Isabel Villanueva, viola
Orquesta Sinfónica de RTVE
Mariano Rivas, director
El 22 de enero de 1945, William
Primrose escribió una carta a Béla Bartók en la que le encargaba la composición
de un concierto para viola. En esta carta escribe, entre otras cosas: “Por
favor, no se sienta intimidado por las aparentes limitaciones técnicas del
instrumento. Puedo asegurarle que pertenecen al pasado, cuando la viola era un
instrumento de pensionistas, y actualmente ya no es así.” Bartók, con toda
probabilidad, se puso inmediatamente a planear la composición. De la misma
manera que cuando había compuesto su Concierto
para violín había recibido de su editor los conciertos para violín de
Szymanovsky, Weill y Berg para poder estudiarlos; ahora, con el mismo
propósito, el 27 de enero de 1945 pidió la sinfonía en cuatro movimientos para
viola y orquesta de Berlioz, Harold en
Italia.
Sin embargo, parece ser que el
proyecto no avanzaba como Bartók desearía. Así, en una entrevista que Primrose
mantuvo con Bartók a finales de la primavera, éste se mostraba reticente a
continuar el proyecto, a pesar de que pasaba una situación económica de gran
necesidad. Aducía desconocer suficientemente las posibilidades del instrumento.
Primrose le pidió que antes de renunciar asistiese a su interpretación del
Concierto para viola de William Walton, que estaba interpretando en Nueva York
durante un par de semanas con Sir Malcolm Sargent. Aunque Bartók tenía planeado
asistir, a última hora no pudo hacerlo por encontrarse enfermo, sin embargo,
siguió su retransmisión por la radio y quedó tan sorprendido con el concierto y
con el uso que Walton hacía del instrumento, que decidió aceptar el encargo.
Primrose le pagó 1.000 $ por adelantado, una cantidad nada despreciable en esta
época, y se fue de gira por Sudamérica.
A pesar de todo, el proyecto
siguió estancado hasta que se fue de vacaciones a Saranac Lake. Sólo a partir
de entonces el concierto comenzó a tomar forma. En el borrador de una carta a
Primrose, fechada el 5 de agosto de 1945, escribió: “Querido Mr. Primrose:
hacia mediados de julio estaba planeando escribirle una carta desesperada,
explicando las distintas dificultades que tengo. Pero entonces, comenzaron a
agitarse algunas ideas del concierto para viola, las cuales cristalizaron
gradualmente por sí mismas. Ahora puedo decirle, por lo tanto, que en cuatro o
cinco semanas espero escribir y finalizar la obra, al menos en borrador…” La
siguiente sección de la carta es de particular interés: “A pesar de que el
estado de la obra es todavía embrionario, el plan y las ideas generales ya
están decididos. Le diré, pues, que la obra constará de cuatro movimientos: un
serio Allegro, un Scherzo, un movimiento lento (más bien
breve), y un finale, que comenzará Allegretto y acelerará el tempo hasta un
Allegro molto. Cada movimiento, o al
menos tres de ellos, estarán precedidos por una breve introducción recurrente
(un solo de viola en su mayor parte), una especie de ritornello.” La idea de los cuatro movimientos, sin embargo, no
siguió adelante.
El 8 de septiembre de 1945,
Bartók escribió una última carta a William Primrose desde Nueva York:
“…[Durante el invierno pasado] no pude hacer ningún trabajo compositivo en este
desafortunado e inadecuado apartamento mío de Nueva York. Además, una sucesión
de enfermedades nos visitaron… Finalmente, a finales de junio fuimos a nuestra
casa de veraneo en Saranac Lake. Yo estaba bastante agotado y con pocas
esperanzas de hacer allí ningún trabajo. Sin embargo, estuvimos en un lugar tan
hermoso y silencioso, que a mediados de junio surgieron algunas ideas, las
cuales no vacilé en apropiarme y desarrollar.”
Podemos deducir, a partir de esta
carta, que la mayor parte del Concierto
para viola fue compuesto durante su estancia en Saranac Lake, durante un
tiempo extremadamente breve, aproximadamente un mes y medio. Esto es confirmado
también por la afirmación de Tibor Serly, en alusión a la información proporcionada
por la señora Bartók, Ditta Pásztory, de que Bartók compuso el Concierto para viola al mismo tiempo que
el Concierto para piano nº3.
