava la lanza en la tierra y se arrodilla, Gurnemanz le reconoce: es el que hace mucho tiempo disparó al cisne. ¡Y la lanza ha vuelto!
Su camino ha sido arduo: una maldición le hacía siempre perderse por los caminos. Pero ha llegado para que Gurnemanz le diga: Amfortas desea morir incluso aún más; ya no celebra el Grial, privados del consuelo divino, los Caballeros han entrado en declive; Titurel ha muerto. Exhausto, física y emocionalmente, Parsifal está a punto de derrumbarse. Kundry ha ido a buscar agua del manantial para lavarle los pies. Ahora Gurnemanz debe derramar el agua pura sobre su cabeza. Después, los tres se dirigirán a Monsalvat, donde Amfortas debe descubrir el Grial por última vez para el funeral de su padre. Kundry ha untado los pies de Parsifal con un bálsamo y se los ha secado con sus cabellos. Así Parsifal se convierte en Rey. Como primer acto de su mandato bautiza a Kundry. Con la cabeza inclinada hacia adelante, Kundry llora, y Parsifal observa con emoción la belleza de la pradera que le sonríe. Se trata del encantamiento del Viernes Santo: el rocío sobre las flores, las lágrimas del pecador, la sangre del Salvador. Las campanas del medio día replican. Es hora de irse.
En lugar de celebrar el oficio sagrado, Amfortas se lamenta y se maldice a sí mismo. Fue él quien causó la ruina de su padre. ¡Que el sagrado Titurel interceda con el Salvador para que así el pecador pueda morir por fin! Los caballeros le apremian para que descubra el Grial. Con un dolor delirante, se niega a hacerlo. Se desgarra las ropas y muestra la herida que sangra, incurable. ¡Que le maten y el Grial volverá a la vida!
Parsifal se ha adelantado. Sostiene la lanza que tiene el poder de curar la herida que ella misma ha provocado. Toca a Amfortas con ella. Parsifal descubre el Grial. Kundry cae al suelo, muerta. Todos se arrodillan para rendirle honores reales.