Un film de Franco Zeffirelli.
Santuzza: Elena
Obraztsova, mezzosoprano.
Turiddu: Plácido
Domingo, tenor.
Alfio: Renato Bruson,
barítono.
Mamma Lucia: Fedora
Barbieri, contralto.
Lola: Axelle Gall,
soprano.
Orquesta y Coro del
Teatro alla Scala de Milán.
Maestro del Coro:
Romano Gandolfi.
Director: Georges
Prêtre.
El livornés Pietro Mascagni estrenó Cavalleria Rusticana,
(“Caballerosidad pueblerina”) el 17 de mayo de 1890 en el Teatro Costanzi de
Roma. La ópera consta de un sólo acto y era ganadora de un concurso que
organizaba el editor Sonzogno. Los autores del libreto fueron Guido Menasci y
Giovanni Targioni-Tozzetti, según el drama homónimo de Giovanni Verga de 1884.
Pietro Mascagni sentó así el canon del verismo. La intención
de este movimiento era renunciar a las formas aristocráticas y míticas de la
ópera tradicional para acercarla al naturalismo de las clases populares y a la
violencia más cotidiana. En efecto, el género operístico también tuvo su brote
realista, aunque este estuviera siempre bastante influenciado por el
romanticismo. La tendencia despuntó con una obra, Cavalleria Rusticana, que se
lanzaba con fidelidad al retrato melodramático y costumbrista de la Sicilia de
finales del siglo XIX. La ópera cuenta la historia de un trágico triángulo
amoroso con dos mujeres enamoradas del mismo hombre y un marido cornudo de por
medio. Como telón de fondo está la Italia sureña de la lealtad y las alcaparras, bruta y sencillamente a
cuchillo, con claridad alejada de los motivos corteses, clasicistas e
idealizados de la ópera durante siglos.
Concretamente, el verismo
gustaba de un recitativo más fluido —también con obras mucho más cortas—, un continuum de cantos menos metódicos y
más torrenciales que no separaban la ópera en partes tan definidas. Pero con el
tiempo, el intermedio de Cavalleria Rusticana fue ‘aislado’ sin remedio,
destacada por unanimidad dentro de una ópera que a la postre seguiría —y sigue
siendo— una de las más representadas en todo el mundo. En la historia, este
intermedio coincide con el momento de la proclamación de venganza de Alfio —el
marido— contra Turiddu —el amante—, la escena en la que todo el pueblo está en
la iglesia y la plaza luce evocadoramente vacía. Con el tiempo, la pieza se
haría tan popular que sería representada profusamente en conciertos y
diferentes recitales sinfónicos, sin nada que ya la relacionara directamente
con el todo —la ópera— de la que formaba parte.
Argumento
Tras un breve preludio, la ópera empieza a telón bajado con
la interpretación de una serenata que Turiddu le canta a Lola. La serenata es
del estilo de las célebres canciones napolitanas (“O Lola, c'hai di latti la
cammisa” ‒ Oh Lola,
tu camisa es blanca como la leche”).
Al levantar el telón se observa una plaza frente a la
iglesia del pueblo, con el repiqueteo de las campanas. Mamma Lucia está
trabajando en su taberna. Los aldeanos van llegando (“Gli aranci olezzano”/”In
mezzo al campo”) para asistir a los oficios de la Pascua de Resurrección.
Santuzza acude a la taberna para hablar con Mamma Lucia. La madre no quiere
responder sobre el paradero de su hijo, aunque al final le dice que se ha ido a
Francoforte a comprar vino. Santuzza no lo cree y lo niega con una actitud
celosa. La llegada de Alfio, el marido de Lola, propone un tono más jovial (“Il
cavallo scalpita”) que rompe un poco la tensión. Pero sólo es un espejismo.
Alfio entra en la taberna y su conversación confirma a Mamma Lucia que Turiddu no
ha marchado a comprar vino, pues ha sido visto por Alfio cerca de la su casa
esa misma mañana.
En el interior de la iglesia la gente reza. Se escucha el “Regina
Coeli laetare” con intervención de Santuzza, que también ha acudido. Ya fuera
de la iglesia, Mamma Lucia le pide a Santuzza que le explique por qué le ha
hecho un gesto de callar cuando hablaba con Alfio. Santuzza le dice que Turiddu
ha vuelto con Lola y por ello la ha abandonado (“Voi lo sapete, o Mamma”).
Turiddu le ha robado el honor, como Lola lo ha hecho con Alfio. La llegada de
Turiddu (“Tu qui, Santuzza”) alcanza momentos de gran tensión a lo largo del
dúo. Él está cada vez más indignado, oscilando ella entre los celos y un amor
que siente apagado. Aparece Lola, que coquetea con Turiddu, se burla de
Santuzza (“Fior di giaggiolo) y después entra a la Iglesia. La situación no
mejora, ya que Santuzza le insinúa que los que han pecado no deben ir a la
iglesia, en referencia al romance de Turiddu y Lola. La ruptura entre Santuzza
y Turiddu es tan clara que los ruegos de ella quedan en nada ante él, bastante
ofendido y sin intención de perdonarla por sus arrebatos de celos. Turiddu se
vuelve para seguir a Lola, pero Santuzza le ruega que se quede. Turiddu la
desdeña, la tira al suelo y se va a la Iglesia. Santuzza termina deseándole una
mala Pascua (“No, no Turiddu”). Aparece, en mala hora, Alfio, que llega a la
plaza buscando a Lola. Santuzza le revela toda la verdad, lo que provoca la
cólera del marido burlado y sus ansias de venganza.
Tras el brillante Intermezzo,
la gente sale de la iglesia y Turiddu les invita a tomar un vaso de vino en la
taberna mientras canta un brindis de forma festiva (“Viva el vino
spumeggiante”). La alegría desaparece con la intervención de Alfio, desafiante,
que provoca la marcha de todos, incluida Lola, preocupada por el tono de voz de
su marido. Turiddu muerde la oreja a Alfio como señal de aceptar el desafío. Le
confiesa que es culpable y “que se dejaría matar como un perro”. Alfio le insta
a encontrarse “detrás del huerto”. El último gran momento de la ópera es la
despedida de Turiddu, que pide a su madre que ayude a Santuzza en el caso de
que él no volviese. Ante la preocupación de la madre por su incomprensible tono
sombrío, Turiddu insiste con gran aflicción (“Un bacio, un bacio, mamma,
un'altro bacio”) y se marcha apresuradamente. Lucia, llorando, vaga sin
dirección afuera de su casa. Santuzza se le acerca y la abraza. Los aldeanos
comienzan a rodearlas. En el huerto, Alfio da muerte a Turiddu. Se oyen voces y
el grito desgarrador de una mujer revela el fatal desenlace (“Hanno ammazzato
compare Turiddu!”), mientras la orquesta culmina la ópera.
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