Al comienzo de la carta, Bartók
se apresura a señalar: “Estoy muy orgulloso de poder decirle que su concierto para
viola está preparado en borrador, por lo tanto, sólo falta escribir la
partitura, lo cual significa un trabajo puramente mecánico, por decirlo así. Si
no ocurre nada, puedo hacerlo en cuatro o cinco semanas. Podré enviarle una
copia de la partitura orquestal en la segunda mitad de octubre…”
“Si nada ocurre…” Trece días
después Bartók fue llevado al hospital y a los dieciocho días de escribir esta
carta falleció. Durante sus últimos días, como cuenta Tibor Serly, trabajó
febrilmente con todas sus fuerzas y toda su energía restante en la finalización
de Concierto para piano y no le
dedicó más tiempo al Concierto de viola.
Poco después de la muerte de
Bartók, su viuda Ditta y su hijo Peter entregaron el manuscrito al compositor
Tibor Serly para que lo completase. Serly, que había sido alumno de Kodaly,
había entablado amistad con Bartók y transcrito alguna de sus obras. Además,
Serly había escrito también un concierto para viola y una rapsodia para viola y
piano, por todo ello no resulta sorprendente que Ditta Bartók recurriese al
hombre que era considerado visto en aquel entonces como el principal compositor
húngaro en América.
Al principio, Serly y el
destinatario de la obra, Primrose, se resistieron a la tarea. Su primera
reacción fue que había muy poco sobre lo que continuar. La parte de viola era
suficientemente estimulante, pero interpretar las complicadas y apenas
descifrables anotaciones del compositor sobre la orquestación, aunque quizás
era un “trabajo puramente mecánico” para Bartók, se convertiría en una tarea
abrumadora para sus continuadores. Serly colaboró con Primrose y en algún punto
consultó a Emanuel Vardi, considerado en esta época el mejor violista después
de Primrose.
El trabajo que Bartók había
estimado que llevaría “unas pocas semanas” continuó durante cuatro años antes
de que fuese interpretado en público por primera vez. La versión realizada por
Serly y Primrose fue estrenada el 2 de diciembre de 1949 en Minneapolis con
Antal Dorati al frente de la Minneapolis Symphony Orchestra (hoy Minnesota
Orchestra) y Primrose como solista. Boosey & Hawkes, editora de la música
de Bartók durante mucho tiempo, publicó la versión Serly y Primrose en 1950.
En enero de 1950, tuvo lugar su
estreno en transmisión radiofónica con Primrose y la N.B.C. Orchestra, dirigida
por Sir Ernest Ansermet. La primera grabación fue realizada en octubre de 1950
bajo la dirección de Tibor Serly. El ingeniero de grabación fue Peter Bartók,
hijo del compositor. La grabación fue publicado por el sello Bartók Records.
El Concierto para viola de Béla Bartók se convirtió de pronto en una
de las obras más populares escritas para este instrumento. El mismo Primrose
interpretó esta obra más de 100 veces. En 1969, Boosey & Hawkes comunicó
que el número anual de interpretaciones en directo del mismo se había
incrementado a más de 100.
Pero los estudiosos de Bartók
enseguida objetaron que Serly se había apartado de las intenciones del
compositor tanto en la parte de orquesta como en la del instrumento solista. En
particular, y entre otras cosas, el concierto comienza con un diálogo entre la
viola solista y los timbales. La orquestación de Serly asignó la parte de los
timbales a los violonchelos y los contrabajos, quizás en consideración a las
pequeñas orquestas que puede que no dispongan de suficientes timbales pera
realizar las intenciones del compositor. Además, cambió la afinación de casi
doscientas notas, y también se hicieron adaptaciones para adaptarlo al estilo
de ejecución de Primrose. Y también, en el último movimiento toda una sección
fue elevada un semitono (de La bemol a La) para permitir el uso de los
armónicos naturales de la viola.
Es posible argumentar que de
haber vivido el compositor lo suficiente para completar la obra, habría quizás
realizado algunos de estos cambios siguiendo las sugerencias del destinatario.
Sin embargo, si nos atenemos al borrador de Bartók, la edición de Serly se
aparta de lo que el compositor había previsto.
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