Orquesta Sinfónica de Chicago
Georg Solti, director
Gracias a la influencia de Meyerbeer, a Wagner se le abrió
la posibilidad de representar en Alemania su ópera Rienzi (basada en la novela de Bulwer Lytton), que acababa de
terminar. El éxito saboreado en Dresde el 20 de octubre de 1842 dio un nuevo
giro a su carrera. Después del estreno de El
holandés errante, que tuvo menor repercusión, lo nombraron director de
orquesta de la Ópera de la Corte de Dresde. Por primera vez en la vida,
alcanzaba un puesto notable en uno de los teatros más importantes de Alemania.
Sin embargo, su desasosiego interior no le permitió disfrutar de la nueva
situación a pesar de los ruegos de su esposa. El holandés errante llevó al rebelde Wagner, a quien todo conducía
por el nuevo camino del drama musical, cada vez más lejos de Rienzi, obra cuya estética era deudora
de la Grand Opéra al estilo de Meyerbeer, por lo que era entendida con mayor
facilidad y recibida siempre con aplausos por el público.
La ingente historiografía wagneriana tiende a situar El holandés errante como la primera obra
"oficial" del compositor. Como si las anteriores, La prohibición de amar o Rienzi, no fueran sino tanteos a la
espera de esa primera plasmación de genialidad que es esta ópera romántica,
estrenada en el Teatro de Dresde en 1843, bajo la dirección del autor y con la
espléndida cantante Wilhelmine Schröder-Devient en el papel de Senta. Algunos, incluso, como el escritor Thomas
Mann, uno de los autores que más profundamente ha indagado en el "fenómeno
Wagner", creen reconocer indicios autobiográficos en la figura del
protagonista. La leyenda del marino condenado la recoge Wagner de una obra de
Heinrich Heine, si bien su popularidad era grande y había sido elaborada por
otros escritores y poetas.
La ópera supone un impresionante anuncio de la poética
wagneriana tal y como se desarrollará en el futuro, tanto en lo que se refiere
al tratamiento musical - orquestación, planteamiento de los motivos asociados a
personajes y situaciones... - como a su penetración psicológica o a algunas de
las ideas presentes en sus dramas, desde el carácter errante que distingue a
los personajes - de Tannhäuser a Parsifal - hasta la redención por el
amor.
La obertura de El
holandés errante es ante todo una tempestuosa y sugerente marina en forma
de poema sinfónico. Como las oberturas de Tannhäuser
y de Los maestros cantores de Núremberg,
ésta propone una anticipación-resumen de la acción de la ópera. Al igual que la
de Tannhäuser adopta la forma Sonata,
con dos temas básicos contrapuestos en la estructura, en la orquestación, en el
tempo y en contenido expresivo y
psicológico; pero se diferencia de ella fuertemente por su evidente sabor de
poema sinfónico, característica igualmente de otras dos oberturas románticas no
pensadas para la escena: El Corsario,
de Berlioz, y La gruta de Fingal, de
Mendelssohn, también dos bellas marinas.
La obertura se divide en cinco secciones: la introducción que presenta el tema que
corresponde al Holandés y a su tripulación; el andante que expone el motivo de
la redención, ligada al amor de Senta hacia el extraño hombre pálido y recoge parte de la música de la Balada, una
tercera sección que vuelve a la música tempestuosa del inicio, otra dedicada al
motivo de la tripulación de Daland y, por último, la lucha entre los temas del
Holandés y el de la redención introducen una última sección. La coda es
distinta en las versiones de 1843 y 1864.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.