Orquesta Sinfónica de la Radio de Hesse
Andrés Orozco-Estrada, director
Tristán e Isolda es un drama musical en tres actos con libreto y música de Richard Wagner, basado en una leyenda medieval bretona según la versión de Gottfried von Strassburg (siglo XIII Fue compuesta entre 1857 y 1859 y se estrenó en el Teatro de la Corte de Múnich el 10 de junio de 1865, bajo la batuta de Hans von Bülow.
Tanto el libreto como la música de
Tristán e Isolda están muy
influenciados por la filosofía pesimista de Arthur Schopenhauer. Reconocida
ampliamente como una de las cumbres del repertorio operístico, Tristán destaca por el uso avanzado del
cromatismo, la tonalidad y el color orquestal.
La ópera influyó notablemente en
la posterior generación de compositores centroeuropeos, que vieron en Tristán e Isolda el comienzo del fin de la armonía tradicional y de la
tonalidad así como el punto de partida de las principales revoluciones
musicales del siglo XX.El Preludio del Acto I de la obra es un movimiento sinfónico de enorme originalidad, complejidad y poder evocador. Se trata de una forma libre que desafía todos los esquemas preexistentes acerca de la forma musical, pues ni la tonalidad (inestable y ambigua), ni los elementos temáticos (breves y poco contrastados) constituyen elementos suficientemente unívocos desde el punto de vista formal. La textura eminentemente contrapuntística -con solapamientos continuos de motivos y frases musicales- y la exclusión de procesos cadenciales conclusivos confieren a la obra una continuidad que dificulta la aplicación de los criterios habituales de segmentación formal.
A pesar de lo anterior, el Preludio de Tristán e Isolda exhibe una desafiante coherencia formal que resulta de la perfecta imbricación de los procesos armónicos y contrapuntísticos, así como del modélico manejo de los procesos de tensión y distensión musical, que acaban por trazar una especie de gran arco musical que alcanza pacientemente un intenso clímax para desvanecerse bruscamente después, retrocediendo al punto de partida.
En el final del Acto III, junto
al cuerpo inerme de Tristán, la princesa Isolda entona su acongojante, extático
lamento “Mild und leise” (“Delicioso y suave”). Al finalizar su canto exhala su
último suspiro. Marke bendice a los amantes y cae el telón.
En Tristán e Isolda Richard Wagner fija un nuevo concepto sobre la pasión:
la muerte por amor. La mágica historia de Tristán e Isolda es la excusa para
sublimar el amor romántico y el amor trovadoresco. Sólo en la muerte se podrá
culminar una pasión que se proyecta en la eternidad.
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