Orquesta
Sinfónica de Viena
Fabio
Luisi, director
Son relativamente escasas las
oberturas de las óperas de Mozart que se escuchan en las salas de
concierto. Dentro de estas pocas piezas se cuentan las de Don Juan, El rapto en el serrallo y Las bodas de Fígaro. En el caso de esta última, se
trata de una ópera buffa,
término que se refiere a una ópera ligera y de ambiente divertido. En 1785,
Mozart propuso a Lorenzo Da Ponte realizar el libreto para una ópera a partir
del texto de la comedia homónima de Beaumarchais, cuya representación había
sido prohibida durante varios años porque se juzgaba que era un ataque contra
los privilegios de la nobleza y un reflejo de la lucha de clases que ya había
causado ciertas incomodidades en París. Este fue el inicio de una fructífera
colaboración entre Da Ponte y Mozart, a partir de la cual también surgirían Così fan tutte y Don Giovanni. Para hacer viable la representación
de la ópera proyectada, Da Ponte y Mozart tuvieron que eliminar el contenido
político y convencer al Emperador José II respecto a la óptima calidad musical
de la obra.
La acción de Las Bodas de Fígaro se desarrolla en las proximidades
de Sevilla, en el castillo del Conde de Almaviva. Fígaro y Susana, ayudas de
cámara del Conde y la Condesa, respectivamente, planean casarse. Sin embargo,
el Conde pretende a Susana, quien decide aliarse con la Condesa en su intención
de darle una lección al seductor. La historia está llena de complicados
enredos, amores y celos. El divertido argumento concluye con la unión de la
pareja y el Conde pidiendo disculpas por su actitud.
La obra fue estrenada el 1 de
mayo de 1786 en el Burgtheater de Viena. Aunque obtuvo un gran éxito en buena
parte gracias a la música de Mozart, este triunfo habría de ser efímero por las
intrigas de algunos enemigos del compositor y la oposición de ciertos sectores
de la nobleza. Irónicamente, esta ópera no representó un alivio a la difícil
situación económica que atravesaba Mozart, mientras que décadas más tarde, su
hijo Karl Thomas pudo adquirir una propiedad cercana a Milán gracias al cobro
de derechos por dos representaciones de la misma. Algunos estudiosos afirman
que en esta composición Mozart enriqueció las características musicales propias
del género de la ópera buffa italiana, proyectándola hacia el
tratamiento de nuevos temas y argumentos más complejos.
La obertura tiene forma de sonata, con un material temático que no
va a reaparecer a lo largo de la ópera. El primer tema, con chispeantes
escalas en las cuerdas que con el concurso del fagot incita a la respuesta de
los vientos hasta alcanzar un tutti orquestal, se repite después da capo.
Se vuelve a escuchar a la cuerda, ahora desbocada de alegría y con
las maderas orlando su canto, llevando a la orquesta muy viva y agitada hasta
desembocar en el segundo tema, que la cuerda canta alegre pero más sosegada.
Las maderas hacen su contrapunto. Enseguida vuelve la tensión. El fagot entra
en stacatto y juega, en contracanto, con el
resto de la orquesta, lo que conduce a la repetición de este segundo
tema.
La siguiente sección consiste en la re-exposición variada del
primer tema y del segundo. La coda, un verdadero episodio de fuegos
artificiales es iniciada por la cuerda en piano. La magnífica stretta que le sigue, con protagonismo de
los violines, desemboca en la cadenza final.
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