Santal Santon-Jeffery, soprano
Marianne Crebassa, mezzosoprano
Julian Behr, tenor
Andreas Wolf, bajo
Ensemble Pygmalion
Raphaël Pichon, director
Las Vesperæ solennes de
confessore (en español, Vísperas solemnes de confesor) en Do mayor, KV.
339, fueron compuestas por Wolfgang Amadeus Mozart hacia 1780, en la etapa en la
que estaba al servicio del príncipe-arzobispo de Salzburgo, Hieronymus von
Colloredo.
Vísperas es el
oficio divino vespertino en la liturgia de las horas canónicas de la Iglesia
Católica. Las vísperas se instituyeron para venerar la memoria de la sepultura
de Jesucristo o su descenso de la cruz. El término «solennes» señala que la
obra se escribió para una orquesta solemne, con timbales y trompetas. Por su
parte, el «de confessore» se debe a que se compuso para conmemorar la festividad
de un santo confesor de la fe, un grado previo al de mártir en el cristianismo
primitivo.
Bajo la tutela del arzobispo Colloredo en la corte de
Salzburgo, el maestro debía componer a petición para diversas ocasiones
litúrgicas. Mucho se ha especulado sobre la calidad y originalidad de la
producción sacra de Mozart previa al periodo vienés. Wolfgang estaba más
preocupado en llevar su carrera de forma independiente, tocando en diversas
ciudades que de ser un servil músico de corte. De ahí que su labor entraba en
conflicto con la de compositor libre. Es sabido cómo terminaría la historia de
esta pugna en 1781.
Por ello, se cree que estas obras son menores en comparación
con la música instrumental y coral profana de Mozart en la misma época. Quizá
en algunas obras se pueden advertir ciertos lugares comunes y elementos
predecibles, pues el maestro debía cumplir con diversos encargos y giras. Sin
embargo, las Vesperae Solennes (Dominica, KV. 321 y Confessore, KV. 339) son dos maravillosas composiciones que están a
la altura de las mejores obras corales de Mozart.
Las Vesperae Solennes,
KV. 339 están compuestas por seis secciones, según la liturgia católica para
las vísperas, incluyendo cinco de los salmos del Antiguo Testamento y el magnificat del Evangelio de San Lucas.
Cada sección finaliza con la doxología Gloria
Patri.
Su interpretación requiere cuatro voces solistas (soprano,
contralto, tenor y bajo), coro a cuatro partes, dos trompetas, timbales, tres
trombones, dos violines y bajo continuo (violonchelo, contrabajo, fagot y
órgano).
Sus movimientos son los siguientes:
Dixit (Ps 110
(109))
Confitebor (Ps 111
(110))
Beatus vir (Ps 112
(111))
Laudate pueri (Ps
113 (112))
Laudate
Dominum (Ps 117 (116))
Magnificat
El fragmento más célebre es el Laudate Dominum, que es frecuentemente grabado e interpretado de
forma independiente, lo que dificulta la comprensión cabal de esta obra. Es
evidente que se puede disfrutar del Laudate
Dominum a la manera de un aria/canción. Pero se pierde la parte mayor si la
obra se escucha sin su contexto musical originario.
Más allá de estas salvedades, el Laudate Dominum para voz solista, orquesta y coro, es un laude
basado-en parte- en el Salmo 117 que, cantado en latín, posee el siguiente
texto:
Laudate
Dominum omnes gentes;
Laudate eum,
omnes populi.
Quoniam confirmata est
Super nos misericordia ejus,
Et veritas
Domini manet in aeternum.
Gloria Patri
et Filio et Spiritui Sancto.
Sicut erat
in principio, et nunc, et semper.
Et in
saecula saeculorum.
Amen.
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